domingo, 25 de abril de 2010

Capítulo XVIII: Halloween, pasión y recuerdos.

Amber se levantó esa mañana un poco intrigada, ya había pasado el sábado y la mañana del domingo y Uriel ni una llamada ni nada. ¿Estaba tan enojado así con ella?, no entendía por qué, hasta casi se besaban o bueno se besaron un poco pero ¿aquello contaba como un beso? Se duchó y fue a casa de Katy a prepararse para la fiesta.

Uriel recordó la fiesta de Halloween casi dos horas antes de que empezara. Se duchó y se arregló. La fiesta era de disfraces, así que no necesitaba uno; sólo se llevó una capa negra que era de su padre y que había conservado tantos años. Luego, bajó y vio a Caleb comiendo unas galletas de chocolate y un vaso de leche.

-¿A dónde vas? –le preguntó.

-A la universidad.

-¿Qué harás allá? Es Domingo. ¿Y qué haces con la capa de tu padre?

-Hay una fiesta de disfraces –sonrió, salió por la puerta, se subió a su auto y manejó hacia la universidad.

Amber y Katy ya estaban vestidas y arregladas para la fiesta; como era de disfraces, Amber decidió, por opinión de Katy, llevar un disfraz de vampiresa; Katy tenía muchas cosas extrañas para vestir en su casa.

El disfraz de Amber era de un vestido corto en picos negros que le llegaba hasta un poco más arriba de la rodilla, descotado, el cabello recogido en una coleta alta, una capa negra larga, maquillaje negro con los labios rojos carmesí y sin falta, los colmillos postizos.

Katy llevaba un vestido blanco corto y descotado como el de Amber, se alisó más el cabello y se lo dejó suelto, se puso sandalias plateadas altas parecidas a las negras de Amber, unas alas blancas en la espalda y maquillaje ligero plateado.

Salieron en el mini-couper de Katy y partieron al puerto para tomar el ferry a la Universidad.

Uriel llegó al estacionamiento al mismo tiempo que Lestat, ambos se saludaron y caminaron hasta el muelle.

-¿Qué hay, vampiro? –le preguntó con una sonrisa irónica.

-¿Qué hay de ti, perro?

-Nada aquí. Más tarde saco los colmillos –le susurró y luego sonrió.

-Igual yo –dijo Uriel despreocupado y luego se dio cuenta de que Amber y Katy llegaron en el mini-couper.

Amber y Katy salieron del auto, el frío era endemoniado, ya que como tenían vestidos ligeros. Amber ondeó su capa riendo.

-Por lo menos yo tengo con que abrigarme, ángelita -se rió de Katy

-Si, si... no te pongas tonta, porque después de que bebes eres aún peor, no quiero soportarte toda la noche

-Tch, si eres agua fiestas, te hubieras disfrazado de diabla sexy en vez de ángelita que quiere decir, estoy aquí tómenme .

Se carcajeó.

-¡Amber!

-¿Qué?

-Ahg, nada... sólo vamos.

Fueron en dirección al ferry sin notar a Uriel y Lestat.

Uriel se volteó a mirar hacia el lago y rogó por que llegara el ferry rápido.

-¿Qué? ¿Ahora no la quieres ver? –le preguntó Lestat.

-Sí la quiero ver… Sólo que no sé… Después de lo del bar ese, y luego de –bufó. –Ahg, olvídalo.

-Nah, dime. ¿Qué pasó?

-Casi la besé…, pero todo esto se siente extraño.

Lestat carcajeó tan estrepitosamente que casi todo el mundo volteó a mirarlo. Le dio un codazo a Uriel. –Acéptalo. Te acabas de enamorar de la bipolar.

-Claro que no… -medio se le quebró la voz al decir eso.

-Pareces un niño negando que te gusta una chica. Vamos, sé hombre. Acéptalo.

-Bien, bien –el ferry llegó y ambos subieron.

Amber y Katy subieron al Ferry, la brisa era intensa y tenían que estar pendiente de que no se les levantara el vestido por el fuerte viento.

-Joder con esta brisa - se quejó Amber.

Katy se carcajeó.

Llegaron rápidamente a la universidad y se fueron por el camino designado al salón de fiesta, la música sonaba con fuerza y la gente llegaba poco a poco muy bien disfrazada.

Cuando Uriel y Lestat aparecieron por la puerta del salón, mucha gente volteó a mirarlos. Ivan tenía puesto Fever for the flava de Hot action cop, batía sus pinchos mientras movía la cabeza y rockeaba.

