jueves, 8 de abril de 2010

Capítulo XIII: La bailarina en el claro.

Uriel tenía los ojos cerrados, quería recordar qué era dormir antes de ser un vampiro. Estaba tranquilo y completamente relajado en su cama, con un libro abierto sobre su abdomen descubierto y el reverso del brazo sobre la frente. Eran alrededor de las 6am.

-¡URIEL! –Gritó Caleb furioso desde el primer piso.

Uriel abrió los ojos de golpe y bajó corriendo las escaleras en busca de Caleb. -¿¡Qué!? ¿¡Qué sucede!? –preguntó alterado.

-¡Mira! ¡MIRA! –Caleb apuntó hacia el TV plasma que estaba en el canal de noticias. Uriel se acercó y se sentó en el mueble.

Una periodista, estaba entrevistando a 3 hombres: 2 estaban en perfectas condiciones, el tercero estaba golpeado.

“-Nos encontramos en la zona de Dagalesth, donde tres sujetos fueron atacados una noche de esta semana. Dos de ellos afirman que los atacaron cinco hombres después de salir de un bar; uno sólo está completamente seguro de que lo que los atacó fue una criatura sobrenatural. ¿Pueden volver a relatarnos lo que les sucedió?

-Claro. Estábamos en el Bar ‘La Cantina’ a eso de las 9pm. Mis compañeros y yo habíamos tomado algunas cervezas; cuando íbamos por el callejón que ven aquí –el sujeto señaló hacia una calle oscura y sin salida- salieron cinco tipos de la nada, nos encañonaron con sus armas y nos ordenaron darles dinero.

-¡Eso es mentira! –gritó el que estaba golpeado. –Nos atacó un Vampiro. ¡Tenía colmillos y los ojos rojos como la sangre! Me dio un empujón que me hizo volar hasta el final del callejón. Le disparé y no se quejó, tampoco sangró. ¿Creen que dejaría que cinco tipos me robaron, teniendo yo un arma? ¡ESO JAMÁS! ¡El vampiro venía con una chica que vive en el edificio de enfrente! ¡Ella es testigo!

-No le presten atención a lo que dice éste man –dijo el otro compañero; el cual Uriel recordó como el que le cortó la cara con una navaja. –Vive ebrio y debe estar drogado –Uriel vio el pánico en los ojos del hombre y leyó sus pensamientos como si fuesen un cartel. No quería decir la verdad de lo que había sucedido porque él y su amigo tenían miedo de que los buscara y los matara; pero al que había empujado no le importaba nada.

-Esto es todo lo que sabemos hasta ahora –comenzó a decir la periodista. –No estamos seguros si de verdad fueron varios hombres los que atacaron, o si fue una criatura de la época medieval… Un vampiro. Que pasen buenos días…”


Uriel suspiró al escuchar lo último que dijo la periodista.

-¿Esa es la “cita” que tenías, ah? –Gruñó Caleb.

-La chica a la que nombran era la cita…

-¡Eso no tiene nada que ver! ¡Uriel! Estás en una nueva era, otra ciudad, otros habitantes. No puedes andar mostrando por ahí lo que eres. Se supone que debes ser normal. ¡Un chico universitario de 24 años!

-¡Yo no tengo la culpa de ser lo que soy! –gritó Uriel molesto. -¡Yo no pedí esto! ¡No decidí que éste fuese mi futuro! ¡No puedo dejar de ser lo que soy!

-¡Sé que no! ¡Pero debes comportarte! ¡La gente no está acostumbrada a éste tipo de cosas! ¡Y tú lo sabes!

-¡Aaag! –Uriel, se levantó y fue a su habitación; se duchó y se cambió lo más rápido posible. Se subió a su auto y prendió el equipo.

-¡No hagas ninguna locura, Uriel! ¡Te lo advierto! –le gritó Caleb desde la puerta de la casa.

“Al diablo con las advertencias”, pensó mientras fruncía el ceño. Arrancó a toda velocidad hacia la universidad mientras escuchaba Between angels and insects de Papa Roach.

Amber y Katy desayunaban mientras veían la televisión; Amber estaba ida del sueño y Katy se burlaba de ella cada vez que se babeaba la leche encima.

-Debería quedarme más seguido en tu casa, Katy -comentó Amber bebiendo un sorbo de leche con cereal -sólo aquí puedo comer como se debe -rió.

