miércoles, 14 de abril de 2010

Capítulo XV: Verdades incómodas.

El Sol estaba que quemaba y el cielo estaba completamente despejado, algo muy raro en Shanksville, normalmente siempre había un poco de neblina; Uriel lucía incómodo -¿te sientes bien? -preguntó Amber -¿no será que te pegué el resfriado?

-No –carraspeó. –Estoy bien –le fingió una sonrisa.

-¿Seguro?, luces algo... alterado -se extrañó Amber y apoyó su mano en la mejilla derecha de Uriel -al menos no pareces tener fiebre -sonrió.

Uriel sentía que iba a desmayarse por tanto Sol; esa luz lo debilitaba demasiado. –Seguro… Eso se me pasará en un rato –dijo para calmarla.

-¿Quieres que te traiga algo de beber? -preguntó ella un tanto insegura, la verdad no tenía ni un centavo en la cartera como era costumbre -tengo que buscarme un trabajo de medio tiempo –pensó.

-No, tranquila. Estoy bien, gracias…

Amber le miró preocupada, Uriel lucía demasiado orgulloso como para admitir debilidad -tal como yo -pensó –bueno, si el no quiere decir nada, no lo obligaré -frunció el ceño y llegaron al puerto, allí se despidió de Uriel y fue corriendo a su clase de ballet, aún un poco preocupada.

Uriel llegó al salón donde debía estar. Estaban diez pianos con sus butacas, y unos cuantos alumnos. El profesor se parecía a Robin Williams; a Uriel le agradaba ese actor, así que tomó asiento a gusto, ya que el sol no le molestaba dentro del salón.

Por casualidades de la vida, el profesor se llamaba como su padre: Gabriel. Recordó el incidente del día anterior y bufó. No quería que eso le volviera a pasar.

Amber llegó a hurtadillas al estudio, se cambió rápidamente para que nadie la viera y se colocó al lado de Katy que ni le dirigió la palabra cuando llegó.

-Sé que estás molesta -le dijo Amber -pero ayer... me sentía mal y me tuve que ir temprano -mintió -incluso me dio fiebre y todo-

-¿Y cómo es que llegaste con la misma ropa de ayer? -preguntó Katy molesta y Amber sonrió un poco preocupada.

-Ah bueno, es que resulta ser que me conseguí a Uriel.

-¿Te quedaste con el chupa sangre ayer? -preguntó irritada -no puedo creer que lo hicieras con él Amber.

-No hice nada -La trató de calmar.

-Sólo me desmayé y él me llevó hasta su casa y pasé la noche con él porque me estuvo cuidando.

-Tch... Como digas, tendrás que hacer algo más que eso para que te perdone.

-Lo intentaré -sonrió, Madame Angeliqué llegó y empezaron a practicar la obra del cascanueces en donde Amber era la protagonista.

***

El profesor Gabriel hizo que Uriel y los demás tocaran sinfonías clásicas. Corregía con paciencia a los que se equivocaban, y se sorprendía con la perfección de Uriel.

-Muy bien, señor Ivancov –le dijo sonriendo.

-Gracias, profesor.

-¿No debería estar en una clase más avanzada? Es muy bueno.

-No, aún debo aprender algunas cosas. Aquí me pusieron los espectadores, y no pienso contradecirlos o hacer algo así.

-Tranquilo. Será un honor tenerte en esta clase.

-Me alegro.

La clase continuó tranquilamente. A Uriel le sorprendía que fuesen tan pocos sus compañeros de clase.

-Ma cheri, tan perfecto como siempre -elogió Madame Angeliqué a Amber que hacía los pasos de la obra perfectamente bien -pero como se fue ayer temprano sin avisar, ahora tendrá que practicar conmigo después del almuerzo también.

Amber se molestó pero no dijo palabra, no quería enfrentarse a la ira de la diabla.

La clase de Uriel había acabado después de dos horas, iba a salir pero el Prof. Gabriel lo detuvo.

-Espera un momento, Ivancov.

-¿Sí, profesor?

