lunes, 22 de marzo de 2010

Capítulo IV: Audicionar no es un derecho, es un deber

Al llegar al estudio, nos cambiamos rápidamente para que Madame Angelique no nos regañara, ya había empezado la clase cuando terminamos de cambiarnos, así que asumimos nuestras posiciones en la barra; utilizamos las primeras 5 posiciones básicas para calentar y luego empezar con pasos más complicados como los deslizamientos y algunos giros de Fouette. Pasamos tanto tiempo practicando que las horas se volvieron cortas y para cuando nos dimos cuenta ya era medio día.

-Muy bien niñas –Madame Angelique que nos supervisaba constantemente, llamó nuestra atención para finalizar con los Plies que hacíamos –es hora de terminar por hoy, para mañana necesito que practiquen mucho, sobre todo los Fouette –su acento francés era indiscutible, y en muchas ocasiones, siempre le daba elegancia al baile –y otra cosa, a partir de mañana se abrirán la audiciones para el baile de navidad, como ya todas saben, va a ser el común Cascanueces pero este año vamos a cambiar ciertas cosas para que no sea lo mismo de siempre, ¿les parece?

Se comenzaron a escuchar murmullos de excitación entre las bailarinas, sobre todo en el grupo de Amelie y sus clones malignos. Yo entorné los ojos, aburrida, ya deseaba alejarme de esa gente molesta.

-Ya se pueden retirar –ordenó Madame Angelique.

Salí del estudio junto con Katy, tenía planeado practicar un poco en la tarde, así que sólo me coloque la chaqueta encima de la ropa de ballet y deje mis botas y jeans gastados en el bolso.

-Estoy segura de que te darán el papel principal –comentó Katy que estaba igual que yo, íbamos rumbo a nuestra clase de francés así que pasábamos por el campus, mis ansias de fumarme un cigarrillo crecieron y no pude evitar prender uno frente a Katy.

-No pienso audicionar –respondí aspirando el humo del cigarro, sentí un ligero alivio en el estómago y Katy puso cara de asco.

-Te he dicho que no es nada bueno que una bailarina de tu calibre ande como una chimenea todo el día.

-Es sólo el primero.

-No me interesa, espero no verte con otro porque te lo hago comer –me reprendió enojada, ya estaba acostumbrada a sus sermones, así que sólo asentí despacio mirando en otra dirección -¿y por qué no vas a adicionar?, ya tendrías el papel con sólo pisar el escenario.

-De todas las obras en las que tengo que usar tutu, la de “El Cascanueces” es la que más odio –aspiré nuevamente el humo del cigarro y casi lo dejé por la mitad, exhalé el humo por la nariz mientras miraba al cielo –odio la navidad.

-Me interesa un comino –Katy frunció el ceño, la miré de reojo, ella estaba pensativa pero luego habló nuevamente –si no lo haces, no te lo perdonaré. Si no lo haces, la bruja de Amelie tendrá el papel principal y no la podré soportar –rogó mirándome directo a los ojos con expresión severa, yo la miraba de reojo con el cigarrillo en la boca y las manos en el bolsillo de la chaqueta.

-Como digas –me saque el cigarrillo de la boca –lo haré, pero no te prometo nada, pero con la condición de que para el próximo trimestre, me prometes que te cambias a danza contemporánea.

Sonrío animada y asintió.

-Así quedamos contentas las dos.

-No, tú quedas contenta el doble, yo sólo quiero que te cambies porque sé que serás genial, pero una cosa no compensa a la otra –al acabar con el cigarrillo lo tiré al piso y me puse de puntillas sobre él para apagarlo –de verdad odio la navidad.

-Se te va a manchar la zapatilla con la ceniza del cigarro, niña tonta –Katy me reclamó nuevamente pero luego se le suavizó la mirada -¿y por qué odias tanto la navidad, si es la mejor época del año?

-Ahg, no quiero hablar de eso.

-¿Tiene que ver con tu familia, no es verdad?

-Algo así, sin mencionar que sólo recibo una tarjeta de mi padre con un mensaje tonto que no escribe el, sólo con su firma y unos cuantos dólares-llegamos al edificio de la escuela de idiomas –de verdad no quiero ir a clases hoy –comenté desganada.

-Pero es importante.

-Para ti todo es importante –giré sobre mí en puntillas con cara de aburrimiento –yo me voy a saltar la clase de francés de hoy, Mademoiselle.

-No hagas eso, Amber. Si Madame Angelique…

-Si, si… sé que me reprendería, pero sólo voy a ir a bailar una rato más en el estudio, dudo que este allí.

-Has lo que quieras.

-Eso es lo que voy a hacer –sonreí -luego me prestas tus apuntes –me fui por donde vine dejando a Katy en la entrada del edificio

-Ni que estuviera loca –gritó para que la escuchara por la distancia que nos separaba, sólo alce mi brazo despidiéndome sin mirar atrás.

