sábado, 29 de mayo de 2010

Capítulo XXI: Como si fuera una cita.

Uriel se paralizó al verla allí sentada. Pensaba en algo, pero él se agitó tanto que no se concentró en escucharle. “¿Será que recuerda lo de anoche?”, pensó y respiró hondo. Sólo se quedó ahí petrificado viéndola mientras ella observaba sus converse negros. Dio sólo un paso y carraspeó.

Amber estaba completamente absorta en sus pensamientos, pero al sentir que alguien estaba enfrente de ella, subió la mirada y encontró a Uriel algo serio y sus ojos color cacao le observaban y ella sintió un vuelco en el corazón, se sonrojó un poco pero logró contener sus ganas de salir huyendo -hola -saludó un tanto tímida.

-Hola, Amber –le sonrió y se sentó a su lado sin mirarla. No creía que estaba preparado para verla a los ojos tan de cerca.
Amber se alejó un poco de él temerosa por decir algo que delatara lo que había soñado, algo tan pervertido como eso no se lo podía decir así como así -¿y no fuiste a clases? -preguntó nerviosa tratando de disimular su vergüenza.

-No…, bebí mucho. No estaba muy bien y después de… de –la miró y tartamudeó. Miró hacia otra parte. –Después de dejarte en tu casa, seguí bebiendo con mi padre y no pude levantarme temprano.

-Ah... si, bueno yo no recuerdo mucho de anoche, gracias por dejarme en mi casa... después del último trago sólo recuerdo haberme desmayado y despertar con un terrible dolor de cabeza esta mañana, así que como me ves aquí tampoco fui a clases -sonrió un poco -pero ese sueño, ahg ni siquiera puedo mirarlo a los ojos –pensó.

-¿Qué sueño? –le preguntó. Estaba tan distraído por lo que había pasado la noche anterior que no se dio cuenta que fue un pensamiento.

Amber se sorprendió por lo que había preguntado Uriel, ¿será que lo dijo en voz alta?, no lo creía así que solo puso cara de confusión mientras su mente se debatía por tratar de acordarse de nada.

-Disculpa, creí que dijiste algo con sueño… Creo que todavía tengo un poco de resaca –Uriel se dio cuenta de que ella no recordaba absolutamente nada. Le dio gracias a Dios; quizás podía ahora alejarse de ella y no le haría daño. De todas formas, había olvidado que él le dijo que era un vampiro y que la besó más allá de los labios. Tal vez y todavía creía que era un ovni.

Amber sintió un pequeño alivio, su corazón estaba un tanto acelerado y eso que ni le miraba a los ojos -no pasa nada, a mi también me pasa lo mismo de vez en cuando -dijo y sintió que su estómago sonó como fiera por el hambre, recordó que no había comido, esa mañana no desayuno porque sabía que vomitaría lo que comiera pero ahora tenía un hambre endemoniado -c... creo que me iré ahora- pensó, no quería molestarlo
Uriel escuchó los rugidos y volteó para mirar hacia su estómago, pero primero su vista se había detenido en el escote que había alargado la noche anterior; y le permitió besar la piel tersa de Amber. Se sonrojó y prefirió mirarla a la cara.

-¿Quieres ir a almorzar?

-¿Ah? -Amber estaba distraía y volvió en si cuando escuchó la voz de Uriel que le hablaba -mmm... n... no tengo mucha hambre, pero esta bien -mintió mirando hacia otro lado avergonzada -si tú invitas.

Uriel se puso de pie, se paró frente a ella y le extendió la mano. –Claro. Yo invito. Mi carro está arriba en la calle –le sonrió.

Amber se sonrojó y dudó un poco al darle la mano, pero al final lo hizo, el corazón le empezó a latir con mucha mas fuerza cuando sintió el contacto con su piel -esas manos -pensó con pesar.

Cuando Amber sostuvo su mano, Uriel recordó cuando la acarició y bajó su escote. Sintió un poco de vergüenza cuando la tuvo parada frente a él. –Amm… Vamos –no sabía si agarrarle la mano o caminar a su lado y ya. Decidió hacer lo segundo y la guió a su auto.

Amber sintió una pequeña decepción cuando Uriel le soltó la mano, pero era mejor de esa manera, así no se sentiría tan avergonzada y no recordaría más su extraño sueño con él, se sentó a su lado como siempre, pero éste ni la miró un poco cuando se metió en el auto -¿estará enojado o algo? -se preguntó al ver su expresión seria.
Uriel la escuchó, pero hizo caso omiso y encendió el carro. Comenzó a manejar por la calle en busca de un buen restaurante. –Si quieres pones música –le sugirió e hizo un ademán hacia la radio del One-77.