-Tú puedes comer como se debe en cualquier sitio pero no te da la gana, la flojera te mata.

-Exacto -rió de nuevo -por eso necesito a alguien que me recuerde desayunar y arreglarme un poco, no he dejado de bañarme porque detesto el sudor y duermo porque tengo sueño, lo único que recuerdo de mi vida, lo único que me motiva a algo es bailar -sonrió con un aire un poco triste -mi vida es un desastre, Katy y ahora, por primera vez en esta vida, siento que algo más me importa a parte de bailar... y bañarme, y dormir, y comer... ¿sabes a lo que me refiero?

-No te entiendo, Amber... y no me vayas a decir que estás embarazada.

Amber carcajeó y negó con la cabeza -no es algo tan grave, creo -respondió.

-No me asustes, Amber.

-Lo siento, pero por ahora no puedo darte los detalles... soy nueva en el asunto y estoy confundida.

Katy asintió, ella sabía que si Amber no quería hablar de eso, no lo haría, la conocía demasiado bien como para saber que tenía que esperar a que ella estuviera preparada para contárselo.

Amber tenía la cabeza echa una maraña de emociones que no entendía muy bien, y a parte, estaba medio dormida, así que no podía concentrarse bien; sorbió un poco de leche con cereal y masticaba, escuchó las noticias y al darse cuenta que los tipos que le atacaron a ella y a Uriel el otro día estaban declarando lo sucedido, o bueno uno de ellos relataba la cosas como son escupió los granitos de cereal y un poquito de leche de la impresión.,

-¡Amber!, ¿por qué hiciste eso? -preguntó Katy irritada -escupiste por todas partes.

Amber se limpió la boca con la mano -lo siento - contestó- ... shhh, déjame escuchar la vaina.

El tipo de la pistola, afirmaba como loco que Uriel era un vampiro mientras que los otros dos le desmentían.

-Ni por el carajo dicen que fueron a robarnos, ¿verdad? -pensó Amber frustrada, pero algo le molestaba un poco, el tipo de la pistola decía que Uriel era vampiro, ella había visto que las balas no le hicieron nada, quizás tenía un chaleco antibalas o simplemente éstas no le dieron, pero ella sintió como que el tipo de la pistola decía la verdad, ella misma había pensado que él era una especie de ser sobrenatural.

Uriel se relajó y pasó frente a la casa de Katy; en ese momento escuchaba una canción llamada Amber del grupo 311. Sonrió al oír la parte que decía “Amber is the color of the energy”; pensó en buscarla a ella y a Katy, pero de arrepintió y siguió su camino hacia la universidad.

Al llegar, estacionó su auto como siempre y notó que el clima estaba nublado. Hizo la cola del ferry y se montó.

Cuando llegó al muelle, vio a Agnes; sus pensamientos decían que ella lo estaba buscando. Se escabulló entre unos alumnos y llegó a los pasillos que parecían laberintos de la universidad. Fue a la oficina de Mikhael, sin importarle si tenía que salir corriendo por Mara. Caminaba tan lento que pensaba que alguien más era quien lo movía. Abrió la puerta de la oficina principal y se dio cuenta que no estaba ni Lancelot, ni Smith y mucho menos Mara. Volteó hacia la puerta para devolverse pero esta se cerró sola, haciendo que Uriel pusiera los ojos como platos. Sintió una presencia detrás de él y volteó.

***

Amber y Katy terminaron de desayunar, se ducharon y Katy le prestó un poco de ropa a Amber para que usara ese día. Se veía mucho más femenina que de costumbre.

-Hasta pareces una bailarina -rió Katy -si les afirmas que bailas ballet, no se sorprenderán.

Amber refunfuñó, tenía un vestido color rosa pálido hasta la rodilla, unas sandalias de poco tacón y el cabello recogido en una coleta alta.

-Ojala siempre te vieras así, eres muy hermosa Amber.

-¿Qué?, ¿te enamoraste de mÍ? -se carcajeó Amber mientras Katy ponía mala cara.

-Idiota -fue lo único que dijo antes de irse, Katy manejó en su mini-couper hasta el estacionamiento, hicieron la cola del ferry y luego de un rato abordaron; cuando llegaron a la universidad, todos se sorprendieron por la pinta de Amber; no podían creer que fuera ella, era un extraño acontecimiento.