Agnes, Amelie y los clones de ambas, quedaron embelezadas con el vampiro y el hombre lobo. Estos dos pasaron elegantemente y se dirigieron al grupo de Lestat; allí estaba Mara, Lancelot, Mikhael, Smith y otros más. Mara se vino disfrazada de vampiresa para llamar un poco la atención de Uriel, pero todos allí sabían que ella era una loba. Los demás estaban disfrazados de Frankenstein, Drácula, y muchos personajes de terror.

Amber y Katy se encontraron con algunos amigos de Amber y algunas chicas del Ballet, entre los amigos de Amber estaban Thony que había ido disfrazado de gótico, todo vestido de negro, hasta cargaba delineador negro y las uñas pintadas del mismo color.

-Hey, Ber. Hey, Katy -saludó.

-Thony, ¿qué hay?-saludó Amber.

-Hola -saludó Katy algo tímida.

-Vaya, chicas. Están hermosísimas -las elogió, Katy se sonrojó y Amber sonrió.

-Tu estás... diferente -comentó Amber sin saber qué más decir.

-Eso trataba -sonrió y se acercó a Katy mirándola de arriba a abajo -te queda bien ese atuendo, Katy. Se ve como tú pero mucho más sexy -le guiñó un ojo con picardía y Katy se sonrojó aún más.

-G... gracias -tartamudeó un poco.

-Ajam... bueno yo voy a buscar algo de beber -se excusó Amber al ver a Thony tan interesado en Katy y al parecer ella también estaba interesada en él -vengo dentro de un rato.

Uriel observó de lejos a Amber que se acercaba a la barra a buscar un trago.

-Ya vuelvo –le avisó a los demás.

-¿A dónde vas? –le preguntó Mara.

-Buscaré un trago –le contestó y caminó hacia la barra libre.

Una vez allí, vio el disfraz de Amber y sonrió. La música estaba buena, ahora era Come my lady de Limp biskit.

-Hola, vampiresa –la saludó poniéndose a su lado sin mirarla.

Amber se sobresaltó un poco al ver a Uriel.

-Hola..., vampiro -sonrió al ver su capa -no sabía que vendrías así, te queda muy bien. Se parece a ti -comentó animada.

-Gracias –le sonrió. –A ti también te queda muy bien ese disfraz… Pareces una autentica vampira –volteó hacia el barman y le pidió vodka.

-Mmm... No sé -se miró mejor -Katy me dijo que me lucía pero no sé, tenía ganas de disfrazarme de diabla -rió y pidió un vodka también -¿y cómo has estado?

-Aaah… -se encogió de hombros. –Bien, ¿y tú?

-Mmm... Bien supongo -respondió sonrojándose un poco -lo sabía, ese beso no significó nada -pensó mirando a otro lado.

-¿Y tú amiga Katy?

-¿Katy?, por allá con Thony -sonrió pícaramente -no es el mejor prospecto, pero estoy segura que le gusta -sonrió.

-¿Thony? –preguntó Uriel muy sorprendido. –Pensé que no querías que le hicieran daño a Katy –bufó.

-Jum... el me ha estado molestando mucho a mí, así que siento como una especie de alivio que se fije en Katy... lo prefiero a él a tu amiguito el lobo feroz -levantó una ceja.

-Amber… Creo que es exactamente lo mismo, sólo que Lestat no lleva un disfraz de oveja blanca puesto y tu amiguito sí.

-Mmmm... No vale, le conozco desde el instituto y es como un hermano, aunque la otra vez me robó un beso -dijo lo último en un hilito de voz casi inaudible -en fin, Katy necesita un novio que la ayude a "madurar", ella misma me lo dijo, pero te digo una cosa, si le hace algo malo a Katy, yo misma me encargaré de cortarle las pelotas -sonrió, el barman le dio el vodka y bebió fondo blanco, luego pidió otro.

-Pues, deberías ir buscando con qué cortárselas –sonrió con maldad. –Tu amigo me cae mal desde hace bastante –le dio un sorbo a su vaso de vodka.

-Mmmm... Como sea, creo que tú tampoco le caes bien... dice que eres demasiado perfecto casi das miedo -rió -tal vez tenga un poco de razón pero no veo que hay de malo con ser perfecto, yo ya me he acostumbrado a ti, tienes todo lo que no tengo yo y eso me agrada -bebió el otro vaso de vodka con rapidez y pidió otro.