-¿Qué quieres escuchar le preguntó? -sin saber qué poner.

-Amm, lo que sea. No importa.

Amber buscó alguna emisora en la radio, primero encontró la canción de quisiera ser de Chayanne, la misma de la otra vez, se estremeció un poco al escucharla, así que cambió de emisora, y consiguió la de And then you, la misma que bailaron en la fiesta, decidió dejarla, le gustaba el ritmo. Apoyó la cabeza del asiento y miró por la ventana suspirando.

-¿Qué te provoca comer? –preguntó Uriel para romper un poco el silencio.

-Mmm... No sé, lo quieras -respondió sin mirarlo, no quería que gastara mucho dinero en ella, ya se sentía un poco avergonzada por estar allí después de todo.
Uriel giró en una calle y se detuvo en una pizzería. -¿Quieres pizza? –le preguntó sonriendo.

-Claro -ella le sonrió y sintió de nuevo que su estómago se quejaba.
Uriel aparcó el auto cerca del restauran; se bajó y le abrió la puerta a Amber. Puso la alarma y entraron juntos. Uriel rozó sin querer o quizás queriendo la mano de Amber, pero fingió que no pasó nada y se dirigió a la caja. Allí tenían unas pantallas con los hombres de las pizzas y los ingredientes.

Amber sintió escalofríos cuando Uriel le rozó la mano, pero luego le hizo caso omiso, no quería parecer desesperada sólo porque medio le tocara la mano, vio las pantallas con los ingredientes, todas lucían apetitosas pero miró a Uriel para ver que era lo que él quería.

-Me gustan todas –comentó Uriel. –Menos la Hawaiana. No me cuadra la piña en la pizza… ¿Cuál prefieres?

Amber rió entre dientes -a mi tampoco me cuadra eso, me gustaría más una con muchos champiñones y maíz -sonrió -¿y tú?

-Está bien y pepperoni –rió.

-Mmmm... Yo prefiero anchoas que pepperoni, pican mucho y no me gusta mucho la comida picante.

-Con anchoas será –le sonrió y fue directo a la caja. -¿Qué tan hambrienta estás? Para ver de qué tamaño la pido.

Le sonaron las tripas y le miró -te diré la verdad, tengo un hambre endemoniado.
-Ok. Una pizza grande por favor –le dijo a la chica que atendía en la caja. Ésta se estaba riendo de Amber y no dejaba de contemplar a Uriel.
-¿Dime? –repitió la pobre anonadada.

-Una pizza grande con maíz, champiñones y anchoas –le repitió Uriel mientras miraba las bebidas. –Amber, ¿qué quieres tomar?

-Mmmm... Una pepsi, hoy perderé la línea, pero no importa -miró a la chica que los atendía y le molestó tanto que se riera de ella que quiso dejarla noqueada con un puñetazo pero debía controlarse, después la meterían presa por agresión y no quería molestar aun mas a Uriel.

-Que sean 2 pepsi –pidió Uriel.

-Muy bien –la chica sacó cuentas en la caja y dijo: -Son 50$.

Uriel buscó su billetera y sacó un billete de 50; luego se lo entregó a la mujer.

-La pizza estará lista en 15 minutos. Puedes tomar asiento –le guiñó el ojo.

-Gracias –volteó hacia Amber. -¿Dónde nos sentamos? –el sitio estaba casi vacío.
A Amber la invadió un arrebato de celos pero contuvo sus ganas de machacar a la tipa con todas sus fuerzas, respiró hondo -por allá -le señaló uno de los puestos más lejos de mostrador, no quería que la comida le cayera mal por culpa de la bruja de la cajera.

Caminaron hasta la mesa que señaló Amber. Uriel le arrimó la silla para que ella se sentara y luego se sentó frente a ella. No dejaba de mirarla; Aún se preguntaba por qué no se había dado cuenta de que era Amelia. Era la misma cara, los mimos ojos y hasta la misma personalidad.

Amber se revolvía en su asiento, sentía la mirada de Uriel encima y eso le inquietaba un poco, quería saber qué estaba pensado de ella seguro que era una loco por haberse emborrachado así, eso no era muy femenino que digamos -¿qué? -fue lo único que logró decir para ocultar su incomodidad.

-Nada. Es que se me perdió una igualita –sonrió con ironía.