Amber hizo caso omiso a sus comentarios y empezaron a bailar luego de cambiarse.

***

Uriel tomó aire y cerró el puño antes de tocar la manilla de la puerta. “Siempre me pasan cosas raras en esta oficina”, pensó. El olor de una colonia se le hizo familiar, también olía a muerte. Volteó con lentitud y la figura del espíritu de su padre se le acercó a su rostro y le gritó “¿Dónde está mi hijo?”. Uriel se echó para atrás de un salto, que pegó la espalda de la pared y cayó sentado en una silla delante del escritorio de Mara. El fantasma de su padre se desvaneció.

El corazón de Uriel latía desbocado; no podía asimilar lo que le acababa de ocurrir. La manilla de la puerta giró y el padre de Lestat entró.

-¡Uriel! –le gritó y corrió hasta él. -¿¡Qué tienes!? ¿¡Qué te sucede!?

Uriel balbuceó algo que aunque lo hubiese dicho en voz alta, no se le podría entender.

-Shh… Cálmate –Mara, Lancelot y Smith estaban con él. –Smith, tráele un poco de agua –le ordenó Mikhael mientras le señalaba con la mano a una jarra de metal de agua. Smith corrió; Mara le quitó el vaso de cristal con agua y se lo entregó a Mikhael. –Bebe –Uriel tomó toda el agua y respiró. –Ahora dime, ¿qué te ocurrió?

Uriel observó a cada uno en la oficina. –Nada –musitó.

-Algo tuvo que haberte pasado. Estás más pálido de lo que debería ser un vampiro.

-Le he dicho que nada –Uriel salió corriendo de la oficina y se sentó en uno de los bancos que estaban en el jardín de la universidad.

***

Amber usó la primera oportunidad que tuvo para escapar de la clase, no soportaba a Madame Angeliqué que la molestaba por llegar tan linda ese día, tenía pensado irse, pero no sólo de clases sino también de la universidad por ese día, quería escapar de allí, llegar al estudio de su abuela y bailar allí.

Se vistió lo más rápidamente que pudo con el molesto vestido que le dio Katy y salió corriendo del estudio sin que nadie, ni Katy siquiera se diera cuenta. Corrió apresuradamente por los pasillos como si huyera de algo terrible; hasta que llegó al jardín principal de la universidad, no había ni un alma o eso era lo que pensaba. Trató de recuperar el aliento por un instante y se sentó en un banco.

Uriel olió la sangre de Amber cerca; la vio sentarse en un banco y despareció. Se sentó en otro banco que estaba escondido detrás de un arbusto y se quedó allí pensando…

“¿Qué quiso decir mi padre con lo de dónde está su hijo? Yo era el único que tenía… No podía haber otro. En mis 600 años de vida jamás supe que tenía un hermano. Incluso toda su herencia fue para mí nada más, según su testamento”; su cabeza no dejaba de dar vueltas. Recordó la imagen del fantasma de su padre: blanco, con los ojos dilatados, las arrugas marcando su cara y la enfermedad que tenía le comía la piel por dentro, que parecía como si tuviese ronchas verdes con morado. Le revolvió el estómago y quiso pensar en otra cosa.

Lestat iba corriendo por el jardín, andaba sin camisa y con un mono de deporte. Escuchaba música por un Ipod y sudaba como una regadera. Muchas chicas se le quedaban viendo y deseaban cosas perversas con él. Se percató de que Uriel estaba sentado en un banco del jardín y corrió hacia él.

-¿Qué hay? –le preguntó mientras se quitaba los audífonos.

-Nada… -le respondió Uriel casi en un susurro mientras se decía a sí mismo que se calmara.

-Te ves alterado, ¿te pasó algo? –se sentó a su lado. –Vi a tu novia por ahí sentada –comentó sonriendo.

-No es mi novia –le reprochó.

-Como digas… ¿Qué te pasa?

Uriel respiró hondo varias veces para tranquilizarse. –Te lo diré nada más porque eres mi mejor amigo y sabes sobre éste tipo de cosas.

-Aja, háblame. Soy todo oídos –se puso el dedo índice detrás de la oreja y luego lo miró.

-Iba a la oficina de tu padre para buscar los resultados de la evaluación que me hicieron.