Gabriel esperó a que se fuese el último del salón y habló con cautela.

-Supongo que no me recuerdas.

Uriel se extrañó. -¿Es Robin Williams?

Gabriel carcajeó. –Claro que no… Ya sé que me parezco, pero no soy él –le sonrió. –Yo cuidaba de ti cuando eras un niño.

Uriel puso los ojos como platos. -¿Qué? ¿En serio? No… creo que me confunde con otro.

-No. Eres Uriel Ivancov; hijo de Gabriel Ivancov. El Rey de una tierra muy lejana, que murió hace menos de 600 años.

-¿Cómo…? ¿Cómo es que…? No entiendo.

-Cuando eras un niño y tu padre salía a trabajar, yo te cuidaba junto con una anciana. Tu madre había muerto trayéndote al mundo, así que tu padre nos contrató a esa señora y a mí.

-Eso lo recuerdo –Uriel se entristeció un poco.

-Yo era vampiro antes de que a ti te convirtieran.

-¿Quién te convirtió?

-Fue hace tantos siglos que ya no recuerdo. Qué raro que ni a tu padre ni a ti le pareció raro que un viejo de 60 años nunca envejeciera ni se enfermara ni se sintiera mal –rió.

-Nunca me percaté de eso.

-Cierto. Vivías escapándote de la casa, como el niño travieso que eras.

-Sí. La Sra. Rose era como mi madre, pero a veces era un poquito insoportable –comentó Uriel casi juntando su dedo pulgar con el índice.

Gabriel rió. –No quería que te pasara algo.

-¿Por qué no lo recuerdo?

-A veces la mente borra cosas que no quiere recordar. Tú peleaste conmigo porque ibas a desposar una princesa, sólo para poder cumplir el sueño de tu padre: que entraras entre los caballeros de la mesa redonda.

-Ah, sí… Bueno era mi problema, no el suyo.

-Sí, como tampoco era problema de la joven que tú te metieras allí y la escogieras como esposa –Uriel frunció el ceño y Gabriel prosiguió. –Mira… -se bajó el cuello de su camina. -¿Ves esto? –el viejo tenía dos huecos en el cuello. –Eso me lo hiciste tú cuando te molestaste.

-¿Lo hice?

-Sí, absorbiste algunos de mis poderes. Como el de levitar y escuchar los pensamientos. También la fuerza.

Uriel quedó perplejo. Siempre creyó que poderes como leer pensamientos y tener mucha fuerza, venían en el combo cuando te hacían vampiro.

-No sabía eso.

-Bueno, ahora lo sabes. ¿Y qué pasó con la Doncella? ¿Amelia era que se llamaba?

Los recuerdos corrieron por la mente de Uriel. Cerró los ojos con fuerza. –No lo recuerdo –mintió. –He olvidado su rostro.

-Bueno, si tú lo dices. Iré a almorzar. Tengo mucha hambre. Cuídate –Gabriel se marchó sonriendo y Uriel se quedó recostado de una mesa viendo por la ventana.

Amber estaba que echaba humo por los oídos, la demonia de Madame Angeliqué la estaba vigilando muy rigurosamente para que no escapara de su castigo incluso la seguía al baño.

Bailaba tan bien como podía y eso hacía que Madame la elogiara pero eso no bastaba, tenía que ser mejor mucho mejor ya que, al parecer, esa obra era muy importante para ella. Todos fueron a almorzar incluyendo a Katy que quiso esperar a que Amber terminara la práctica, pero Madame casi la echa a patadas del estudio.

-Entonces te espero en el comedor, Amber -le dijo Katy con cara de preocupación antes de salir, Amber asintió con cara de molestia, quería comer, se estaba muriendo de hambre, aunque esa mañana comió muy bien en casa del ovni; se sonrojó un poco al pensar en él, la había estado cuidando por el resfriado, y se preguntaba qué disparates le habrá dicho cuando estaba con fiebre; ella sabe que tiende a delirar y decir tonterías mientras está enferma, es muy parecido a cuando se emborracha.