Uriel rió. –Cuidado, no te emborraches tan rápido. Mira que hay varios lobos por ahí y vampiros que pueden hacerte muchas cosas mientras no estés consiente –bebió su vaso de vodka de un solo trago.

Amber rió -si es así, ¿tú me protegerías? -preguntó con picardía.

-Tal vez, pero quizás sea el primero que te ataque.

-Ya veremos -sonrió pero luego se le borró la sonrisa con algo que hizo que expresara profunda molestia -ay no, lo que me faltaba -bebió fondo blanco el vodka y miró a Uriel.

-¿Qué pasó?

-Aquí viene una de mis pestes personales -suspiró.

-¿Quién? –preguntó Uriel extrañado y mirando hacia todas partes.

-Hey, vampiresa -saludó un chico alto de cabello negro en forma de cresta y ojos verdes -¿cómo has estado?

-Hola, Brian -saludó Amber hastiada -estaba bien gracias, este es mi amigo Uriel -presentó Amber acordándose de él -Uriel este es... Brian.

-Mucho gusto –Uriel le extendió la mano despreocupado y sonriendo normal.

-¿Sólo Brian? -preguntó el muchacho sonriendo.

-Si, sólo Brian -contestó Amber y pidió otro vodka.

-Ah, si... igual -le estrechó la mano a Uriel y después volvió su atención a Amber -¿podemos hablar un momento, cielo?

-No me digas cielo, que yo no soy nada tuyo.

“Uriel, cálmate… Sólo le dijo cielo, más nada, no lo mates. Mientras no le haga nada a Amber, tú tranquilo”
, se dijo a sí mismo y pidió otro trago.

-¿Podemos bailar mientras hablamos? -preguntó Brian con cara de no tirar ni una piedra.

-Ahg -suspiró Amber -sólo una pieza, terminas de decirme lo que tienes que decir y me dejas ¿bien?

-Bien -respondió él -pero voy a hacer que vuelvas conmigo como sea -pensó con malicia.

Uriel escuchó los pensamientos de Brian y casi le dice cualquier barbaridad, pero se quedó tranquilo y sólo observó.

Lestat llegó a la barra y se puso a su lado. -¿Qué ves?

-Ese –Uriel hizo un gesto con la cabeza hacia Brian. –Es un ex de Amber.

-¡Ja! Cuidado, donde hubo fuego, cenizas quedan –dijo riendo.

-Lestat, ¿puedes dejar de hacer el papel de mi conciencia por unos minutos?

-Mmm… Haré lo posible –sonrió maléficamente.

Brian llevó a Amber a la pista de baile. La música era suave, así que la cogió por la cintura, ella suspiró y colocó su mano en el hombro de él.

-¿Y bien? -preguntó Amber molesta por la cercanía.

-Sólo quería saber si... bueno, ¿quieres volver conmigo?

-¡Ja! ¿Estás drogado acaso? -se bufó Amber.

-No, Amber. Cielo, de verdad tú me importas mucho, amor... de verdad he cambiado, tú eres la única.

-La única bailarina que conoces será -respondió con sarcasmo -seguro también tienes una que pinta, otra skater o graffitera.

-Pero Amber en serio, tú eres la única para mí.

-Ah, y se me olvido la vecina esa tuya... ni me acuerdo el nombre .

-Se mudó.

-¡Vaya!, se mudó, qué malo ¿verdad?, así no tienes una que te abra las piernas cuando estés en tu casa fastidiado.

-Cielo, cielo... tranquila -le acarició la mejilla con ternura, rió -siempre eres así de explosiva, me encanta eso de ti.

-Se, se... como tú digas -suspiró molesta y miró en dirección a donde estaba Uriel, deseó que en vez de Brian fuera Uriel con el que estuviera bailando.

Uriel escuchó cada palabra. –Cielo –refunfuñó.

Lestat se cuajó de la risa. -¿¡Estás celoso!? –siguió riéndose.

-Seh, seh… Pero, ¿sabes qué? Amber desea que sea yo quien esté con ella –dijo muy orgulloso.

-Más egocéntrico y te mueres.

-Bueno, tengo razones para serlo.

-¿Qué harás si la besa o algo?

-La pregunta es: ¿qué no le haré? –frunció el ceño y siguió mirando a Amber y a Brian.