-¡Ah! Por cierto, quedaste en el penúltimo nivel. Casi eres un experto; pero como tocaste una canción medio marica, te asignaron a ese nivel. Hace rato me encontré con el profesor que te dará clases.

-Qué bien. Luego me hablas de eso… Lestat, vi a mi padre.

-¿Ah? –preguntó con voz aguda.

-Vi a mi padre –le repitió Uriel alzando un poco la voz por si no volvía a entenderle.

-¿Tu padre no murió hace bastante?

-Sí, pero vi su fantasma en la oficina de tu papá.

-¿Su fantasma?

-Sí… Tenía la misma ropa con la que murió y el mismo aspecto. Dijo que quería hablar con su hijo.

Lestat rió. -¿Y por qué no te habló de una vez?

-No lo sé, quizás porque me asusté –lo miró con reprobación.

-Bueno, bueno. ¿Y qué más dijo?

-Sólo eso.

-Bueh… ya casi se acerca Halloween, lo espíritus se alborotan en esa fecha.

-El espíritu de mi padre no se ha alborotado desde hace siglos.

-Bien. Podemos hacer una rumba para invocarlo –dijo Lestat entre risas.

Uriel frunció el ceño y empezó a caminar.

-OK, OK. Espera –le dijo Lestat mientras le sostenía el hombro. –Veré mi agenda. Si no está llena para éste fin de semana, haremos una reunión para comunicarnos con tu padre, ¿estás de acuerdo?

Uriel sólo asintió.

-Bien. Yo te aviso. Ahora ve con tu novia que debe estar esperándote. Vino como la gente hoy –rió, se colocó nuevamente los audífonos y siguió corriendo.

Uriel vio a Amber desde atrás de los arbustos. Observó el vestido rosa que llevaba puesto y le pareció extraño; sin embargo, le pareció que se veía preciosa. Caminó hacia ella.

Amber seguía sentada como atontada en el banco, el cielo estaba nublado pero tenía la esperanza de que, o lloviera, o hiciera mucho Sol, así que decidió esperar un poco; tenía ganas de irse pero se sentía más tranquila estando allí sola y relajada.

-¿Estoy enamorada? -se preguntó mirando el cielo -¿será verdad?, nunca me he enamorado, así que no tengo ni idea de qué se siente. He tenido muchas relaciones, pero ninguna pasó más allá de una mera atracción física.

Al pensar en eso, se le aceleró el corazón y se presionó el pecho con la mano como tratando de controlarlo.

-Un estúpido sentimiento bueno para nada - bufó con el seño fruncido -lo único que hace es traerle problemas, malestar y preocupación a la gente -cerró los ojos con fuerza pensando en su madre, en cómo estaba enamorada su padre ¿y cómo le pagó el muy bastardo?, abandonándola a su suerte; por un instante pensó que lloraría pero se reprimió, ya había llorado mucho por eso y no quería hacerlo otra vez.

Uriel escuchó sus pensamientos y se abrumó. Él también se negaba a estar enamorado de Amber. “Sólo me gusta estar con ella”, se recordó. Se le sentó al lado en silencio; Amber estaba tan distraída que ni cuenta se dio de su presencia.

-¿Te duele algo? –le preguntó.

Amber dio un respingo al escuchar la voz de Uriel a su lado.

-U... Uriel -tartamudeó sorprendida y con el corazón acelerado -¿cómo?... ¿cuando? -respiró hondo para tranquilizarse -hola -fue lo todo lo que logró articular sonriendo.

-Hola –le devolvió la sonrisa. -¿No deberías estar en clases?

-Ah... eh... bueno... técnicamente sí -sonrió con cara de niña tremenda.

-¿Y por qué no entras?

-La verdad... me escapé -se sonrojó un poco apenada -no es raro en la clase de francés, pero hoy no tenía ganas de estar rodeada de gente molesta, excluyendo a Katy por supuesto.

-Mmm… supongo. Yo tengo ganas de hacer cualquier cosa menos estar en clases. Creo que empiezo hoy, pero no entraré… No me concentraré –bajó la mirada y recordó lo que sucedió en la oficina principal.

Amber le miró extrañada -¿te sucedió algo malo? -preguntó preocupada

-Nada de lo que debas preocupar –la comisura de sus labios se levantó.

-Mmmm... Si no me quieres decir, no te voy a presionar, no puedo hacer lo mismo que odio que la gente me haga -sonrió, suspiró y miró al cielo -creo que ya me voy -se levantó del banco y su vestido se aireó por la brisa -¿vienes?