-Ma cherí, terminamos esta parte y vamos a almorzar, pero luego tienes que volver aquí si no quieres que te castigue más duramente la próxima vez -Madame sonreía mientras decía esto, Amber suspiró resignada y siguió con la pieza que cada vez se hacía más intensa y más exigente.

Uriel suspiró y su aliento empañó la ventana; no sabía qué hacer, no tenía hambre y su próxima clase era en 2 horas: francés, por cierto. No sabía quién era su profesor o profesora. Miró el vidrio empañado y escribió Amber con una cara feliz, hecha por un igual al revés y un paréntesis. Sonrió al leer el nombre. Luego se aburrió y decidió ir al comedor.

Amber estaba exhausta; no había querido cambiarse la ropa del ballet, sólo se puso la chaqueta, caminó arrastrando los pies por el campus mientras fumaba un cigarrillo con pereza, desde hacía unos días que no se fumaba uno y sentía una especie de alivio cada vez que sentía el humo en su garganta.

Iba directo al comedor donde Katy la esperaba, pero seguro le iba a reclamar por el olor a cigarrillo, pero ella la ignoraría como siempre, no es que se tomara muy enserio lo que los demás le dijeran y más si no le gustaba, a Katy le hacía caso cuando era necesario solamente, se podría decir que es a la única persona que toma en cuenta cuando le aconsejan, ella y a Madame Angeliqué, que a pesar de ser el demonio encarnado era sabia como un Abad.

Uriel vio a Amber caminando por los pasillos con su ropa de ballet. Le dio gracia verla así, no parecía ella. Se le acercó por detrás cuidadosamente y sin hacer algún tipo de ruido; luego le sopló en la nuca.

Amber se sintió como un rayo que le recorrió la espalda, se sobresaltó tanto que tiró el cigarrillo al suelo y profirió un grito ahogado, se volteó bruscamente amarrándose la nuca con la intención de maldecir a su agresor pero en cambio vio a Uriel sonriente.

-Maldito seas -le dijo y siguió caminando con el ceño fruncido.

-Sí, ya lo estoy. No me lo recuerdes –caminó a su lado. -¿Almorzarás con Katy?

-Como siempre -contestó Amber aún un poco molesta. -¿Y cómo te sientes de tu patatús raro de esta mañana? -le preguntó un poco enojada

-Normal. Ya estoy mejor. ¿Quieres que las acompañe?

-Has lo que quieras, pero no creo que pueda irme contigo hoy -suspiró Amber un poco desanimada.

Uriel se abrumó. -¿Por qué?

-Porque la reencarnación del diablo me castigo por escaparme de clases ayer, no me va a hacer correr, pero me va a hacer bailar hasta morir -se lamentó -y ese baile molesto del cascanueces me trae loca, pero si no lo hago, no me va a dejar bailar en ninguna obra el año próximo -refunfuño frustrada.

-Pero si quieres te espero –le sonrió –no tengo ningún apuro.

-No sé a qué hora saldré, lo más seguro es que sea de noche, no quiero molestarse -Amber se había dado cuenta de sus propias palabras, estar sola de noche le resultaba un problema, pero no quería que Uriel estuviese incómodo hasta tan tarde.

-No me molestas, Amber. Te esperaré. Incluso te veré bailar, así sea asomado desde una ventana –Le sonrió y entraron juntos al comedor. Uriel divisó a Lestat en un lado del comedor y Amber encontró con la mirada a Katy en el lado contrario.

-Estos parece que se llevan de maravilla -le murmuró Amber a Uriel -se la pasan encontrándose antes que nosotros los encontremos a ellos, pero no quiero que tu amigo se acerque a mi amiga, el tipo es muy perro -frunció el ceño.

Uriel rió. –No le digas así, Lestat es buena gente… cuando quiere.

-Exacto, y Katy es muy... como le digo... inocente y tímida con otros, y no quiero que termine siendo lastimada por el lobo feroz, sería algo así como la caperucita roja.

-Amber, de golpes se aprende. Katy tiene que experimentar cosas nuevas. Siempre, o bueno, desde que me la presentaste, ha sido muy cohibida, y no hay nada mejor que arregle eso, que un “lobo feroz” –le dijo riéndose.