-Amber, cariño, ¿entonces, volvemos? -preguntó Brian deteniéndose en medio de la pista, Amber le miró fastidiada.

-No lo creo -respondió con desgano.

Brian frunció el ceño y la besó sin previo aviso, ella se sorprendió y no le dio tiempo de reaccionar a lo que hizo Brian.

Uriel vio la escena y se puso como un energúmeno. –Lo mato –tomó lo que quedaba de su vodka y empezó a caminar hacia la pista.

-¡No, Uriel! ¡Aquí no! Recuerda: somos “normales” –Lestat lo retuvo.

-Pero… -frunció el ceño.

-Déjalo tranquilo. Si ella se da su lugar, le dará una bofetada.

Amber lo empujó lo más fuerte que pudo para retirarlo.

-Eres un maldito bastardo -le gritó y le lanzó una patada en la ingle que lo dejó fuera de combate -no te me vuelvas a aparecer enfrente jamás en tu vida o la próxima vez que te vea no sólo te quedas sin bolas..., ¿oíste? -Se fue caminando furiosa hasta donde estaba el barman, pidió un vaso de vodka y se lo tomó fondo blanco limpiándose los labios -maldito, maldito -murmuró frustrada.

-Uuuh… Lo castró –comentó Lestat después de ver la patada que lanzó Amber.

-Se lo merece.

-Sabe defenderse sola.

-A veces. No siempre.

-Ve y límpiale los labios –le aconsejó riéndose.

Uriel sonrió pícaramente. –Esta vez te escucharé, pepe grillo.

-Eso, conquístala –Lestat rió y Uriel caminó hacia Amber.

Amber bebió dos vasos de vodka seguidos mientras murmuraba que ¿cómo había podido fijarse en ese imbécil?, ya estaba borracha y refunfuñaba sobre cada cosa que se le pasaba por la mente, vio que Uriel se acercaba y suspiró -por lo menos después de ese desgraciado, viene en camino el que siempre me rescata -pensó sonriendo.

A Uriel casi se le escapa una carcajada al oír su pensamiento. Se sentó al lado de ella y le sonrió. –Esta vez no tuve que rescatarte –le comentó.

Amber sonrió y negó con la cabeza -descubrí que esa es la mejor manera de dejar a un hombre fuera de combate, la hubiera aplicado el viernes -suspiró y bebió vodka -ese tipo era imposible. Brian, es imposible, es de lo peor.

-¡Ja! Ojala nunca tengas que hacerme eso –se rió.

-No lo creo, pero si te lo buscas, sabes que no dudaré -rió -no puedo creer que Brian haya sido el que se llevó mi no tan dulce inocencia -pensó y suspiró.

A Uriel le chocó ese pensamiento de Amber en la cabeza como si el parachoques de cinco camiones hubiese chocado contra él.

-¿Qué tan importante fue? –preguntó con cautela.

-¿Quién? -preguntó distraída.

-El tal Brian.

-Amm... él... mmm... ponlo así como mi primer amor, pero nunca sentí más que mera atracción por él.

“Mmm… quizás yo sea lo mismo para ti”, pensó decepcionado. –Bueeh… a uno le toca vivir unas cosas –suspiró y miró hacia otro lado.

-Sí, tienes razón -Amber bebió un poco de vodka -no puedo creer que en toda mi vida sexual sólo tuve un mísero orgasmo -pensó -y fue la segunda vez que lo hice con él, pero la primera vez sentí como si me moría, no quise tener sexo más nunca con nadie.

Uriel se sobresaltó y no pudo evitar verla tan sorprendido. “No has estado conmigo”, pensó y se rió de su picardía.

-Quisiera enamorarme, aunque sea sólo una vez -comentó Amber casi en un susurro -quiero saber qué se siente.

Uriel sonrió. –Ven, bailemos –le extendió la mano.

Amber se dejó llevar por Uriel, empezaron a bailar al ritmo de la música electrónica. El sudor empezó a recorrer sus cuerpos y reían mirándose con picardía el uno al otro. Luego Uriel sacó un pañuelo blanco de un bolsillo de su traje y le secó la frente sudada a Amber.

Ivan detuvo la música y habló por micrófono. –Ahora una balada para los enamorados y para los que están en proceso –rió y colocó And then you de Greg Laswell. –Disfrútenla.

Uriel le dedicó una sonrisa a Amber, y como en los viejos tiempos, se inclinó y volvió a extenderle la mano.