Amber sonrió divertida -no creo que nadie pueda ser como yo de distraída, loca y anti-parabólica.

-Mmm… Puede que tengas razón –miró hacia la caja y volvió a ella. -¿De verdad no recuerdas nada de lo de anoche?

Amber se sorprendió -no, sólo que me llevaste en auto pero no recuerdo mucho de eso, ¿por qué?, ¿hice algo malo?, ¿algo embarazoso? -trató de pensar a ver si recordaba algo pero lo único que consiguió fue un molesto dolor de cabeza.

-No, nada. Sólo que no dejabas de decir que eres una bailarina.

-Mmmm, qué vergüenza, seguro que te harte con eso, es obvio que ya sabes que soy una bailarina -suspiró un poco sonrojada por la pena.

Uriel carcajeó. –No mucho. Fue algo soportable. Dijiste muchas cosas… pero sólo recuerdo esa –mintió.

Amber sonrió aliviada -menos mal que no dije o hice algo más vergonzoso -comentó -aunque ese sueño si fue verdaderamente vergonzoso -pensó sonrojándose.

A Uriel le intrigaba saber cuál era ese sueño que ella nombraba a cada momento en sus pensamientos. Pero más le preocupaba estar seguro de que no recordara lo que pasó en su habitación; así si él desaparecía de su vida, ella no estaría afectada. “Todo por no matarla”, pensó.

Amber le rodaba por la cabeza el sueño, y miró a Uriel, recordó como la besaba en sus sueños, y luego la tocaba tan tiernamente -y... ya vengo, voy al baño -se excusó para no seguir pensando esas cosas con Uriel allí, no podía ni mirarle a la cara sin imaginarse cosas locas. Corrió directo al baño, en donde se sintió más tranquila
Uriel se percató de lo que pensaba Amber. “Parte de eso no fue un sueño”, se dijo así mismo. Por más que tomó esa noche, no se había embriagado. Eso pasó, de eso estaba completamente seguro, y si hubiese sido un sueño, no pudieron soñarlo los dos. Él la esperó paciente, pero la pizza estuvo lista antes de que ella apareciera. Fue a recogerla y la puso en la mesa.

Amber luego de que se calmó un poco, salió apresurada del baño, casi se tropieza pero logró mantener equilibrio y se sentó en la mesa al ver que había llegado la pizza.

-Bon appétit –le dijo Uriel sonriendo.

-Bon appétit -repitió ella encantada y agarró el primer pedazo de pizza caliente, se quemó un poco la boca pero no le importó, estaba muy buena y daba gracias a Uriel internamente por haberla llevado a comer algo tan bueno.

-Mmm, ¿Está buena verdad?

Amber asintió con la boca llena con una expresión de estar muy feliz al comer, bebió un poco de su pepsi, mientras trataba de recordar la última vez que comió pizza -creo que fue en la uni, en la cafería -pensó -pero no estaba tan buena como esta.
Uriel tenía que empezar a separarse de Amber de alguna forma. Estaba enamorado de ella, pero su pasado no iba a permitirle estar feliz sin verla muerta. Casi todo lo tenía claro, pero aún no sabía qué hacer. No sabía si quedarse allí junto con ella o irse y dejar que Amber continuara con su vida normal. Bufó ante la idea; no quería dejarla.

Amber notó a Uriel pensativo y apenas había probado su comida, se arriesgó aun en contra de su conciencia y le tocó la mano con la suya preguntándole: -¿te sientes bien?

-Sí…, sí, estoy bien –le fingió una sonrisa para no preocuparla.

-No lo creo. ¿Te preocupa algo?

-En realidad sí, pero no es nada importante. Tampoco es algo que deba preocuparte, así que tranquila. Todo está bien.

Amber continuó comiendo un poco escéptica, sabía que no debía meterse en asuntos que no le concernía pero estaba algo preocupada, sentía algo así como un mal presentimiento.

Amber se había comido casi toda la pizza. Uriel sólo había comido dos pedazos y quedaba uno; él no le prestaba atención, iba a dejar que Amber se lo comiera, total… Él nunca tenía hambre.

-Cómetelo –le ordenó.

Amber le extraño el tono autoritario de Uriel, eso le incomodó un poco, dejó la pizza en el plato y se cruzó de brazos -escucha, si estas molesto no la pagues conmigo, ¿OK? -le dijo molesta.

-No la estoy pagando contigo –la miró extraño. -Sólo te estoy diciendo que comas –rió.

