lunes, 12 de abril de 2010

Capítulo XIV: Una noche de ensueño y terror.

Abrió la puerta y Caleb puso los ojos como platos.

-¿¡Quién…!?

Uriel le hizo señas para que hiciera silencio; subió a Amber a su habitación y la acostó en su cama.

Amber se sentía muy caliente y le dolía hasta el alma, sin mencionar que el frío que tenía no la dejaba ni moverse, castañeaba los dientes inconscientemente, aún estaba empapada y sintió que Uriel la llevaba en sus cálidos brazos, mas sin embargo no podía abrir los ojos.

Uriel estaba sentado al lado de Amber. Le secó el rostro con una toalla. No quería que se quedara con esa ropa mojada; se resfriaría más. Pero, tampoco era capaz de desvestirla y ponerle algo de él.

-¿Quién es esa? –le preguntó Caleb en un susurró desde la puerta.

-Una amiga –le musitó.

-¿Por qué la trajiste?

-Pescó un resfriado. Ve y prepárale un té de lo que sea.

-¡Ahg! –refunfuñó Caleb y bajó a la cocina.

Uriel esperó a que se marchara para cerrar la puerta. Definitivamente no iba a dejar que el resfriado de Amber empeorara, así que decidió despojarla de su vestido rosa.

Dejó reposar el cuello de Amber sobre su brazo para poder alzarla, y con la otra mano bajó el cierre del vestido. La dejó sobre la almohada otra vez y bajó las mangas, luego la terminó de desvestir poco a poco para no despertarla.

Uriel sintió algo por dentro cuando vio el perfecto cuerpo de Amber mojado y en lencería. Sintió ganas de morder su blanco y largo cuello; pero también quiso comérsela entera. Observaba su piel erizada y recordaba las protuberancias que una vez se mostraron debajo de su maillot. Acarició su cuello y apartó su cabello; la tentación de morderlo era casi insoportable, pero se controló. No se creía capaz de hacerle daño a Amber. Besó su cuello y sintió las gotas de agua fría sobre su lengua; la besó unos centímetros más abajo pero no se atrevió a pasar de allí; siguió absorbiendo el agua que estaba sobre sus hombros, hasta que notó que una tira del sostenedor negro se deslizó. Amber respiró profundo y Uriel se detuvo en seco. Buscó una toalla y la secó; después la arropó con una cobija gruesa.

Amber se sentía tan mal que no podía ni abrir los ojos, pero en un momento dado sintió que su cuerpo se estremecía por un cosquilleo que iba desde su estómago, pasaba por su pecho y terminaba en su cuello, la cabeza le daba vueltas y al final cayó dormida sin saber más de sí.
Caleb tocó la puerta y Uriel corrió hasta ella dando traspiés, hasta que la abrió.

-¿Qué estabas haciendo? –le preguntó Caleb mirándolo con desaprobación.

Uriel jadeó. –Nada.

-Aquí está el té. Cuidado con lo que haces… Déjala que por lo menos esté consiente de lo que le hagas.

-No le he hecho nada… -Uriel miró hacia otro lado mientras sostenía la taza.

-Estás advertido, Uriel. No puedo conmigo ahorita, ni siquiera puedo contigo y mucho menos podré con nietos –refunfuñó mientras se iba.

Uriel rió y volvió a Amber. Puso la taza sobre la mesa de noche y le acarició el cabello para despertarla.

Amber entreabrió los ojos perezosamente, sentía las mejillas caliente y la cabeza le dolía de tal manera que sintió que le iba a estallar, lo primero que vio al abrir los ojos fue a Uriel con expresión de preocupación en los ojos -te ves terrible -comentó Amber bromeando.

Uriel no sabía si decirle que se veía igual o si decirle que era totalmente hermosa. –Creo que ya tienes fiebre –dijo abrumado y sin verle la cara porque estaba apenado.

Amber rió –sí, yo creo -apoyó su mano en la mejilla de Uriel mientras sonreía tontamente -de verdad eres muy guapo -comentó riendo.

Uriel se sonrojó aún más pero no le quitó los ojos de encima. “¿Cómo es que aún no se da cuenta que sólo está en ropa interior?”, pensó y luego llegó a una conclusión: -Sí, tienes fiebre… Ya estás delirando.

Amber sonrió ampliamente -ahg, tengo como frío, ¿por qué no te acuestas conmigo aquí para que me des calor? -propuso Amber tiritando.

-Yo… yo… -tartamudeó Uriel. –Te mandé a hacer un té caliente. Eso también puede quitarte el frío.

Amber levantó el dorso dejando al descubierto su pecho, tomó el té que le dio Uriel, sentía la respiración entre cortada y la cabeza le daba vueltas.-Igual quedé con frío -dijo acercándose a Uriel -¿te puedes acostar conmigo?