Uriel sonrió al ver las uñas de los pies de Amber pintadas de negro. -¿Adónde vamos? –también se puso de pie.

-Mmmm -Amber entrecerró los ojos mirando al cielo sonriendo -a donde el viento nos lleve -se estiró un poco y cerrando los ojos sintió la brisa en su rostro, luego miró a Uriel con la sonrisa en sus labios -¿te parece?

-OK –la miró. –Me dejaré llevar por ti –le sonrió.

-Entonces vamos -le tomó de la muñeca, él se dejó llevar y le condujo por el jardín hasta el puerto del ferry.

Esperaron a que llegara uno y subieron. Era temprano, apenas eran las 11 de la mañana y hacía frío.

Uriel miró de arriba abajo a Amber, quien apoyaba sus codos sobre la baranda del transbordador. -¿Por qué viniste así hoy?

Amber frunció el ceño un tanto molesta -me amarraron, amordazaron y me vistieron así -respondió burlona.

Uriel entrecerró los ojos. –Pensé que eras demasiado ruda como para dejar que te obligaran a hacer algo que no quieras.

-Esta mañana tenía las defensas bajas -carcajeó -de vez en cuando se me olvida que soy más débil de lo que pienso -refunfuñó -la anemia me tiene mal por las mañanas.

-¿Anemia?

-Oh sí, pero no es nada... me la diagnosticaron cuando niña, como mi tipo de sangre es tan poco común, algunas veces me canso más que la gente normal... creo que fue por eso que me desmayé la otra vez, ¿recuerdas? -sonrió -pero no me afecta en absoluto, sólo en las mañanas. Pero el médico me dijo que tuviera cuidado con los excesos, sobre todo con el ejercicio, pero eso no me detiene en el ballet -dijo con determinación -yo seré la mejor ballerina del planeta.

Uriel carcajeó. –Qué modesta…Y qué raro que la anemia te siga afectando. Estás comiendo bien desde que me conociste –sonrió.
Amber rió -te conozco desde hace apenas una semana como mucho, la anemia no se me quita de un día para otro -suspiró -además mi estilo de vida es muy desastroso, soy demasiado distraída, nunca me acuerdo de mí misma en realidad, me acuerdo de comer porque me da hambre... y de dormir porque me da sueño -rió -lo único que sé que esta claro en mi mente es la necesidad de bailar que siempre tengo, si no bailo un día, siento que ese día jamás existió.

-Cierto… Pero, lograré que eso se te quite pronto –Uriel sonrió orgulloso.

El ferry llegó al otro muelle y se bajaron. Uriel le abrió la puerta del copiloto de su carro a Amber y la cerró cuando subió; luego se montó él.

-Tengo una idea -se animó Amber y le miró entusiasmada -vamos a mi lugar preferido, aunque queda un poco lejos, ¿no te importa?

-Mmm… No, dije que me dejaría llevar por ti. Sólo guíame.

Amber sonrió -bueno, queda a las afueras de la ciudad, hay una carretera de un sólo sentido, sólo tienes que conducir por él y te diré cuando te detengas.

-OK –Uriel manejó hasta la salida del estacionamiento. -¿Hacia dónde agarro? ¿Izquierda o derecha?

-Hacia la izquierda. Tienes que ir como si fueras hasta la plaza donde nos encontramos, la rodeas y luego agarras por la carretera que está cerca del bosque.

Uriel condujo por donde le dijo Amber y salió hacia una carretera recta con muchos paisajes de lagos y pasto verde.
Amber abrió la ventana de su puerta y se apoyó de ella mirando el paisaje -es hermoso por aquí -comentó como si hablara consigo misma, cerró los ojos y suspiró -sigue conduciendo -le murmuró a Uriel pero no se volteó a verlo.

-OK, pero no te duermas porque si me paso el lugar, no regresaré.

Amber sonrió con los ojos cerrados -prometo no quedarme dormida -dijo pero luego se quedó callada; pasó un tiempo, Uriel seguía conduciendo y Amber soñaba despierta, soñaba con bailar en el cielo, con volar, con que los ángeles existieran, con irse muy lejos de la ciudad y con viajar sin rumbo.