-No, uno tiene que aprender cosas, pero no necesariamente de esa manera, y si el tipito ese le hace daño a Katy, no dudes en que lo estrangularé con mis propias manos así me lleven a la cárcel por asesinar al hijo del director -respondió con una sonrisa maliciosa.

Amber se sentó al lado que Katy que la saludó algo enfadada y Uriel se sentó al lado de Lestat

-¿Qué pasó, Lestat? –le preguntó.

-Aquí. La amiguita de Amber es un poquito insoportable. Ella saca un tema, y cada vez que se desvía, terminamos hablando de sexo, y se molesta porque dice que yo empiezo. Por eso anda por allá como la propia renegada –bufó.

***

-¿Qué pasa, Katy? -preguntó Amber.

-Nada, solo ando enojada porque el perro este no puede hablar como la gente decente sin tener que terminar la conversación en algo relacionado con el... sexo -terminó en voz baja enojada.

***

-Bueno –comenzó a decir Uriel. –Es que eso es normal en ti. Siempre sacas ese tema.

-Lo saco cuando alguien hace alusión a él –dijo Lestat con el ceño fruncido.

***

-¿Pero que fue lo que le dijiste para que él dijera algo relacionado con eso? -preguntó Amber es voz baja.

-Yo no dije nada -refunfuñó -pero parece que él ve en todo doble sentido -respondió Katy susurrando en voz baja.

***

Uriel se reía con las cosas que le pasaban a Lestat. -¿Y de qué te habló para que terminaran hablando de eso?

-¡Ah! Hablábamos de ti y de Amber. Dijimos que hacían buena pareja y no sé qué, ella se desvió, yo vi el doble sentido y pues, ahí empezó todo.

***

Amber entornaba los ojos comprendiendo a Katy, aunque no conocía muy bien a Lestat, algo le decía que lo que Katy decía era verdad, además de que Katy nunca mentía -tan pura como la virgen María -pensó Amber mientras Katy se encorvaba sobre sí misma incómoda por el asunto.

-Bueno, voy a terminar de comer rápido y... ah si es verdad que me tengo que quedar con Madame Angeliqué hoy después del almuerzo -se acordó Amber con malhumor, Katy rió entre dientes.

-Si, y lo lamento Amber, porque no me puedo quedar contigo hoy en la práctica, mis padres regresan de China y voy al aeropuerto a recibirlos.

-¡¿China?! -exclamó Amber -¿y que hacen al otro lado del mundo?

-Negocios -contestó Katy.

-Mafia será -murmuró Amber.

***

-¿No podían hablar de otra cosa? –preguntó Uriel obstinado.

Lestat se encogió de hombros. –Ella sacó el tema, yo la seguí.

-Es difícil que no llegue a tener algo con Amber.

-¿Por qué? ¿Tan viejo eres para ella? –Lestat se rió entre dientes.

-Sí… Y ella es diferente, me gusta pero no…

-¿No qué?

-No puedo tener algo con ella. Amber espera alguien normal –Uriel sonrió a duras penas al decir eso.

-Qué gay te escuchaste diciendo eso –le dijo Lestat y luego se terminó todo el jugo de su almuerzo.

***

Amber comió vertiginosamente, casi se atraganta con la comida.

-No tienes porqué comer así -le reclamó Katy -te va a caer mal la comida.

-No importa -contestó Amber luego de tragar -¿no quieres estar lejos del lobo feroz?

-Si, pero... ¿por qué lobo feroz?

-Porque parece que quiere comerse a cualquiera que se encuentra por allí, y tú eres como la caperucita roja del cuento.

-Si inventas tonterías, a mi ni siquiera me gusta el rojo -refunfuñó.

-Lo sé, pero se te da el personaje.

***

Uriel y Lestat se levantaron de la mesa, éste llevó su bandeja y miró a Uriel extraño, ya que no dejaba de mirar a Amber.

-¿Quieres que vayamos para allá?

