sábado, 26 de junio de 2010

Capítulo XXVI: Antes de la obra.

Ya había pasado el tiempo, y ya era costumbre para Amber llegar más temprano de lo normal a la Universidad para practicar con Nickolas todo lo que pudieran, se habían convertido en grandes amigos, él la consideraba su hermanita y mejor amiga, y ella su hermanote y mejor amigo gay; después del incidente con Uriel, éste se había buscado un novio y tenían una relación bastante buena, siempre le contaba a Amber sus intimidades y pedía su consejo, aunque esta no tenía experiencia en el amor gay, asumió que el amor es amor en donde sea y como sea.

Era la mañana del 24 de diciembre, había cogido el ferry de las 6 de la mañana, y se había disculpado con Uriel el cual siempre la acompañaba. Uriel con mucha paciencia le dijo que no se preocupara y siempre la esperaba en la salida para llevarla a su casa; lastimosamente su relación, luego de su cumpleaños, no había cambiado mucho, seguían siendo los mismos amigos, pero ya los dos estaban concientes de que sentían mucho más que una mera atracción por el otro, Amber se dio cuenta de que estaba enamorada de Uriel pero le avergonzaba decirlo y temía que si se precipitara, se dañaría su relación.

-Amber, tu passe esta muy fofo -se quejó Madame Angeliqué -sabes que esta noche es el estreno de la obra, ¿cómo puedes ponerte así luego de practicar tanto?

-Ahg, lo siento... es sólo que estoy un poco nerviosa...

-No tienes porque estarlo ballerina bella, estoy seguro de que lo harás de maravilla como siempre -le alentó Nickolas con una sonrisa tranquilizadora.

Amber suspiró -si, lo sé Nicko... haremos de hoy, una noche inolvidable, ¿verdad?

-Exacto -contestó éste y la cargó para empezar nuevamente con la rutina.

***

Uriel sólo asistió a la primera hora de clases de piano. Gabriel estaba orgulloso, porque a pesar de que el evento era esa noche, Uriel no se veía afectado por los nervios y tocaba como un Dios. Le entregaron un smoking negro, para que estuviese igual que los demás; tenía una corbata negra, una rosa roja en el bolsillo, chaleco largo y una camisa manga larga blanca.

-Profesor, ¿puedo irme temprano hoy? Necesito hacer algo urgente –le pidió a Gabriel.

-¿Los regalos? –Preguntó Gabriel con burla.

-¡Sí! Algo así…

-Bueno, está bien. Hoy has tocado de maravilla, así que no creo que haya problema. Nos vemos en la noche sin falta, ¿Está bien?

-Está bien –Uriel recogió todo y salió corriendo al muelle. Estaba pensando en el regalo perfecto para Amber. A Caleb le regalaría una pipa antigua que cada vez que la veía en una tienda la quería comprar. A Lestat no sabía qué regalarle porque lo tenía todo.

Subió a su auto y manejó a Los tapsoms. Amber le había dicho una vez que su padre vivía en la ciudad vecina, la cual era esa precisamente. El viaje era de tres horas en carro; así que necesitaba mucha paciencia para llegar allá. Quería encontrar al padre de Amber y convencerlo de que la fuese a ver esta noche durante el baile.
Amber y Nickolas lograron hacer la rutina a la perfección, era tan perfecta que a Madame se le salieron las lágrimas de orgullo y felicidad. Nickolas, como ya era costumbre, abrazó a Amber con mucha fuerza al terminar y ella le sonrió.

***

-Un día de estos me vas a venir matando -comentó ella tratando de recobrar el aliento.

-Lo siento es que me emociono mucho al verte bailar, es como... no sé todo fuera un sueño maravilloso.

Amber sonrió apenada -si exageras -susurró, y se fueron juntos a prepararse para la obra, todavía faltaba medirse por última vez los trajes, los cuales Amber detestaba, ya que su vestido era muy rosado, y luego tenían que practicar en el escenario con todo el elenco.