-Ahs, estoy paranoica -se sobó las sienes, y comió el pedazo sobre su plato -no creo que pueda comérmelo yo sola, estoy llena.

-Mitad y mitad pues –Uriel tomó la pizza y la dividió en dos.

–Ten –pretendía dársela en la boca, pero si ella la agarraba, no se molestaría.

Amber se sonrojó un poco y pensó en hacer algo atrevido, mordió el pedazo de pizza que tenía Uriel en la mano y masticó apenada.

Uriel le sonrió y se comió la otra mitad de la pizza. Se limpió los labios y le ofreció un chicle. -¿Quieres?

Ella negó con la cabeza saboreándose los labios, pero no se percató de la gota de salsa que aún tenía en el mentón.

Uriel sonrió, se inclinó frente a ella y le besó el mentón hasta limpiar la salsa que le quedaba. Luego le susurró al oído: -Ya vengo –y le sonrió. Fue al baño para lavarse las manos.

Amber sintió que la cabeza le explotaba y que se desmayaría pero su cuerpo se mantuvo intacto y sólo asintió al escuchar a Uriel.

Uriel regresó con una sonrisa en los labios. -¿Nos vamos?

-Sí -contestó Amber devolviéndole la sonrisa y siguió a Uriel hasta el despampanante auto -¿y ahora qué? -le preguntó para saber que harían luego.

-¿Quieres ir al cine? –le preguntó mientras le abría la puerta del copiloto.

-¿Cómo una cita? -preguntó con descaro sonriendo.

Uriel se sobresaltó y se sonrojó un poco. –Emmm… Sí, algo así –le sonrió y se subió al auto.

-Genial, llevaba siglos sin ir al cine -comentó animada.

-Bueno, ¿qué tipo de película te gusta?

-Mmmm, las macabras y con mucha sangre o fantasmas, suspenso o cualquier cosa de esas... pero para una cita no es apropiado, así que veamos algo como una comedia romántica o no sé, ¿tú qué dices?

Uriel carcajeó estrepitosamente. –Como quieras. Yo te invito, tú escoges. Si viéramos una macabra, de fantasmas o lo que sea; cuando te asustaras podrías abrazarme. Pero, si quieres ver una comedia, también está bien.

Amber rió -Entonces veremos una buena película de terror.

-Está bien –Uriel le devolvió una sonrisa de lado y se concentró en la vía. Manejó hasta un centro comercial muy grande llamado Castlemanía. Entró en un sótano y estacionó el auto.

Ambos subieron en un ascensor y Uriel se rió al ver que Amber se arregló el cabello apenas se miró en el espejo.

Amber se sonrojó al ver que Uriel se reía de ella -¿qué? -se cruzó de brazos.
-Nada. Es que te ves linda así, no hace falta que te arregles.
Amber se sonrojó aún más y desvió la mirada para que Uriel no le mirara roja de vergüenza -que tontería -pensó -ya parezco una película romántica.

Uriel aguantó una carcajada y miró hacia otro lado para no incomodarla. –“Es que me gusta tu cara, me gusta tu pelo, soñar con tu voz cuando dices te quiero…”- tarareó un pedazo de la canción que se escuchaba en el ascensor y llegaron al cuarto piso donde estaba el cine.

Amber sintió un leve cosquilleo de emoción cuando llegaron al cine, había tantas películas interesantes que no sabía cuál elegir, no había ido al cine desde hace años, ni en citas con sus otros novios, ya que no era de las que tienen citas, pero estar allí con Uriel así no fueran novios, le emocionaba mucho.

Uriel notó la emoción de Amber. –Podemos ver dos. Una de terror y una de comedia romántica como querías –le sonrió.

-Dale. Me parece perfecto, no tengo mucho ánimo de llegar temprano a mi casa hoy –suspiró.

-Bien… -Uriel observó la cartelera. -¿Qué te parece si vemos extrañas apariciones?

-Esa me parece genial -sonrió -vemos esa definitivamente.

-Ok. ¿Cuál quieres ver luego? –Uriel empezó a caminar hacia la caja para comprar las entradas.

Amber miró la cartelera nuevamente -¿el caza recompensas?, no sé si sea buena, pero ¿qué más da?

-Sí. Esa misma –Uriel compró cuatro entradas. Escogió el caza recompensas para las 3pm y extrañas apariciones a las 6pm.

Amber quería comer un poco de chocolate a pesar de haber almorzado, sentía la necesidad de probar algo dulce como el chocolate pero le daba un poco de pena pedirle a Uriel que le siguiera comprando cosas, así que se quedó callada.