Uriel sacudió la cabeza. -¿A dónde?

-A la mesa de la virgen María y la bipolar.

-No creo que sea conveniente… Amber cree que es como una molestia para mí, y creo que no quiere que la espere hasta que salga.

-¿Y? ¿Por qué te quejas? Mejor para ti, llegas temprano a tu casa y no aguantas sus berrinches de personalidades distintas.

-Ella no es así…

-Claro que sí, no la defiendas. Es más, camina. Vamos a su mesa –Lestat prácticamente arrastró a Uriel hasta la mesa de las chicas.

-Hey -saludó Amber cuando Lestat y Uriel se sentaron pero luego comenzó a comer como si nada más le importara, Katy entrecerró los ojos en una mirada asesina hacia Lestat y saludo a Uriel con un simple hola.

-Mira, chica bipolar. El señor aquí presente, anda acomplejado porque no sabe si quedarse a esperarte o irse. Cree que no quieres nada con él.

Uriel puso los ojos como platos. -¿¡QUÉ!? –preguntó con un hilo de voz ahogada.

Amber tragó lo que había estado masticando tranquilamente -primero y principal, bipolar las nalgas de tu abuela y las tuyas que las heredaste, y segundo yo sólo le dije que no quería molestarle, pero me agrada que me espere... lo que pasa es que estaba un poco preocupada, ya que esta mañana no parecía estar muy bien..., lo siento si pensaste que no quería estar contigo, Uriel -se sonrojó un poco y luego siguió comiendo.

Katy siró entre dientes por lo primero pero luego se sorprendió un poco por lo último, aunque era de esperarse que ella quisiera estar con Uriel, ya lo veía venir, sabía que ella le gustaba el chupa sangre.

-No, Amber. Está bien –le sonrió –yo te espero.

“Esta galleta se partió”
, pensó Lestat. “Bastó que lo tratara bien y se sonrojara para que Uriel se volviera mujer por instante. Por eso es que ‘amo’ a las mujeres, las condenadas nos ponen a sus pies”, dijo para sus adentros y rió entre dientes.

-¿De qué te ríes? –le preguntó Uriel.

-De nada –respondió con un hilo de voz.

Amber, pensaba en lo que había dicho mientras comía, no le molestaba para nada que Uriel la esperara, más bien, se sentía tan feliz por eso que no sabía cómo explicarlo, que un chico le produzca ese sentimiento era algo nuevo para ella, así que no sabía exactamente cómo almacenarlo en su disco duro como se debe, le había preguntado algo a Katy sobre estar enamorado pero no sabía con exactitud si eso era lo que le ocurría o si era sólo mera exaltación por gustarle un chico tan guapo como él -que dilema -murmuró para sus adentros y terminó de comer.

-Listo, Katy. Ya podemos irnos -dijo levantándose de la mesa -nos vemos luego, chicos -les dijo a los dos pero específicamente a Uriel, Katy la siguió despidiéndose con la mano de los otros dos.

Uriel vio su reloj y casi le da algo. -¡Ya tengo que ir a clases!

-Vaya y venga sin que nadie lo detenga.

Uriel corrió como alma que lleva el diablo por los pasillos; no sabía cómo llegar al salón que le tocaba. Se perdió por varias torres, hasta que lo consiguió. “Pasillo 3, piso 6, torre C, salón F106. ¡Rayos!”, dijo Uriel en su mente.

El salón tenía dos puertas, una que al final del salón y otra adelante. Uriel no quiso arriesgarse, así que entró por la de atrás. Puso los ojos como platos al ver que Agnes estaba allí. “Este es otro karma”, pensó. El profesor estaba de espalda escribiendo algo, y Uriel silenciosamente se sentó en una mesa.

El profesor volteó y Uriel se agachó detrás de un compañero. –Buenas noches, señor Ivancov –dijo y todos voltearon hacia atrás a verlo.

“¿Cómo carajo sabe mi nombre?”
, pensó. –Buenas tardes –dijo apenado.

-Usted era el que faltaba en la lista… Por eso sé cómo se llama –prosiguió. –Me llamo Pierre Alesh y soy su profesor de francés.