Había encendido otro cigarrillo y caminaba despreocupadamente en dirección al estudio, los alrededores de la universidad eran hermosos, con grandes jardines donde descansar rodeados por los edificios de cada facultad y escuela, la zona donde mayormente pasaba mis tardes era la de la escuela de artes, que abarcaba el baile de salón, la danza, el ballet y todo tipo de bailes; la música tanto clásica como moderna con todo tipo de instrumentos; la pintura y dibujo con todos sus ámbitos; la escultura; el teatro y actuación; el diseño gráfico y hasta el arte callejero.

-Hey, Ber –escuché desde lejos, sólo una persona me llamaba de esa manera y era el mejor amigo de Brian, mi ex, el cual nos había presentado desde un principio; Anthony.

-¿Qué hay, Thony? –saludé cuando me alcanzó y caminó junto a mí.

-Todo bien por aquí, ¿y por allá?

-Ni mal ni bien –contesté y seguí con mi cigarrillo.

-¿Me regalas uno? –preguntó extendiendo su mano.

-Sólo si me lo devuelves cuando te pida uno –avisé.

-Siempre tendrás un cigarrillo de mi parte cuando me pidas –sonrío con esa sonrisa característica de él; tenia cara bonita, de niño y cuando sonreía se le hacían hoyuelos en las mejillas. Me parecía adorable.

Urge en mi bolso y le tendí la caja para que sacara uno, saco su encendedor del bolsillo donde tenía la lata de aerosol negra que siempre cargaba.

-¿Estás en lo tuyo? –pregunté viendo la lata de aerosol, el sonrío luego de encender el cigarro y devolverme la caja.

-¿Cuándo no? –Inhaló una vez y exhaló por la nariz, sonreí al verlo e hice lo mismo -¿y tú vas o vienes? –preguntó viendo mi ropa deteniendo su vista en mi trasero.

-Las dos –respondí pegándole en la nuca.

-Eso duele.

-Lo sé pero, ¿quién te manda? –mire al cielo, el día se había aclarado todavía más, el sol incidía directamente sobre nosotros pero aun así, no tenia calor, ya que había demasiada brisa. Hacía frío.

-Brian me dijo que quiere volver contigo.

-Pues dile que yo no quiero.

-Te va a compensar por lo que hizo.

-No me interesa, en realidad quería terminar con él desde hace rato pero no sabía qué excusa poner, así que fue bueno lo que pasó –terminé el cigarrillo e hice lo mismo que con el otro: lo apague con la punta de la zapatilla –además el sexo era malo.

Anthony se carcajeó sosteniendo el cigarrillo en su mano derecha.

-Si quieres buen sexo, me puedes decir a mí –comentó sonriendo.

-Te aprecio demasiado como para hacerlo contigo –respondí de inmediato sonriendo –para mí, eres como mi pequeño hermanito.

-Soy un año mayor que tú –refunfuñó.

-Lo sé, pero aun así te veo como un hermano, el que me introdujo en el obscuro mundo de los cigarros.

- Nos conocemos desde preparatoria, tarde o temprano me seguirías, lo que no concibo es cómo seguiste con tu ballet en vez de entrar conmigo en el arte callejero si eras tan buena.

-Porque a diferencia de ti, no tenía plata para las latas de aerosol y tengo más talento para el ballet.

-Como digas, princesita –me acompañó hasta la puerta del estudio vacío –¿segura que prefieres estar aquí sola?

-Siempre lo hago, es mejor así que con las pestes.

-¿Y tu amiguita…? ¿Cómo es que se llama?

-¿Katy?, ella esta viendo clases de francés por mí.

-Ella si parece una bailarina, es tan linda y delicada que parece que se fuera a romper –rió.

-No te burles de ella o te cacheteo, independientemente que te conozca de hace años –advertí.

-Perdón, no quiero sentir tu poderoso brazo –río –bueno ballerina, te dejo… voy a hacer mi proyecto de comienzos de trimestre.

-¿Qué tienes planeado hacer? –pregunté antes de que se fuera.

-Es una sorpresa, pero te prometo que tú vas a ser la primera persona que lo vea cuando lo termine –me aseguró antes de bajar por las escaleras para irse del edificio.

Anthony era un buen amigo, lo consideraba como un hermano, por eso quizás nunca tuve una relación formal con él por más que me lo pidiera, normalmente mis relaciones culminaban abruptamente y no quería que mi amistad con Anthony se perdiera por eso, él era un genio del Graffiti y había entrado a estudiar arte callejero, incluso tenia varios premios a nivel nacional e internacional por ello, se parecía un poco a mí en gustos pero venía de una familia de médicos, gente con dinero, él fue el único artista, pero a diferencia de mí, su familia le provee de materiales y dinero porque es talentoso.