-¿Qué combo quieres?... Está el de cotufas, nuggets, chocolate… ¿Cuál te provoca?

-Yo... prefiero chocolate -contestó Amber, Uriel siempre sabía exactamente lo que ella quería, así que ya estaba acostumbrada a que le leyera la mente de alguna manera -¿soy tan fácil de leer? -le preguntó -siempre sabes exactamente lo que quiero.

Uriel carcajeó. –A veces… Lo primero que hiciste al ver los combos, fue mirar el de los chocolates.

Amber rió -soy demasiado predecible según tú. Cualquiera puede pensar que lees mentes, si yo tuviera ese poder, creo que me molestaría un poco en saber lo que los demás piensan, no quisiera inmiscuirme en sus cosas privadas.
-Puede que sea difícil evitar saber lo que piensan los demás cuando tienes esa clase de poderes.

-Por eso mismo, aunque a algunos les gustaría, a mi me incomodaría. No soy Dios para saber lo que la gente piensa o desea, no quiero esos murmullos en mi cabeza, eso me volvería loca.

-Sólo escuchas a quienes quieres escuchar. No tienes que estar pendiente de todos los pensamientos –pidió el combo de una cotufa mediana, con dos chocolates y dos refrescos.

-Entonces trataría de no escuchar nada, aunque si son los pensamientos de la persona que me gusta creo que la tentación no la podría resistir –rió.

-Creo que nadie resistiría la tentación –le colocó una cotufa cerca de la boca.
Ella comió la cotufa de su mano, luego cogió otra e hizo lo mismo que él a ella mientras sonreía. -Nadie lo resistiría.

Uriel elegantemente se comió la cotufa y la besó en la mejilla. Después caminó hacia la entrada de la sala, donde estaban pidiendo las entradas.

Amber se sonrojó un poco y se colocó la mano en la mejilla besada, siguiendo a Uriel hasta donde pedían los boletos, pasaron sin mucho problema y descubrieron que la sala estaba prácticamente vacía a excepción de una pareja de adolescentes sentados casi que en primera fila.

-¿Nos sentamos atrás? –le preguntó Uriel.

-Sí, atrás se puede apreciar mejor la película, además no quiero ver a estos dos besándose a cada rato -comentó señalando a los chicos que lucían muy acaramelados.

-Cierto. Yo tampoco los quiero ver –Uriel subió hasta lo último y dejó que Amber se sentara antes para luego hacer él lo mismo.

Empezó la película, Amber se reía cada vez que algo gracioso pasaba. Uriel hacía lo mismo, pero se reía más por las carcajadas de Amber que por las escenas de la película.

Para cuando terminó la película, se apresuraron para ir a la otra sala para poder ver la otra que era de terror, Amber estaba emocionada y a la vez dudosa, no sabía si sería buena o no.

-Amo las películas de terror –le comentó Uriel. –Lestat me dijo que esta es buena.

-Eso espero, porque hay películas de terror que son muy malas, vamos a confiar en el lobo feroz pues -rió y entraron en la sala, allí si había un poco más de gente pero todos estaban en pareja -¿nos sentamos atrás también?

-Sí –Uriel subió al mismo tiempo que Amber y se colocaron atrás; en el último rincón al lado de la pared. No había más puestos vacíos arriba a excepción de esos dos. “Cualquiera podría pensar que el que se siente allí, hará cualquier cosa menos ver la película”, pensó Uriel.

Amber no le prestó atención de donde se sentaban sólo estaba pendiente de ver la película, empezó a comer chocolate mientras empezaba la función.
En una escena de la película, apareció que el protagonista soñó con muchos muertos que tenían letras marcadas en la piel con un bisturí y sin parpados. Uriel le agarró el brazo de repente a Amber en la parte de suspenso y esta dio un grito.

-Bastardo -le reprendió -no me asustes de esa manera -le pegó suavemente en el brazo a Uriel que se carcajeaba.

Uriel le sonrió y le volvió a besar la mejilla. –No te enfades –le susurró al oído y siguió viendo la película.

Amber se sonrojó y siguió mirando la película con el ceño fruncido. Luego se inclinó un poco y disimuladamente recostó su cabeza del hombro de Uriel. Él puso una mano en su mejilla y la acarició.

Amber se dejó acariciar, suspiró ante el tacto de Uriel e inconscientemente cerró los ojos gustosa.