-Ok, está bien. –Contestó Uriel sin importancia.

-Espero que preste mucha atención porque aparenta ser un vago –el profesor frunció el ceño y todos en la clase rieron entre dientes.

-Claro… -musitó.

Pierre siguió con su clase, y Uriel andaba haciendo todo menos escuchando lo que él decía.

Amber se fue maldiciendo para sus adentros a la clase extra de Madame Angeliqué, dejó a Katy en el puerto y con pies pesados y flojera, caminó lentamente por el campus, no quería llegar a la clase, pero sabía que Madame la esperaba, ella sólo dijo después del almuerzo, mas no dijo nada de la hora exacta, así que Amber se dio su bomba caminando, se fumó como 3 cigarrillos seguidos y saludó a un montón de gente en el camino; entre ellos Thony que a pesar de lo sucedido, se comportaba como si nada, así que Amber decidió no echarle leña al fuego aunque antes había querido descuartizarlo.

-¿Qué hay, Ber?, ¿estás en lo tuyo? -preguntó Thony con un cigarrillo en la boca y la lata de aerosol en el bolsillo.

-Seeee -respondió con pereza -¿tú igual?

-Como siempre -sonrió -¿y cómo esta tu amiga?.... estemmm... ¿Katy?

Amber asintió -bien, la acabo de dejar en el puerto. A mí me toca clases extras.

-¿Por qué? ¿Ya no sirves para el ballet y te dejaron practicando más?

-Al contrario, soy tan buena que me quieren ver bailando a cada rato, no me dejan en paz -sonrió burlona.

-Qué ego.

-Tú preguntaste, yo respondí -suspiró, botó el cigarrillo y lo pisó con la punta de la zapatilla -nos vemos luego, Thony.

-Ok, Ber -éste se despidió un poco molesto -al parecer que la besara tampoco le afectó para nada -pensó y se fue a lo suyo.

***

Pierre le había puesto el ojo a Uriel por llegar tarde, además de que cada vez que lo veía, éste estaba haciendo cualquier cosa menos prestándole atención.
-Señor Ivancov –dijo casi gruñendo.

Uriel miraba por la ventana y cuando lo llamó dio un respingo. -¿Sí, Prof. Alesh?
-Pase al frente y lea esta lectura.

Uriel suspiró, se puso de pie y caminó hasta el escritorio del profesor. Pierre le acercó un libro en francés abierto en la página 68.

-¿Esto? –preguntó Uriel despreocupado.

-Sí –le contestó Alesh con una malvada sonrisa.

Uriel sostuvo el libro en sus manos y comenzó a leer como si fuese alguien de Francia. Hace muchos años que manejaba el idioma con mucha destreza, así que no le importó pararse frente a todos y hacer lo que quería el profesor.

-Listo –dijo devolviéndole el libro a Pierre quién estaba sumamente sorprendido, y mirando a los demás que estaban boquiabiertos. Se volvió a sentar y notó que a su lado estaba el chico de la silla de ruedas que había visto el primer día y que Lestat había dicho que era un vampiro. Observó extrañado sus piernas y luego sus pies; notó que sus tobillos eran tan delgados, que seguramente sus pies serían los de un niño recién nacido. Los zapatos le quedaban grandes.

-¿Qué ves, cara de rana? ¿Se te perdió uno igualito? ¿O es que nunca has visto un paralítico? –le preguntó el joven mientras fruncía el ceño y apartaba sus delgados tobillos de la vista de Uriel.

Uriel sólo lo miró con reprobación y cambió el color de sus ojos a rojos por dos segundos, luego los puso normales otra vez, y se dio cuenta que el chico no se había sorprendido en nada. Uriel volteó como si nada a ver a Pierre quién le agradecía por su perfecta lectura.

***

Amber llegó un poco tarde a la clase de Madame Angeliqué que estaba impaciente. Cuando entró al estudio, Madame le dio un sopetón por la nuca dejándola adolorida por el golpe.

-Eso duele –se quejó Amber sobándose la nuca.