Amber sonrió divertida; hizo una reverencia con el vestido como las damas de antaño y tomó la mano ofrecida de Uriel, inmediatamente sintió el cuerpo de él muy cerca del suyo. Normalmente le asqueaba el contacto con otras personas pero con Uriel sintió que su corazón se aceleraba vertiginosamente y un calor placentero le recorría el cuerpo.

Uriel puso una mano en la cintura de Amber, después acercó su cara hasta su cabello que olía, como siempre, a lavanda. Sonrió y empezó a guiarla por la pista mientras bailaban.

Amber como era más pequeña que Uriel, se sintió chiquita ante él, un sentimiento que nunca había tenido antes, apoyó la frente del pecho de Uriel, olía a algo exquisito, un perfume quizás; el caso era que el olor la atraía más y más hacia él, haciéndola sentirse feliz y excitada a la vez.

Uriel podía oír claramente cada cosa que pasaba por la mente de Amber. Quería besarla pero sabía que no era el momento ni el lugar. Empezó a tararear la canción y de vez en cuando hacía que Amber diera giros suaves. Su vestido se levantaba y bailaba junto con ella; pero cuando regresaba a Uriel, él disimuladamente la abrazaba por unos segundos y luego seguía bailando.

Amber estaba como drogada, suspiraba de satisfacción mientras se dejaba llevar por Uriel y la suave música, sentía como si todo a su alrededor hubiera desaparecido y sólo quedaran ellos dos allí. Cada vez que Uriel la tocaba, sentía escalofríos y su piel se erizaba. Su corazón latía tan fuerte que pensó que se le saldría del pecho; su cabeza daba vueltas por los tragos y por el exquisito aroma de Uriel, sintió ganas de besar y ser besada por él, y cada roce a su piel dejaba una marca de calor excitante.

Uriel había dejado que Amber diera una última vuelta y cuando llegó a él, la canción acabó y todos los observaban.

-Creo que nos están mirando –le comentó sonriendo y sin dejar de mirarla.

-Eso es porque somos geniales en la pista -ella le devolvió a sonrisa mirándolo de igual manera.

Uriel quería decirle lo que él era, pero no sabía si tendría el valor para hacerlo.

-Te invito otro trago –le dijo sin prestarle ni la menor atención a los demás.

-Bien, quiero un Martini, ya estoy cansada de tanto vodka -sonrió y se fueron hasta donde estaba el Barman; Amber echó una ojeada rápida hasta donde estaba Katy que bailaba con Thony, le alegró que se llevaran bien, pero por ahora sólo tenía cabeza para Uriel.

-Tal vez me esté equivocando con tu amigo. Se lleva bien con Katy –miró a la pareja y después buscó a Lestat, cuando lo ubicó lo vio bailando comprometidamente con tres chicas. “Éste no aprende”, pensó Uriel y negó con la cabeza.

-Y tu amigo el lobo feroz anda en lo suyo como siempre -comentó con ironía -por cierto Uriel, ¿desde cuando se conocen ustedes?, porque parecen amigos de toda la vida.

-Ah…, estudiamos juntos desde preescolar. Tenía tiempo sin verlo. Antes era muy tímido, ahora míralo… –mintió.

Amber carcajeó -seguro que la que le quitó la virginidad era una fiera salvaje.

-¡Ja! En realidad fue al revés. La fiera era él, pero no lo sabía hasta que tuvo la primera chica.

Amber carcajeó tratando de pensar en la pobre chica que le tocó como primera mujer -pobre chica entonces.

Uriel rió. –Sí, se parecía mucho a Katy. Bueno… es que cada vez que Lestat se enamoraba, siempre era una chica tímida. Pero, luego de que él las hacía unas expertas en todo lo que tenga que ver con cama, lo dejaban, así que decidió ser lo que es hoy en día.

-Pobrecito, ahora el plantado es él, si Katy se convierte en una máquina de sexo, no creo que sea tan zorra como cualquiera, conociéndola, sólo se lo guardará a la persona que de verdad ame -suspiró -amor, un sentimiento desconocido para mí, quisiera poder decir lo mismo que Katy –pensó.

A Uriel le preocupaba ese pensamiento de Amber. Le venía una y otra vez. Pero él se sentía como el indicado para demostrárselo. Sería capaz de mostrarle qué era amar a alguien y sobre todas las cosas, qué era ser amado; no le importaba que a la final se aburriera de él y lo dejara.