Uriel llegó a unas residencias, donde según un libro telefónico, vivía el padre de Amber; ella había dicho que su padre una vez tuvo problemas por poner el techo de rojo, cuando todas las demás casas lo tenían negro. Su nueva esposa era la que lo quería de ese color, por ende, Jerome, el padre de Amber, lo pintó; pagó una multa por ello, pero así lo dejó, así que Amber decía que si alguna vez iba a la casa de él, la primera casa que vería, sería la de él… La del techo rojo.

Manejó hasta la cima de una colina, donde vio que estaba la casa; se detuvo en el porche, se bajó y tocó el timbre varias veces.

Un señor de unos cuarenta años, abrió la puerta. Tenía el cabello castaño pero ya con muchas canas; la barba de tres días y los ojos azules grisáceos como los de Amber.

-¿Qué quiere? –Preguntó con voz ronca.

-Yo… -se sobresaltó al ver el gran parecido que tenía con Amber. –Soy… Me llamo Uriel –le extendió la mano.

El sujeto sólo vio la mano y volvió a verle la cara. -¿A qué vino? –Preguntó frunciendo el ceño. “Ojala sea el desgraciado que llamé para que me viniera a arreglar el piano”, pensó.

Uriel cerró la mano y escuchó sus pensamientos. –Vine a arreglar su piano. Usted me llamó.

-¡Ya era hora! ¡Llegas tarde! Pasa… -se hizo a un lado y dejó que Uriel pasara. La casa estaba muy bien amueblada, con muchas cosas modernas de colores; televisores último modelo y grandes ventanales con cortinas blancas.

-¿Dónde está el piano? –Preguntó Uriel.

-En mi sala de música. Venga, sígame.

Uriel siguió al hombre por un pasillo y llegaron a una sala donde habían varias estanterías llenas de libros; un piano clásico de color blanco, un escritorio con unas cuantas hojas regadas, un par de muebles color vinotinto y una ventana con vista hacia una montaña llena de pinos.

***

Amber y Nickolas se midieron los trajes, les quedaban perfectos y podía moverse fácilmente con ellos, pero a Amber no le agradaba tanto rosa y lentejuelas por todas partes, parecía una bola de Disco.

-Te ves hermosa -comentó al ver su último vestido que era el más llamativo, lleno de lentejuelas y de un rosa pálido -moldea muy bien tu figura, si no fuera gay, me enamoraría de ti sólo al verte -rió

-Ahg, no digas locuras... sabes que me incomoda tanta brillantes -contestó ella apenada frunciendo el ceño.

-Cuando Uriel te vea va a quedar anonadado y se le va a salir la baba -comentó él sonriendo.

-¿P... p... pero de qué hablas?, deja de decir tonterías o te golpeo -se sonrojó de pies a cabeza y entró en el vestidor para quitarse el traje dejando a Nickolas muerto de la risa.

***

Uriel vio el resplandeciente piano blanco y sintió que se enamoró. Caminó hasta él y lo revisó.

-¿Qué le sucede? –Preguntó sin dejar de contemplar el instrumento.

-Tiene un problema con una tecla… No quiere sonar bien.

-Tal vez tenga la cuerda floja.

-Eso pensé yo… Tengo mis propias herramientas para que lo arreglen, no me gusta que usen cualquiera con él. Uno nunca sabe por dónde han pasado –comentó buscando una caja de herramientas en un closet.

-No se preocupe. Sé cómo arreglarlo, me pasa todo el tiempo –Uriel acarició las teclas del piano.

-Aquí tiene –le dio la caja con las cosas –Tenga mucho cuidado… Lo que está tocando es como mi tercer hijo.

-¿Tercero? –Cuestionó Uriel con cautela mientras abría la tapa del piano.

-Sí… Tengo dos con mi esposa. Una niña y un niño. Deben andar por allí –hizo señas con el pulgar hacia la puerta.

-Son grandes ya… Supongo. ¿O aún son niños?

-Tengan la edad que tengan, siempre serán niños para mí. Claudia, la mayor, tiene 12 y Fabio el menor tiene 8.