-Eso te pasa por llegar a la hora que se te da la gana, te dije explícitamente que vinieras después del almuerzo.

-Y eso hice, lo que pasa es que me encontré con unos amigos y hablé con ellos un rato antes de venir.

-Eres imposible, Amber. ¿Cómo pretendes llegar a algún lado con esa actitud tuya?

-Observe, sólo tengo que bailar y bailar hasta que los sorprenda, ellos no les interesa que tenga mala actitud con tal de que baile los que ellos quieren.
-Niña malcriada.

-¿Qué? ¿Es usted mi madre? -preguntó Amber enojada y con altanería

-Soy mucho más que eso, Cherí. Para mí tú eres como la hija que nunca tuve –afirmó Madame y Amber se quedó callada, esa conversación ya la habían tenido años atrás cuando ella todavía estaba en el instituto y sabía lo mucho que Madame la quería, después de todo, era como la madre que siempre se preocupa por ella, muy contraria a la verdadera.

-Lo siento –se disculpó un poco apenada, se quitó la chaqueta y se colocó frente a la barra para calentar con algunos pliés.

-Más te vale –suspiró Madame y se colocó al lado de ella –luego de 10 minutos en la barra, empezamos con la parte del segundo acto que aún no has perfeccionado, tienes que perfeccionar tu baile individual, dentro de unas semanas vendrá tu pareja .

-Espero que sea bueno.

-Al parecer es el mejor, ha estado en París e Inglaterra perfeccionando su baile.

-Eso no quiere decir que sea bueno, mira yo soy la mejor y no he salido de Castlevania.

-Ese ego –suspiró Madame –bueno es verdad, pero tenemos que trabajar en esa personalidad retorcida tuya.

-Como diga, hágalo si puede –Amber sonrió mientras hacía el plié y luego se paraba de puntillas erguida.

La clase de francés de Uriel había terminado antes de lo que esperaba. Vio al paralítico salir rápidamente por la puerta y a los demás. El profesor lo detuvo antes de irse y vio que Agnes le hacía señas de que lo espera afuera.

-Señor Ivancov.

-¿Sí, profesor?

-Quiero que me hagas un ensayo sobre una obra de teatro. Puedes escoger la que quieras… pero, en francés –sonrió con maldad mientras sus ojos verdes no dejaban de observar el rostro de Uriel.

Uriel bufó. –Ok, está bien.

-Entonces, hasta mañana –el profesor recogió su maletín con su libro y salió del salón.

Uriel no quería encontrarse con Agnes, pero ¿ya qué?

Salió y Agnes estaba viendo por el balcón, pero como que tenía un radar porque apenas salió Uriel del salón, ella volteó a verlo.

-Me dejaste plantada en el almuerzo la otra vez –dijo muy seria.

-Ah…, es que lo olvidé. Se me había olvidado que ya me había comprometido con un amigo.

-Yo te vi almorzando con la chica que estaba contigo en el ferry –frunció el entrecejo y se cruzó de brazos.

-Seh a la final tuve que… -la miró extraño. –Yo no tengo que andar dándote explicaciones, ni que fuésemos ¿qué?... –bufó. –Me fui – Agnes quedó boquiabierta y Uriel se perdió por los pasillos. Llegó al salón de ballet de Amber, allí la vio a ella y a su profesora. Se rió porque la señora la regañaba a cada segundo. Se recostó del marco de la puerta y se cruzó de brazos mientras la observaba.

Amber bailaba al compás de la música, pero esa parte de la obra en especial era muy difícil y se esforzaba mucho por hacerla, sobre todo porque luego de alardear sobre su talento, no quería que el que fuera a bailar con ella la viera como una inútil, o aún peor, como una novata.

La última parte de la escena 4 del acto 2 se le hacía especialmente difícil y no sabía por qué, es casi el último baile de la obra, en donde están en el Reino de las Golosinas y bailan con la Reina de los dulces.

-Ahg, odio la navidad, ¿a quién se le ocurre inventar parapeto de país como ese? –comentó Amber molesta luego de intentarlo nuevamente y fallando en uno de sus movimientos –qué molestia.