Uriel carcajeó. –No creo que Katy llegue a ser zorra sinceramente –pidió dos Martini para ambos.

-Yo tampoco lo pienso -rió -por cierto, Uriel, ¿no tienes mamá? ¿Sólo vives con tu padre?

Negó con la cabeza, más porque no tenía a ninguno de los dos que por no tener madre. –Caleb me ha cuidado desde que yo era pequeño, así que es como mi padre –sonrió. –Mi padre murió cuando yo tenía… -recordó la última y única vez que tuvo 23 años. –Cuando yo tenía 20 –mintió. –Y mi madre murió cuando yo nací.

-Ah, lo siento. Toqué un tema delicado -se apenó un poco, pensó que no debió haber tocado el tema, ya que ella misma odiaba que hablaran de familia y todo lo que tenga que ver con eso.

Uriel le sonrió y la acarició. –No te preocupes. Para mí ya no es difícil hablar de eso.

Amber cerró los ojos al sentir las caricias de Uriel, recordó cundo estaban bailando y lo extraña que se sentía por oler su perfume, sintió un leve hormigueo en el estómago y nuevamente su corazón palpitó acelerado.

El barman trajo los tragos, Amber miró a Uriel sonriente maquinando algo divertido. -Te propongo algo -le dijo ella sonriente.

-¿Cómo qué? –preguntó Uriel levantando una ceja.

-Vamos a hacer una pequeña competencia -sonrió y levantó su copa -el que resista más tiempo sobrio gana, ¿va?

-¡Dale! ¿Qué bebemos?

-Mmmm... -pensó por un momento y luego se le ocurrió -Tequila -dijo sonriente.

Uriel hizo una mueca. -¿Segura?

-Absolutamente, empieza a pedir rápido que me muero de ganas por empezar -parecía una niña con juguete nuevo.

Uriel se encogió de hombros. –Ok –llamó al barman y pidió dos vasos más y una botella de tequila. Le sirvió a Amber y luego se sirvió a sí mismo. –Salud.

-Salud -chocó el vaso con el de Uriel y bebió fondo blanco, se estremeció un poco ante el sabor pero luego sonrió satisfecha.

Uriel hizo lo mismo y se rió del gesto de Amber. -¿Otro? –comenzó a servir sin escuchar la respuesta, sabía que sería “sí”.

Ella afirmó y cuando su vaso estuvo lleno bebió fondo blanco nuevamente.

-Cuidado te ahogas –le advirtió Uriel y luego bebió hasta la última gota de su vaso.
Amber tosió un poco, se aclaró la garganta y le tendió su vaso a Uriel para que se lo llenara, ya empezaba a sentir los efectos del alcohol pero no le importaba; era divertido estar y beber con Uriel.

Una hora después iban por el noveno vaso de tequila. A Uriel sólo le ardía un poco la garganta y tenía un muy leve mareo, pero del resto estaba normal.

Amber estaba que ya no podía con su alma, pero trataba de disimularlo enfrente de Uriel o sino perdería la competencia, no le decía nada porque ni ella misma entendería sus palabras de lo borracha que estaba, empezó a sentir sueño y pesadez en el cuerpo; pero le hizo caso omiso a su sentido común y siguió bebiendo.

-Amber…

-¿Mmmm?... -trató de ver a Uriel, pero sus parpados estaban pesados, así que decidió cerrar los ojos.

-Nosotros estamos haciendo esta competencia… está bien, pero ¿qué ganamos? ¿Y qué hará el que pierda?

-Mmmm -se restregó los ojos -carajo, no pensé en eso -pensó -el que gane... -le dio hipo -perdón... tendrá un beso del perdedor.

Uriel rió. –Me parece perfecto. ¿Te sirvo otro? Estoy casi seguro de que te ganaré.

Le dio hipo nuevamente y se tapó la boca con la mano -no estés tan seguro -le tendió el vaso y éste lo llenó hasta el tope, ella vio el vaso dudosa y se lo bebió con mucha dificultad pero lo terminó, sintió que se le iban los tiempo por un segundo pero se sostuvo fuertemente de la mesa.

Uriel tuvo un ataque de risa al verla y golpeaba la mesa mientras se reía de la cara que puso Amber. –Si quieres recordar lo que pase hoy mañana, te recomiendo que no bebas más.

-Tu sólo quieres ganarme, pero no te voy a dejar -le tocó la frente con su dedo índice, justo en medio de las cejas.