Uriel sintió que ardía, pero solamente la acarició y se acostó a su lado pasando sobre ella sin aplastarla.

Amber sintió el calor del cuerpo de Uriel, y se acostó a su lado recostando su cabeza de su pecho, suspiró y cayó dormida nuevamente. Uriel olía la fragancia de lavanda proveniente del cabello de Amber mientras se lo acariciaba. Se acordó de que tenía dos piezas de ropa nada más; quiso acariciarle todo y besarla entera. Pero, sabía que si reaccionaba lo abofetearía o después no se acordaría de nada debido a su delirio; pero de algo estaba seguro: ella no se dejaría llevar.

Amber soñó que algo terrible la perseguía, y mientras más rápido corriera, más cerca estaba lo que le perseguía, se cayó y la criatura que lucía como la sombra de un hombre, la empezó a ahorcar, luchaba pero no podía zafarse de aquellas poderosas manos, cuando empezó a perder el conocimiento, se levantó precipitadamente, sudaba frío y temblaba, trataba de respirar jadeante y le dolía el pecho.

-¿Uriel? -llamó Amber en la obscuridad, temblaba un poco y apretaba con fuerza la sábanas, le dolía la cabeza y trataba de regular su respiración -¿Uriel?, ¿dónde estas? -volvió a llamar ella con miedo.

Uriel estaba acostado a su lado. Había dormido un día entero y él la estuvo cuidando y tomando su temperatura. Era de noche, casi las 11pm. Abrió los ojos al escuchar que Amber lo llamaba. –Aquí estoy, aquí estoy –le dijo para tranquilizarla mientras la abrazaba. Andaba sin camisa porque se había bañado y Amber le daba calor.

Amber se tranquilizó al sentir que Uriel le abrazaba, dejó de temblar y sintió un cosquilleo en el estómago, todavía sentía que tenía fiebre pero no tanta como hace rato, aun así, el cuerpo le dolía -me siento fatal -murmuró ella con ojos entrecerrados y escondiendo su cara en el pecho de Uriel buscando calor.

-Tranquila, Amber. Estoy aquí. ¿Quieres que encienda la luz? –le preguntó aún amarrándola en sus musculosos brazos.

-No, sólo quédate aquí conmigo -susurró cerrando los ojos, la cabeza le palpitaba y no quería ni moverse.

Uriel besó su frente varias veces mientras le acariciaba. La cobija la tenía por la cintura. Acarició la espalda de Amber y eliminó cualquier deseo de su mente; simplemente tomó la cobija, volvió a acostarse mientras ella estaba apoyada de su pecho y la arropó hasta el cuello.

Amber solo se adormiló sentía el calor de Uriel a través de las sábanas y su dolor se apaciguó, solo temía dormirse y tener ese terrible sueño otra vez.

Uriel esperó a que Amber se quedara dormida de nuevo y buscó a Caleb. Éste yacía dormido en su cama y roncaba.

-Papá…-murmuró.

-¿Mmm? –hizo como un toro.

-Papá, despierta.

-¿Qué carajo te pasa ahora, Uriel? –le preguntó con los ojos entrecerrados.

-Amber aún tiene fiebre…

-¿Quién coño es Amber?

-La chica que traje para acá esta tarde.

-Ah… Coño tú si me jodes la existencia.

-Necesita tomar algo. Me preocupa… aún no le baja la fiebre.

-Seh, seh, ya te oí. Bajaré a prepararle algo. Quédate con ella.

Uriel volvió a la habitación y encendió una lámpara de la mesa de noche. Toco la frente de Amber: ardía. La miraba preocupado y sin saber ya qué cosa darle.

Caleb subió las escaleras adormilado y molesto. –Aquí está –trajo una taza de miel con limón y quién sabe con qué otra cosa más. –Éste remedio me lo hacía mi abuela cuando estaba resfriado. Hace efecto a las dos horas, así que no te alarmes; también da mucho sueño. Despiértala para que se lo beba. Debe tomárselo caliente, no frío.

Uriel escuchó la palabra “Limón” y le dio de todo, odiaba cualquier cosa que contuviese limón, a excepción del Nestea.

-Está bien –Miró a Amber, no quería despertarla; parecía una bebé dormida, pero sudaba demasiado, debía hacerlo.

Caleb dejó la taza sobre la mesa de noche. –Me voy a acostar. Si vas a joder, jode ahora más tarde. Mañana tengo que trabajar –se fue a su habitación.

-Amber –susurró Uriel en su oído. –Amber, linda, despierta –le acarició las mejillas.