-Ma cherí, el Cascanueces es la obra más importante desde mucho antes de que yo naciera.

-¿Tantos siglos tiene la pieza? –se burló Amber y Madame le pegó nuevamente por la nuca -¡ouch!

-Yo estoy en la flor de mi vida –alardeó Madame –quisieras tú estar así de hermosa como yo cuando tengas mi edad.

-Tch, no deseo vivir tantos siglos con una cara como esa y menos con siendo la reina de los demonios.

-¿¡QUÉ HAS DICHO, AMBER?! –gritó Madame molesta.

-Le digo que sigamos con la pieza, necesito mejorar esa parte –se excusó rápidamente para no recibir otro golpe, colocó la música nuevamente y siguió bailando.
Uriel aguantaba una enorme carcajada. Tuvo que salir unos minutos para reírse, tomar aire y volver. Cuando hizo esto, la profesora lo miró y caminó hasta él.

-Usted joven, ¿qué hace aquí? –preguntó Madame Angeliqué a Uriel que estaba pegado a la puerta, Amber dejó lo que estaba haciendo y miró en dirección a la puerta, se encontró con los ojos de Uriel que la observaba divertido mientras Madame le preguntaba con autoridad ¿Cuál era su motivo para estar allí?, ella se sonrojó un poco y le sonrió.

-Sólo estoy observando –contestó calmado.

-Esta es una práctica privada señor… como se llame –Madame frunció el ceño enojada –le agradecería que se fuera.

Amber estaba muerta de la risa a espaldas de Madame Angeliqué, pero trataba de no hacer ningún ruido para que Madame no la regañara de nuevo, esta se volteó y miró a Amber molesta, Amber se quedó quieta en un instante para que Madame no enojara más porque se estaba riendo.

-Y tú sigue practicando, nadie te dijo que te detuvieras -le ordenó severa, Amber asintió y volvió a lo suyo sin dejar de ver a Uriel.

-Ok, está bien… -Uriel se fue por el pasillo, salió hacia las afueras de la universidad y buscó entre las ventanas el salón de ballet. Lo encontró y se quedó observando a Amber mientras le hacía muecas por la ventana.

Amber se percató luego de un rato que Uriel estaba en la ventana haciéndole muecas, no podía aguantar la risa sin tambalearse en cada movimiento que hacía.

-Ma cherí, ¿Qué sucede? –Preguntó Madame frunciendo el ceño – ¿por qué te tambaleas tanto en un paso que ya has perfeccionado hace tiempo?

-Lo siento –se disculpó Amber tratando de disimular su sonrisa, carraspeó la garganta –es que creo que tanta practica, luego de estar resfriada ayer me está sentando mal, quizás hasta todavía estoy enferma –mintió un poco.

-No sabía que estaba enferma, tal vez deberíamos parar por hoy, no quiero que mi ballerina estrella se enferme y no pueda practicar más –dijo Madame suspirando cruzada de brazos, Amber sonrió y miró a la ventana disimuladamente.

Uriel saludó a Amber con la mano y le sonrió. Le hizo señas para que saliera mientras que él la esperaba.

Amber se despidió de Madame y prácticamente salió corriendo del estudio para ir a encontrarse con Uriel, al verlo en el jardín sonrió y se acercó a él cuajándose de la risa.

-Ya esta es la segunda vez que te salvo de esa bruja –dijo Uriel riéndose.

-Eres mi ángel de la guarda entonces –rió Amber –el salvador de la pobre bailarina que estaba ente la garras de la malvada reina de los demonios –se carcajeó y empezó a caminar –vamos antes de que se dé cuenta que no estoy enferma nada y me corte la cabeza .

-Ok, vámonos –para Uriel fue algo extraño tomar de la mano a Amber y llevarla corriendo hasta el muelle. Una vez allí, se subieron en el ferry que estaba a punto de arribar.

1 comentario:

  1. estas historias son geniales me ha encantado el capitulo de halloween cuando subes el proximo?

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