Uriel manejaba tranquilamente y recostaba su cabeza del asiento. Agarró el primer CD que encontró detrás del bolsillo de su asiento y lo colocó en el equipo. Se dio cuenta de que era Chayanne y la primera canción que sonó fue “quisiera ser”. Le gustaba esa canción, era tranquila y combinaba con la ocasión. Vio el rostro adormilado de Amber y sonrió; después se percató de que su cabello se enredaba porque el viento jugaba con él. “Se molestará cuando se despierte y vea lo que el viento le hizo a su cabello”, pensó.

Amber sacudió la cabeza tratando de alejar las ganas de dormirse, abrió los ojos poco a poco, tenía frío por la fuerte brisa; frunció el ceño cuando se dio cuenta que su cabello estaba hecho un desastre, apoyó la cabeza del asiento y miró a Uriel que sonreía divertido.

-¿Qué es tan gracioso? -preguntó medio dormida.

Uriel aguantó una carcajada. –Nada… -le respondió y luego siguió la letra de la canción. –Quisiera ser el sol iluminándote, la brisa del otoño, el tiempo que no pasa cuando estoy mirándote…- Se acordó del casi beso que le iba a dar a Amber el día anterior; se sonrojó y se calló.

-Siento el frío de la noche dentro de mi alma... sólo el roce de tus labios
me traería la calma, la calma
-prosiguió Amber en un susurró con los ojos cerrado luego sonrió -me gusta esta canción -comentó sin darse cuenta que Uriel estaba sonrojado.

-¿Sí? A mí igual –le dijo sin mirarla.
Amber tatareó la canción hasta que acabó, miró la carretera y se dio cuenta que ya habían llegado -¡DETENTE! –gritó.
Uriel dio un frenazo; creyó que casi iba a atropellar a alguien o a algo. -¡CARAJO, Amber! ¿¡Quieres matarnos!?

Amber comenzó a reírse a carcajadas al ver la expresión de pánico en la cara de Uriel -lo siento... yo... -se reía tratando de disculparse -es que ya llegamos... y no tenía otra manera de decirte, tú mismo me dijiste que te avisara para que no nos pasáramos. ¿Me perdonas? -le sonrió con cara de niña traviesa.
-Claro, niña traviesa –bufó y luego le sonrió. Se bajó del auto, le abrió la puerta a ella, esperó a que saliera y luego le puso la alarma al carro. –Háblame de dónde estamos…

Amber sonrió cuando salió del auto, miró a Uriel y le cogió de la muñeca -vamos por aquí -le arrastró por entre unos arbustos, hasta que llegaron a un pequeño claro por donde pasaba un río, las flores de colores formaban círculos en él y los altos árboles le protegían. -Este es mi lugar secreto -le guiñó un ojo y le soltó acercándose al río.

A Uriel le encantó el lugar; estaba fascinado con los colores, el sonido del agua del río y el olor a naturaleza. –Me gusta tu lugar favorito… ¿Cómo es que lo conoces si queda tan lejos?

Amber recordó con tristeza los años antes de que su padre le abandonara, él le había enseñado aquel lugar, pero trató de disimular ante Uriel -lo conozco desde niña, no recuerdo cómo lo encontré -mintió forzándose una sonrisa.

Uriel vio sus pensamientos. –Uno nunca olvida cómo consigue sus cosas favoritas…-comentó. –Pero si no me quieres decir, no importa. No te obligaré –le sonrió.

Amber le dedicó una sonrisa de sincero agradecimiento, buscó en su bolso sus zapatillas de ballet y se las colocó -voy a bailar un rato si no te importa.

Uriel se emocionó. –Claro que no. Adelante –le sonrió y se sentó sobre la grama apoyando un codo sobre una de sus rodillas flexionadas y la otra pierna estirada.

Amber empezó a danzar sin música pero se imaginó una tonada suave a piano en su mente, imaginó que Uriel la tocaba y ella bailaba al compás de cada nota que tocaba, la brisa fría sacudía levemente la copa de los árboles y las flores, parecía como si éstas quisieran bailar junto con ella; tenía los ojos cerrados pero sonreía y por cada paso, giro y salto que daba sentía un leve hormigueo en el estómago porque sabía que Uriel la miraba, le observaba en su mundo y estaba un tanto nerviosa, quería saber qué pensaba.