Amber se levantó adormilada, Uriel le tendió una gran taza de algo que olía fuerte, bebió un sorbo y le dio nauseas, le devolvió la taza a Uriel negando con la cabeza.

-Vamos, Amber. Sólo bébete esta taza… Te curarás, te lo prometo. Sé que sabe mal, pero si te la tomas, no tendrás que beber más remedio ni te sentirás mal.

Se quejó amargamente como una niña, cogió la taza de nuevo, y frunciendo el ceño comenzó a beber, más de una vez quiso vomitar pero se contuvo, el limón no estaba tan mal, pero el sabor de la miel le asqueaba y le hacía un lío en el estómago. Al terminar, jadeaba y sudaba como si hubiera hecho un terrible esfuerzo, le dio la taza a Uriel y respiró hondo tratando de calmar sus nauseas.

-Tranquila, ya se te pasará todo. Luego te traeré un jugo. ¿Está bien?

-No mucho -susurró cerrando los ojos -¿qué hora es?, ¿ya es de día?, ¿y las clases?

-No, Amber. Tenemos clase ahora más tarde. Apenas son las 12am.

Amber sonrió mientras se volvía a acostar -Katy debe estar que echa humo por los oídos... tendré que hacer algo para... -comenzó a sentir una gran pesadez en el cuerpo y bostezó -para que me perdone y... -Se quedó dormida antes de terminar la frase.

Uriel sonrió, le besó una mejilla y volvió a acostarse a su lado. Estaría allí con ella hasta que despertara.

Amber se levantó con mucha menos pesadez que nunca, se sentía tan ligera como una pluma, no sabía dónde se encontraba ni porqué estaba en ropa interior, se bajó de aquella cama desconocida y se dirigió hasta la ventana para mirar a través de las gruesas cortinas que no permitían que la luz del Sol pasara, ya era de día al parecer, el problema era saber qué hora era, y si podía llegar hasta la universidad.

-¿Dónde carajo estoy? -murmuró mirando por la ventana.

Uriel entrecerró los ojos cuando la luz del Sol entró a su habitación. Vio la silueta en ropa interior de Amber asomada por la ventana.

-¿Amber? –dijo.

Amber se sobresaltó al escuchar la voz de Uriel detrás suyo, le miró, estaba acostado sin camisa en la cama de la que se había acabado de levantar, le miró impactada y luego se miró su cuerpo casi desnudo, profirió un gritillo ahogado y se enrolló sobre sí misma en posición fetal sin atreverse a ver a Uriel a la cara, estaba roja de la vergüenza y su corazón estaba desbocado.

-¿Amber? ¿Qué pasa? ¿Aún te sientes mal? –Le preguntó Uriel poniéndose frente a ella.

-N... no -tartamudeó -¿qué... haces tu aquí y medio desnudo? ¿Y yo?, ¿qué es esto? -se tapó la cara con los manos, no tenía fiebre pero su temperatura se elevó mucho.

Uriel bufó. –Esta es mi casa, por eso estoy aquí. Ayer después de que me llevaste a “tu lugar secreto”, agarraste un resfriado por quedarte bajo la lluvia; te traje a mi casa y te cuidé toda la noche… -se puso de pie y buscó una camisa para ponérsela porque notaba la incomodidad de Amber. –Tu ropa la lavé y la sequé. Ya te la traigo –Uriel salió decepcionado de la habitación porque Amber no recordaba nada, pero al mismo tiempo relajado por ello.

Amber estaba estupefacta y avergonzada, Uriel la había cuidado toda la noche y ella estuvo semidesnuda todo ese tiempo, se quería morir de la vergüenza, bufó frustrada.
Uriel llegó con su ropa y se la tendió, ella aún mantenía su posición fetal cubriéndose el cuerpo.

Uriel suspiró. –Amber, me cansé de verte así ayer. Ya no tengas pena. Ahora vístete; tenemos que desayunar e ir a la universidad –Uriel la dejó sola en su habitación.

Amber quería llorar de la vergüenza, pero lo único que pudo hacer fue quejarse -lo más seguro es que ni me consiguiera atractiva, seguro pensaba que tenía cuerpo de niña delante de la bicha esa de Arnes o cómo se llame -pensó frustrada y se vistió rápidamente. -Otra vez este estúpido vestido rosa -pensó -seguro que Katy me molerá a palos cuando me vea así.

Uriel la esperaba en la sala del TV con el desayuno en la mesa. Caleb se sentó en el mueble y empezó a comer tranquilamente. El desayuno era huevos revueltos con pan y un vaso de leche.

Amber apareció por la puerta con su vestido rosado, el cabello recogido en una coleta y muy apenada -buenos días -saludó a los dos hombres que estaban en el comedor.