Uriel se extrañó un poco, ¿será que se había equivocado de casa?... No podía ser, esa era la única casa con techo rojo. Lo miró -¿Sólo ellos dos? –Volvió su mirada a las cuerdas que estaba arreglando del piano.

-¿Qué? ¿Estoy tan viejo que pareciera que me hubiese casado 5 veces y tuviese otros hijos? –Frunció el ceño.

-No, señor –Uriel se apenó un poco.

-Sé que estoy viejo, pero no para tanto.

-¡Jerome! Querido, ven un segundo –la voz de una mujer se escuchó en otra parte de la casa.

-Ag… Esa es Krystal, mi esposa –le comentó a Uriel. –¡Ya voy! –Le gritó. –No toques nada a excepción del piano –le ordenó.

-Tranquilo.

Jerome salió de la habitación y subió las escaleras hacia otra parte. Uriel auscultó la habitación y vio un viejo álbum con polvo en una vitrina. Había fotos de Amber cuando era pequeña junto con su padre y su madre. En todas decía la fecha y algunas tenían títulos. Hubo una que le gustó mucho a Uriel de Amber comiendo un plato de sopa; tenía la boca llena de comida y sonreía a la cámara, sólo tenía un diente. El título decía “Amber a los 3 años”.

***

Amber y Nickolas habían terminado con la vestimenta, pero ahora tenían ensayo general con todos los del elenco, exceptuando a la banda sonora que ensayarían con ellos unas 3 horas antes del estreno oficial de la obra.

-¿Qué sucederá con Uriel que tiene el teléfono apagado? -Preguntó Amber mirando su celular con preocupación.

-¿Te molesta no saber dónde está tu novio? -Preguntó Nickolas sorprendiéndola desde atrás, Amber dio un respingo y le miró con el ceño fruncido.

-No es eso realmente, es sólo que no sé... es extraño que no conteste su celular.

-Si, como tú digas... si yo tuviera a un papacito de novio como el tuyo, lo mordería para que supieran que es mío.

Amber le miró extrañada.

-Tú estás loco de remate, pobrecito al que esté saliendo contigo ahora... ¿cómo era que se llamaba?

-Alex -él entornó los ojos -y no hago eso con él... todavía -sonrió pícaro.

-Es el que estudia artes plásticas, ¿no?

-Sí... mi amorcito quiere ser un gran pintor -sonrió orgulloso.

-Bueno, deberías marcarlo de una vez también para que cuando se vuelva famoso no lo persiga nadie más -comentó ésta y los dos se rieron a carcajadas.

-¿De qué se ríen ustedes dos? -preguntó Katy sentándose al lado de Amber.

-De nada -contestó Amber secamente frunciendo el ceño y se levantó -voy al baño.

-Está bien -contestó Nickolas y una vez solos, Katy que seguía impactada, le miró.

-¿Qué le ocurre?

-Está molesta contigo porque la cambiaste por tu novio flacuchento.

-P... pero, tengo que pasar tiempo con él... es mi novio.

-Ah, querida -suspiró -escucha, es natural que quieras pasar tiempo con tu novio, pero el problema es que desde que estás con él, has hecho de Amber un cero a la izquierda.

Katy estaba evidentemente enojada -¿Y tú qué sabes? -Preguntó despectivamente.

-Más de lo que crees, querida, pero con todo y eso, la bailarina bella sigue pensando en ti como la mejor de sus mejores amigas, después de todo, eres la única chica que es su amiga... yo soy gay pero no una chica -sonrió calmándola, Katy se entristeció un poco.

-Tengo algo que hacer ahora, dile a Amber que la veré después -dijo ésta.

-Vale -sonrió y vio a Katy irse, después de un rato llegó Amber.

-¿Y Katy?

-Se fue, dijo que luego te veía.

-¿Crees que fui muy dura con ella?

-Para nada, la gente tiene que sufrir a veces para darse cuenta de las cosas.

-Es verdad, estoy graduada con honores en ese ámbito -comentó cabizbaja recordando una dura experiencia en su niñez.