Un sonido de horror en la película, hizo que Amber diera otro brinco y gritara al abrir los ojos y ver un muerto. Uriel rió y trató de calmarla.

-Tranquila, no son de verdad –aguantaba las ganas de reírse mucho más.

-No te rías -frunció el ceño y se sentó como estaba antes pero un poco sonrojada.
Uriel levantó el pasamano del asiento. –Si quieres te abrazo…
Amber se sonrojó un poco pero esa oferta era demasiado buena para rechazarla, se inclinó sobre el pecho de Uriel y se dejó abrazar.

Uriel la abrazó gustoso, y mientras veía la película, acariciaba su brazo.
Amber estaba relajada en sus brazos, pero se le erizaba la piel cada vez que él la tocaba, estaba ligeramente sonrojada, y sintió un gran deseo de besarlo.
Uriel aún pensaba en la confusión que tenía, pero ahora estaba decidido; no podía inventar ni fingir nada; quería estar con Amber. Mientras la tenía entre sus brazos sentía que respiraba de verdad; no se imaginaba dañándola, quería permanecer con ella así por siempre. Estaba enamorado de ella.

Amber sintió que su corazón palpitaba alocado y en su estómago maripositas revoloteaban, pero eso no le desagradaba, le gustaba mucho... eso quería decir que tal vez estaba enamorada de Uriel, o sólo le gustaba, tenía miedo de admitir cualquier sentimiento que la confundiera luego.

Al terminar la película, Uriel agarró la mano de Amber para ayudarla a bajar por las escaleras oscuras y repletas de gente.
Amber se dejó guiar por Uriel, no quería separase de él por ahora, pero sabía que tarde o temprano lo haría.

Los dos salieron y empezaron a caminar entre la gente. Uriel estaba indeciso en soltar la mano de Amber. No quería soltarla pero no sabía si a ella le incomodaba.

Amber no quería que le soltara y le palpitaba el corazón de anhelo, pero algo extraño atrajo su atención; de la misma sala de cine en donde estaban Uriel y ella; su madre y un tipo casi de su misma edad, caminaban abrazados muy acaramelados, Amber sintió una punzada de dolor en el corazón, así que decidió ignorarlos, después de todo, si su madre no quería que ella supiera de sus relaciones, no se inmiscuiría en ellas; sólo apretó un poco más fuerte la mano de Uriel que la sostenía.

-¿Te sucede algo? –le preguntó Uriel con ternura. Sabía lo que sentía, pero no sabía quién era su madre entre toda la multitud.

-N... no es nada -frunció el ceño -es sólo que mi madre está por allí, eso es todo.

-¿Si? ¿En dónde? –buscó con la mirada a alguien que se pareciera a Amber.
Amber miró a su madre por última vez -esa de allí -le dijo a Uriel con la mirada -la pelirroja.

Uriel observó a la mujer que besaba a un chico que aparentaba la misma edad de Amber.

-¿No deberían gustarle los viejos? No es que ella sea vieja, sino que… Bueno, de su edad.

Amber rió un poco incómoda por la situación –sí, bueno, ella prefiere a los jóvenes e inmaduros, supongo que la hacen sentir joven también -contestó mirando a otro lado y apretando la mano de Uriel, se sentía mal al ver a su madre allí -así no se siente mal por tener ya una hija como yo.

-¿Quieres que te lleve a otra parte?

-Si, por favor -pidió Amber desanimada y casi suplicando.

-Ya sé a dónde iremos –Uriel y Amber fueron al estacionamiento. Él pagó y comenzó a manejar por una carretera. Al principio, Amber no sabía hacia dónde se dirigía, pero luego reconoció la vía.

-¿Todavía te acuerdas de la vía? -preguntó Amber con una sonrisa.

Uriel le sonrió. –Sí. Fui esta mañana…Tenía que pensar algunas cosas.

Amber rió -que bueno que te sirva para arreglar tus asuntos, pero no le digas nada a nadie.

-Tranquila. No le diré a nadie… prefiero que lo conozcamos nosotros nada más –continuó manejando.

Había Luna llena y todo estaba oscuro. A Uriel no le preocupaba andar por ahí hasta tan tarde; de todas formas..., ya era inmortal; así que nada podría lastimarlo a él ni a Amber porque la protegería de lo que fuera.