-Si tú lo dices… -sirvió tequila en los vasos y bebió a fondo blanco mientras esperaba que Amber hiciera lo mismo o vomitara.

Amber sintió un poco de náuseas al ver el vaso, pero respiró hondo y se le quitó, cogió el vaso y mientras se lo llevaba a la boca la mano le temblaba, cerró los ojos con fuerza y rápidamente se lo bebió completo pero después de eso no supo más de si.

Uriel sostuvo a Amber antes de que cayera al piso desmayada. La cargó y salió del salón. Buscó un sitio donde nadie los viera; quería llegar rápido al auto para dejar a Amber en su casa, así que levitando, llegó a su One-77. Abrió la puerta del copiloto y allí dejó a Amber, luego se subió él para manejar y condujo hacia Dagalesth.

Amber reaccionó poco a poco mientras estaban en el auto de Uriel, tenía mucho frío y la piel bajo la ropa se le erizaba. -¿Dónde estamos? -le preguntó a Uriel un poco mas lúcida.

-En mi auto. Te llevaré a tu casa.

-Ahg -cerró los ojos de nuevo y se enrolló sobre sí misma -me duele todo.

Uriel la abrigó con el mismo suéter de lana de siempre y le bajó un poco al aire.

–Ya vamos a llegar –le avisó.

-Ajamm -ella se enrolló en el suéter -¿y quién ganó?

Uriel sonrió. -¿De verdad quieres saber?

-Noooooooo -se quejó -sé que perdí como una perdedora.

-No, te dejé ganar. Ganaste, Amber.

-No te creo, eres bueno pero no para tanto -suspiró y luego bostezó -como que mañana no voy a clases, no me interesa quién se moleste, soy una bailarina.

-Tu madre postiza se molestará.

-¿Cuál de las dos?

-Las dos… -rió.

Amber rió -sí, lo más seguro es que me asesinen, pero no importa... estoy segura que mañana no me voy a poder parar de la cama.

-Posiblemente. Y si te paras, no podrás ni dar una vuelta cuando bailes.

-Ahg, no me hables de vueltas ahorita, de sólo pensarlo siento que vomitaré y no quiero manchar tu lindo auto.

Uriel carcajeó. –Tranquila, bailarina.

Amber sonrió y cerró los ojos -¿Por qué eres siempre como un ovni? -le preguntó ella -tan fuera de lo común.

-No soy un ovni, Amber –sonrió. –Soy un vampiro.

-Lo sé, yo también soy una, pero una vampiresa bailarina, una bailarina.

-Lo sé. Sé que eres una bailarina. Pero, la verdad es que soy un vampiro.

-Y yo soy una bailarina... ¿un vampiro como los de las películas?

-Sí, como esos.

-Vaya, que genial -bostezó -¿y chupas sangre del cuello de las doncellas? Porque si es así, yo no te serviré, yo dejé de ser una hace mucho tiempo –rió. -Tal vez Katy sí, pero si le haces algo, te golpeo.

Uriel fingió una sonrisa ante el comentario. –A nosotros los vampiros no nos importa si eres doncella o no; sólo nos interesa que tenga sangre tibia –saboreó la sangre de Amber por un momento.

-¿Y la mía es buena?, ¿la has probado sin que yo me diera cuenta?

-La he probado, pero no de ti. No te haría daño.

Amber sonrió -eres muy lindo, por eso es que me gustas tanto -se le escapó sin que se diera cuenta.

Uriel sonrió y estacionó el auto. –Ya llegamos a tu casa –se bajó y le abrió la puerta a Amber. -¿Crees que puedas caminar tú sola? ¿O prefieres que te cargue?

Amber entreabrió los ojos y suspiró -no sé, cárgame; me duele el cuerpo.

Uriel la cargó cuidadosamente, cerró la puerta y le puso la alarma al auto. Caminó hacia el porche y se detuvo. -¿Tienes la llave?

-No, se la dejé a Katy -sonrió -pero debajo de esa maseta hay unas copias, algunas veces me sucede esto.

-Ah, es bueno saberlo. Sino, te iba a llevar a mi casa, allí si hubieses tenido que temer por tu sangre –bromeó y buscó la llave en la maseta, después abrió la puerta y entró con ella en brazos. -¿En qué piso vives?

-En el 7, allí también hay una copia de las llaves pero están debajo del extinguidor.