-Yo, aunque sea la mejor bailarina del mundo, mamá no me da más dinero de lo necesario –hable para mí mientras me despojaba del bolso y la chaqueta; encendí el pequeño radio que había en el estudio y sonó una suave música de piano, creo que era Debussy o Chopin, la música clásica no era lo que escuchaba siempre pero la prefería para bailar, me transportaba a un mundo diferente cuando bailaba, un mundo del que sólo yo era dueña, un mundo perfecto en el que solamente estaba yo bailando.

Respiré hondo y me puse de puntillas cerrando los ojos, cuando el tercer compás comenzó, deje llevar mi cuerpo en una danza suave y estilizada, la música inundaba mi cuerpo y mi cuerpo se dejaba arrastrar por ella como si flotara en un mar de notas; el compás lo retribuía con un movimiento diferente, cuando el tempo aceleraba, mis pasos eran mas rápidos y cuando se hacia más lento, mis pies ejercían menos presión a los movimientos. Cuando bailo, siento como si soñara algo encantador. Imaginaba cosas imposibles, como un gran campo de flores de colores, todos mis problemas desaparecían, mi madre dejaba de ser amargada y siempre me apoyaba, mi padre nunca nos había abandonado y era un apoyo incondicional para la familia, el dinero no era un problema y viajaba por el mundo bailando sin parar, y me pagaban por ello, me hacían sentir especial.

Sabía que la música terminaría tarde o temprano y todo aquello se esfumaría al abrir mis ojos, sentí una lágrima amarga caer por mi mejilla, deseaba no tener que volver a la realidad; el último movimiento, el último compás y la nota final, terminé mi danza con un Developpe en puntillas. Respire hondo abrí los ojos y me vi en el gran espejo del estudio con la posición inicial, sudaba un poco y mi respiración era entrecortada.

-Tan hermoso como siempre –la voz de Madame Angelique me asustó un poco y di un respingo, estaba parada en la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho y con mirada severa pero a la vez confiada.

-Madame Angelique, ¿qué hace aquí? –pregunté un tanto nerviosa.

-Eso debería preguntar yo, ma cheri –respondió acercándose a mí con su caminar coqueto de siempre.

-Bueno, yo… usted dijo que practicáramos para mañana –lancé arriesgándome a que me reprendiera, se paró a mi lado mirándome directamente a los ojos, luego giro sobre sus zapatillas y miro su figura y la mía en el espejo.

-Tu passe está un poquito fuera de lugar, cheri -hizo el movimiento con gracia y hermosura, como una muñeca de porcelana –tienes que estilizarlo más, pero de resto todo esta perfectamente.

Imité su postura, ella se acercó a mí y movió un poco mi cadera a la derecha y alzó mi barbilla.

-Siempre con la cabeza en alto, ma cheri –dijo y se alejó de mí para evaluar mi postura nuevamente –parfait –la mayoría de las veces hablaba en francés, así que ya estaba acostumbrada a su método de enseñanza –y dime, cheri, ¿vas a audicionar para el cascanueces?

Dejé de hacer el movimiento y le miré un poco dudosa.

-No lo sé –respondí y me acerqué a apagar el radio –no me entran ganas.

-Ma cheri, El Cascanueces es la obra más esperada del año –comentó esperando a que me pusiera nuevamente la chaqueta y cogiera el bolso –es la última obra que se baila antes de año nuevo.

-Pues, a mí no me parece tan importante –comenté acercándome a ella, me miró con ojos reacios y severos.

-Si no audicionas, no te dejo participar en la obra de la próxima primavera aún sabiendo que quedarías perfecta como prima ballerina.

-Le diré lo mismo que a Katy, audiciono pero no prometo quedar de protagonista –me lanzó un sopetón por la nuca como hacía siempre que la molestaba –ouch, eso duele.

-Eso fue porque no entraste a clases de francés, por contestarme con esa altanería tuya y por creerte más que yo… pues te diré lo mismo que te digo siempre petite, tú no eres nada aún y me debes respeto, cuando seas la mejor prima ballerina de este planeta, si me puedes poner en mi lugar pero, por ahora yo soy la que manda aquí y te digo que si no audicionas y obtienes el papel principal, no vas a participar en ninguna obra hasta que te gradúes –sus ojos eran severos y su voz autoritaria, su cabello de fuego la hacia más amenazadora.

Me amenazó de tal manera que no pude hacer más que tragar saliva y asentir, sus ojos antes severos y furiosos se apaciguaron dando lugar a una sonrisa dulce. Cuando Madame Angelique se enojaba, era tres mil veces peor que Katy y todas sus advertencias se hacían realidad si incurría en problema más de una vez; como decía Katy, era la única que podía mantenerme a raya y a la única que obedecía al pie de la letra.

-Ahora vamos, ma cheri –me cogió del hombro y abrió la puerta –hoy te invito a almorzar.

No me opuse a eso, después de todo, era más del medio día, tenía hambre y no tenia ni un centavo en el bolsillo; fuimos caminando por los pasillos de la escuela y nos dirigimos al comedor principal.

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