Amber miraba el paisaje y la Luna distraídamente por la ventanilla del auto, aún pensaba en su madre y en el tipo que le acompañaba -no tengo porqué extrañarme -se repetía para sí misma -así se olvida de mi existencia y no le fastidio -suspiró y sintió que iba a llorar pero contuvo las lágrimas para que Uriel no la viera.
Uriel escuchó con atención cada pensamiento de Amber, no le quería preguntar nada porque no quería incomodarla y mucho menos verla llorar. Se detuvo al llegar al claro.

-Llegamos –puso su mano sobre la de Amber que aún miraba por la ventana.
Amber le miró un poco apenada, pero se sintió mejor al ver que Uriel le dio apoyo, sabía que él podía leerla completamente y seguramente supo que se sentía mal por su madre -estoy bien, no te preocupes -le mintió un poco, pero ya estaba mejor gracias a él.

Uriel le sonrió y bajó del auto, después le abrió la puerta a Amber; miró hacia los arbustos y árboles que tenían que atravesar para llegar al claro. Todo estaba oscuro.
Amber instintivamente tomó a Uriel del brazo, a ella le aterraba la obscuridad, y además no veía nada a pesar de conocer ese lugar como la palma de su mano.

Uriel ya conocía el camino. Tomó la mano de Amber y la guió entre los árboles y arbustos. Pensaba que estaba loco por haberla llevado a ese sitio de noche; pero después dejó de pensarlo cuando vio el claro. Había luciérnagas alumbrando la grama y los árboles. Mientras, la luna hacía brillar el río con toda su luz.

Amber sonrió al ver eso, el claro era bello de día pero de noche tenía una hermosura especial, se maravilló ante todo eso y le sonrió a Uriel agradecida por haberla llevado a ese lugar.

-Esto es mejor que el cine –comentó él sonriendo.

-Mucho, mucho mejor -le soltó de la mano y corrió al claro sonriendo como una niña pequeña, bailando de puntillas aunque no tan estilizadamente, ya que no llevaba las zapatillas puestas, dio un giro de 360 grados y luego se quedó mirado a Uriel desde la distancia con una sonrisa en los labios.

Uriel le devolvió la sonrisa y se acercó a ella. Lo único que hizo fue mirarla y acariciarle la mejilla.

Amber se dejó acariciar, cerró los ojos para sentir aun más el tacto de Uriel, le palpitaba el corazón con fuerza y sentía mariposas en el estómago como siempre pero le gustaba.

Uriel se acercó aún más a Amber. Rozó sus labios con los de ella, y la besó tiernamente mientras la acariciaba.
Amber se dejó besar perdiéndose en el delicioso aroma que emanaba Uriel, sus labios se sentían tibios y suaves, justo como en su sueño, un beso tan maravilloso que sintió que su cabeza daba vueltas.

Él probó sus exquisitos labios, y el sabor hizo que la besara con mucha más intensidad. No le importaba ahogarse en los labios de Amber; si le pasaba, moriría feliz.

Amber sintió que todos sus problemas se esfumaban; no, no sólo sus problemas, sino el resto del Universo se desvanecía a su alrededor, ahora lo único que importaba era ella y él. De tanta pasión, sintió que sus piernas le flaqueaban, así que abrazó a Uriel por el cuello para no separase de él en ningún momento.

Uriel la sostuvo por la cintura y delicadamente la acostó en la grama. Se detuvo un momento sólo para observarla, acariciarla y sonreírle.

Amber estaba tan colorada que sentía las mejillas caliente y el cuerpo tembloroso bajo Uriel, jadeaba mientras tenía los labios hinchados por el largo beso.
Uriel sonrió al verla. Besó delicadamente su mejilla y volvió a los labios de Amber aún con más vigor que antes. Ya no quería parar; sentía que su aliento era su nuevo oxígeno.

Amber perdía la cabeza, el olor del pasto, los besos de Uriel y su aroma, su calor desmedido le hacían sentir tan excitada, que deseaba que Uriel no parase. Era como en su sueño, cada caricia de Uriel le quemaba la piel a su paso y la hacían arder de deseo.

Uriel bajó a su cuello y volvió a saborearlo como la primera vez. Tenía dos tentaciones: una era morder su cuello y disfrutar de su sangre, la otra, la más fuerte, era hacer que Amber perdiera el control y poder satisfacerla como ella deseara. Rozó sus labios por la piel de su clavícula y mordisqueó su cuello levemente. Sintió el olor de un perfume suave y dulce como el sabor de su piel.
Amber se estremeció cuando Uriel le mordisqueó el cuello, su piel se erizó y sintió que temblaba, empezó a jadear con más intensidad y el calor de su cuerpo se incrementó.