-Buenos días –contestaron ambos al unísono. Caleb encendió el TV en el canal de noticias y Uriel siguió con la mirada a Amber.

Amber miró a Uriel insegura de lo que debía hacer, ¿se sentaba o qué hacía?, y si se sentaba, ¿en cual asiento lo hacía? La mesa era bastante amplia.

Uriel sólo miró el puesto enfrente de él, donde estaba el desayuno de Amber servido. –Te puedes sentar…

-Ah... sí -Amber se sentó en donde él le había dicho con la mirada -buen provecho -dijo y empezó a comer con tal decoro que no se sentía ella misma, pero el desayuno estaba muy bueno -está rico, ojala pudiera comer siempre así -pensó -ahora que lo pienso ayer nada más desayuné un poco de cereal en casa de Katy, no comí nada más -suspiró mientras masticaba -tengo que dejar de dejar de comer.

En las noticias se iba a repetir el mismo suceso del día anterior. Uriel agarró el control y lo apagó sin decir ni una palabra. Caleb se iba a quejar pero una mirada de navajas de Uriel hizo que se quedara callado y que no dijera ni A.

Amber se sorprendió un poco ante la actitud de Uriel, pero no dijo nada, no quería meterse en una pelea familiar, ya tenía demasiadas en casa.

-¿Tu madre no se preocupa cuando no duermes en casa? –le preguntó Uriel para distraerla por lo que acababa de ver.

Amber se sobresaltó un poco cuando Uriel le habló, miró a su plato un poco molesta y entristecida, negó con la cabeza -me llego a morir y ni se entera -pensó con el ceño fruncido -y si se entera ni se asoma por el funeral

-Eso es otra cosa que hay que arreglar… -dijo después de terminarse su vaso de leche y dejarlo sobre la mesa.

Amber levantó los ojos y le miró confundida -no creo que mis problemas familiares le interesen, ¿habré escuchado mal? –pensó.

-Tenemos que irnos –Uriel recogió su plato vació y lo llevó a la cocina, allí lo lavó y esperó a que Amber terminara.

Amber terminó su comida rápidamente, tanto que casi se atraganta, llevó el plato a la cocina para lavarlo mientras que Uriel le observaba.

-Bien, vámonos –Uriel fue hasta la sala y se despidió de Caleb. Luego fue hasta su One-77, le abrió la puerta a Amber y después se subió él. Se puso sus lentes de sol; el día estaba demasiado soleado para su gusto.

Amber estaba sorprendida de la rapidez con la que Uriel podía hacer todo, hubiera sido ella y seguro llegaba tarde como siempre, se subió al auto de éste, miró el día, estaba soleado, a diferencia de ayer, no le entusiasmaba mucho, pero día como ese le llenaban de un poco más de energía.

-Ya no puedo faltar más a clases… Tengo que dejar de vagar por ahí –comentó Uriel más para sí mismo que para Amber mientras miraba por el retrovisor.

Amber carcajeó un poco -creo que estamos en las mismas, si sigo de vándala, como tú dices, Madame Angeliqué me castigará de tal manera que no me lo quiero ni imaginar.

-Con tal de que no te haga correr y te desmayes otra vez, todo bien. Sino, se las verás conmigo.

Volvió a reírse -no creo que se deje por ti, esa mujer es menos humana que... -Amber se detuvo antes de terminar y pensó -es menos humana que un ovni como tu -miró por la ventana -se me había olvidado lo raro que es este tipo, y la noticia de ayer no se me olvida.

“¡Rayos! ¡Vio la jodida noticia!”, pensó Uriel. Gruñó, le dio un golpe al volante y aceleró. –Vamos tarde –frunció el ceño y dijo eso como excusa.

Amber asintió, pero no sabía que hora era en realidad, solo sabía que ya era de mañana por el Sol, confió en la palabra de Uriel que lucía muy molesto porque iban a llegar tarde -mmm... me tarde mucho, seguro esta enojado por mi causa -pensó y suspiró.

Uriel inventó algo para que ella no pensara que era su culpa. -Pensé que las mujeres se tardaban más arreglándose… Tú fuiste rápida esta mañana, así que no es culpa tuya que vayamos tarde. Yo me quedé dormido…

-Carajo, ¿será que lo dije en voz alta y ni cuenta me di? -pensó Amber -tengo que dejar de ser tan despistada -asintió a lo que dijo Uriel.

Uriel estacionó el auto donde siempre. Él y Amber se bajaron; el ferry estaba apunto de abordar a la última persona. Corrieron y lograron subirse.

1 comentario:

  1. marekk y entonces??? cuando van a besarse 14 capitulos y nada !!!!!!! noooo chikkk esta fino el cap sigue publicando besosss =)

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