-Rayos –se quejó Uriel. Luego se teletransportó hacia el piso 7. No le importó si Amber lo veía, estaba demasiado embriagada como para darse cuenta o recordarlo al día siguiente. Buscó las llaves y se detuvo antes de abrir. -¿Y tu madre?

-Si no está en el trabajo..., debe estar en la casa de su nuevo novio, casi nunca la veo en casa -sonrió -así que pasa, no importa.

-Bueno… -Uriel abrió la reja y luego la puerta. Después cerró ambas con llave y llevó a Amber hasta un pasillo. -¿Cuál es tu cuarto?

-El que está al fondo -rió -te queda muy pequeña mi casa.

Uriel carcajeó. –Sí. En la mía puedes perderte –abrió la puerta y vio su cama. Se acercó y cuidadosamente la acostó.

Amber enrolló sus brazos en el cuello de Uriel, su calor corporal le atraía, no quería separase de él -no te vayas -le dijo -quédate conmigo.

Uriel estaba apoyado sobre sus manos del colchón de la cama. Sus ojos se perdían en los grises de Amber. – ¿Cuál de los dos quieres que gane la competencia de hace rato?

-Tú ganaste, así que te tengo que dar un beso -Amber tomó a Uriel de su camisa y levantó un poco su dorso, sus labios se rozaron en un tibio beso, luego lo besó con más intensidad, el sabor a tequila era intenso en el beso, pero más embriagante era deseo que el mismo alcohol.

Uriel sentía como su aliento dejaba de ser de él y era de Amber, a lo igual que el de ella era suyo ahora. Le soltó y le acarició el cabello; se inclinó sobre ella para que no se cansara, así la podía besar con toda la pasión que quisiera mientras ella estuviese cómoda.

Amber sintió que su corazón se aceleraba estrepitosamente, acarició el cabello de Uriel con sus manos mientras le besaba, su deseo aumentó tanto que cada parte que tocaba Uriel se tornaba ardiente de deseo, sintió que su vientre llamaba a las caricias de él mientras éste la tocaba tiernamente.

Por otro lado, Uriel por más pasión que sentía, deseaba su sangre, tanto que si le hubiese dado la gana, mordería su cuello y la mataría sólo para alimentarse de esa sangre que tenía tanto tiempo sin beber, pero le había dicho que no le haría daño; y era la verdad, no se atrevía a dañarla. Fue hasta su cuello y en vez de morderla como tanto deseaba, sus labios la besaron como si quisieran mordisquearla.

Amber tenía la mente en blanco y con los labios entreabiertos jadeaba mientras que Uriel le besaba el cuello y luego se dirigía hasta su clavícula, contuvo las ganas de decirle que fuera más allá, que no se detuviera.

Uriel quería cumplir cada deseo que pasara por la mente de Amber, sabía que no se atrevería a decirle que llegara más allá; así que con un ligero roce de la yema de sus dedos, bajó un poco el escote de su camisa y la besó tiernamente desde su barbilla hasta donde el descotado lo detenía.

Amber empezó a gemir de placer mientras jadeaba con aún más intensidad, nunca se había sentido así con nadie, ella que era de piel sensible, nunca alguien la había hecho sentir de esa manera sólo con unos besos aquí y allá, quería seguir explorando ese nuevo placer, quería que Uriel la tocara mucho más.

Uriel volvió a sus labios para interrumpir uno de sus gemidos, pero luego olvidó que la besaba. Su mente viajó, no como viaja la mente de un adolescente que está aprendiendo a experimentar sino de otra forma muy pero muy distinta. Amber era esa mujer quien él estaba buscando, esa por la cual lo arrastraron a la miserable y eterna vida, era ella a quien quería matar desde que comenzó a buscarla en ese siglo. Amber era Amelia. Apartó sus labios de ella, jadeó y la miró extraño.

-¿Qué pasa, Uriel? ¿Por qué te detienes? –le preguntó casi ahogándose con sus jadeos.

Uriel se levantó de la cama de un brinco y dando traspiés. –Eres Amelia –dijo horrorizado.

Amber se extrañó un poco y jadeando le dijo: -no te detengas... -hasta que cerró lo ojos y quedó profundamente dormida.

-No puedo seguir –Uriel salió corriendo de su casa y se montó en su One-77. Manejó como alma que lleva el diablo por la carretera y llegó a su casa. No quería saber de Amber pero al mismo tiempo sí. Su cabeza era un mar de recuerdos mezclados con la actualidad.

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