Uriel creía que Amber era la mujer más hermosa que había visto. Pensó que era un pétalo de rosa que el viento hacía bailar. Por un momento imaginó que tenía un piano blanco y que tocaba mientras la veía bailar, pero lo único que se escuchaba era la naturaleza y los pies de Amber sobre la grama. Veía su cabello castaño danzando con ella y sus piernas casi descubiertas por completo reflejadas en el agua del río.

Amber seguía danzando un poco incómoda por el vestido, temía que Uriel viera sus bragas púrpuras, pero luego no le importó simplemente bailó con más intensidad. De repente, la zapatilla se le hundió en la grama, se tambaleó y cayó de bruces encima de él.

Uriel gimió cuando sintió el peso de Amber en la boca de su estómago.

-¡Ouch! -se quejó ella y se dio cuenta de que su rostro estaba relativamente cerca del de Uriel, podía sentir su aliento en su rostro, se sonrojó un poco y su corazón se le aceleró.

Uriel observó detalladamente los preciosos ojos grises de Amber, notó su respiración acelerada y sus labios rosa entreabiertos. Le acarició el cabello y luego su mejilla. Se inclinó más hacia ella; quiso besarla. Sus labios apenas se habían tocado, cuando una gota de lluvia cayó sobre el rostro de Uriel.

Amber miró sorprendida la gota de lluvia que cayó en la frente de Uriel, miró al cielo y una gota le cayó en el ojo justo antes de que se desatara una gran tormenta con relámpagos, mucho viento y lluvia incesante.

El cabello de Uriel se emparamó de agua. Las gotas le resbalaban por la cara y caían en su pecho. Miró a Amber y estaba casi igual que él. Sufrió una decepción por no poder besarla nuevamente. –Debemos irnos.

-¡Demonios! -pensó Amber decepcionada al escuchar a Uriel, pero tenía razón, no necesitaba coger un resfriado y ya estaba completamente empapada; el ligero vestido se puso transparente y se le vio un poco el brassiere negro, al darse cuenta se cubrió con los brazos y se levantó de encima de Uriel un poco apenada y con la piel erizada por el frío.

Uriel se quedó en el suelo atontado. Reaccionó y se puso de pie. –Vamos rápido al auto. Tengo un suéter allí –casi tuvo que gritar porque la lluvia y los truenos no lo dejaban escucharse.

Amber asintió y siguió a Uriel por entre los arbustos hasta llegar al auto, afuera de éste, la tormenta lucía terrible pero adentro del auto ya estaban seguros. Uriel le tendió un suéter y ella se lo puso inmediatamente, estaba pálida por el frío y su cabello escurría.

-¿Quieres que ponga la calefacción?

Amber asintió tratando de mojar lo menos posible el caro auto de Uriel -lo siento, estoy empapada, voy a mojar tu auto -dijo antes de estornudar estridentemente. No podía dejar de estornudar por más que quisiera

-Salud. Tranquila, eso se seca –encendió el auto y los limpiaparabrisas.

Empezó a manejar y se sentía incomodo por lo que acababa de suceder. Aunque no sabía si sentirse relajado porque no la besó o si molestar por ello. Hace varias horas trataba de convencerse de que le agradaba su compañía nada más, que le gustaba estar con ella, pero ahora, después de perder la oportunidad 2 veces, sentía que se estaba enamorando de Amber; y no quería que eso sucediera. “Se supone que soy vampiro. No tengo sentimientos, maldita sea”, pensó.

Amber empezó a tiritar, aunque estuviera la calefacción y el suéter, pero estaba completamente mojada aun -creo que me he resfriado -pensó algo molesta, estornudó de nuevo -maldita sea -susurró con voz casi inaudible.

-Tranquila. Iremos a mi casa; te prepararé algo para el resfriado –Uriel manejó a toda prisa por la carretera, preocupado por el estado de Amber.

Siguió y siguió; la carretera se le hacía interminable y a cada rato le sentía la temperatura a Amber. No quería que le diera fiebre. Cruzó por las calles de la plaza y entró en Warrent, se relajó porque ya casi llegaban.

Al llegar a su casa, aparcó el auto en el garaje y cargó a Amber porque estaba dormida.

1 comentario:

  1. Bueno chama y cuando se van a terminar de besar ?? dios que intriga si minimo no se besan o tiran dejo de ser tu fan xD jajajajja

    besos tqm sigue comentando pedazo de loca que estamos de vacaciones

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