Uriel sintió cómo el cuerpo de Amber comenzaba a arder, y empezó a desearla con más ímpetu. Quería hacerle estremecerse, y anhelaba confundir el cuerpo de ella con el de él. Le dio un beso tan intenso que pensó que se derretiría en sus labios.

Amber deseaba más, no podía resistirse a tanto, y sentía que se desmayaba de tanto placer. Intentó torpemente quitarle la camisa a Uriel, pero sólo consiguió desabrocharla; con sus manos palpó su pecho, sus fuertes brazos y su torneada espalda, quería todo, todo de él.

Uriel dejó que tocara lo que quisiera. Luego tomó su mano y la besó hasta el hombro. Bajó hasta su cintura y sólo levantó su camisa hasta su ombligo; después quiso quitarle el resto, pero prefirió ir despacio.

De repente, le vino un pensamiento a la cabeza a Amber, ¿y si sólo la quería por su cuerpo?, ella estaba cayendo como tonta, después de todo los hombres son así. Separó sus labios de los de Uriel, aún jadeando -dejémoslo así, por favor -pidió avergonzada, nunca le había pedido a alguien que se detuviera, y menos si le producía tanto deseo -hacer eso aquí y de esta manera, no sería correcto -desvió la mirada, sonrojada y con el corazón latiéndole de dolor por haberle pedido que se detuvieran -seguro que ahora me odia -pensó.

Uriel se detuvo y se quedó perplejo ante sus pensamientos, ¿cómo podía creer que sólo la quería por su cuerpo?, eso le molestó muchísimo, pero no quiso demostrarlo. Si lo hacía, tal vez seguiría pensando lo mismo, así que se detuvo como ella quiso.

-Tienes razón. No es el lugar… -se le quitó de encima y se comenzó a arreglar la camisa. –También creo que fue demasiado rápido…

Amber que estaba completamente apenada, se levantó sacudiéndose la tierra de encima -ahg, que tonta soy ¿porqué lo he detenido?, no creo que me quiera nada más por hacerlo -pensó robándose la sienes -soy una tonta, tonta, tonta sin remedio -miró el cielo esperando que Uriel se levantara, sabía que la iba a llevar a su casa pero no podía mirarle a los ojos de la vergüenza que tenía.

-Te llevaré a tu casa –dijo sin mirarla, se abrochó la camisa y comenzó a caminar hacia el carro.

Amber solo asintió y le siguió con dificultad por la maleza, apenas podía ver porque estaba obscuro y se le hacía difícil caminar.

Al llegar al auto, le abrió la puerta a Amber, dejó que subiera y luego se montó él. No quería hablar, y si quisiera, ¿qué demonios le iba a decir?, sólo encendió el auto y manejó por la carretera.

Amber estaba incómoda por el silencio, intentó romper el hielo pero no conseguía que decir -¿Vas mañana a clases? -fue lo único que se le ocurrió.

-Sí –fue lo único que articuló.

Nuevamente se hizo el silencio -mierda debe estar muy enojado conmigo -pensó, suspiró y miró por la ventana.

El camino se hizo muy largo para Uriel, se preguntaba cómo se iban a ver la cara después de eso. “Sencillamente no nos vamos a ver”, bufó mientras pensaba. Llegó a la entrada del edificio de Amber y se detuvo.

Amber reunió todo su valor y miró a Uriel a los ojos antes de bajarse -gracias por traerme... nos vemos mañana -sonrió y se inclinó para besarle la mejilla, se bajó del auto y se fue hasta la entrada del edificio, miró el auto una vez más antes de entrar.

Uriel no dijo más palabras. Vio que Amber se detuvo en la entrada del edificio. Él arrancó, y a toda velocidad manejó hasta su casa.
Amber subió y no se sorprendió al ver que su madre no estaba, estaba con el tipo ese de seguro, se fue directo a la ducha y cuando salió se dispuso a ir a la cama.

-¿Con qué cara lo voy a ver mañana? -se repetía -¿y si hago como que no sucedió nada? -pensó y se quedó dormida.

Uriel llegó a su casa sin hacer mucho ruido. Eran las 10:30pm. Seguro Caleb estaba dormido. Subió las escaleras con cuidado y lo vio acostado en su cama, arropado hasta la nariz. “Hace mucho frío para el pobre viejo”, pensó. Se dio una ducha en el baño de su habitación y se dirigió al banco de sangre que estaba en la habitación de al lado. Se alimentó y se quedó viendo un antiguo cuadro de su padre junto a su madre.

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