Tenía solo 12 años cuando eso, albergando la esperanza de una niña en su corazón, la cual pensaba en su padre como la persona más genial y a la que más quería en este mundo. Cogió un autobús hasta la ciudad vecina con todo el dinero que había ahorrado los últimos dos meses y había escapado del colegio sin permiso de su madre.
Completamente sola, armándose de valor, se subió al autobús el cual estaba vacío, el chofer la miró extrañado pero no dijo nada, partió y luego de casi 3 horas de camino llegaron a la ciudad vecina.

Era de un paisaje hermoso como Shanskville, pero con muchas más casas que edificios, su padre en la última carta de navidad que le mandó, le contó que su casa era la única que tenía el techo rojo en toda la ciudad, así que sería muy fácil encontrarla.

El autobús la dejó en la parada y caminó y caminó por unas dos horas hasta que por fin encontró la casa del techo rojo, era muy amplia, tanto así que ella pensó que podría albergar a unas 20 personas y aun así vivirían cómodamente.

Escuchó casualmente la voz de su padre, se emocionó tanto que su corazón empezó a latir con fuerza ansioso y sus manos le temblaban por los nervios. Corrió hasta la parte de atrás de la casa en donde había un pequeño jardín, divisó a su padre y quiso llamarle pero algo la detuvo.

Corriendo hacia él gritando a todo furor "papi, papi", estaba una niña de rubios cabellos y ojos grisáceos como los de su padre, él se agachó y la recibió con un gran abrazo de oso como le hacía a ella de pequeña y la cargó luego.

-Cariño, vas a aplastar a la pobre niña -comentó una mujer muy parecida a la niña muy alta y de facciones delicadas, llevaba a un bebé en brazos, se acercó a él besándole en la boca.

-Tranquila, a mi estrellita no le pasará nada -comentó sonriéndole a la niña la cual rió -¿y cómo esta mi niño querido? -le preguntó a la mujer pero mirando al pequeño bebé en sus brazos.

-Perfectamente, esperando para empezar a caminar y jugar al fútbol contigo.
-Los dos lo esperamos con ansias.

Tanto la mujer como su padre rieron, Amber sintió que su corazón se encogía de dolor y las lágrimas brotaron de sus ojos como cascadas, corrió por la ciudad hasta que llegó a la misma parada de bus donde la habían dejado, esperó casi dos horas más mientras lloraba y trataba de aclarar su mente.

-Ya papá se olvidó de mí, justo como dijo mamá -murmuró llorosa, llegó el mismo autobús en el que se había montado pero desde la dirección contraria, se subió secándose las lágrimas y el chofer al verla se preocupó un poco.
-¿Algo te ocurre, niña? -preguntó éste.

-No... No pasada, sólo me di cuenta que hay que sufrir un poco para que uno se de cuenta de las cosas -trató de sonreírle y éste le sobó la cabeza.
-Es parte de crecer -comentó él.

-Quisiera no haber crecido nunca entonces -murmuró con lágrimas en los ojos.
-Tranquila, tranquila... ya después todo estará mejor, sólo tienes que buscar tu felicidad por ti misma.

-Trataré de hacerlo entonces -se sentó en el asiento de atrás del conductor y se quedó dormida por el cansancio, no soñó nada, fue la primera vez en su vida que su mente estaba tan abarrotada de pena que no soñó nada a pesar de siempre haber soñado cosas maravillosas y fantásticas.

El conductor le llamó al llegar a Shanskville, ella le dio la gracias y se fue a su casa, al llegar recibió un buen castigo de parte de su madre por haber llegado tan tarde, pero Amber nunca le contó que había ido a ver a su padre; sin decir nada, aceptó el castigo y jamás volvió a hablar de su padre enfrente de su madre.

-¿Amber? -la voz de Nickolas la volvió a la realidad -¿qué te pasa estás llorando?
Amber se enjuagó los ojos y le sonrió -no es nada, sólo me acordé de una estupidez que me pasó cuando estaba chiquita.

-Debió haber sido muy malo para que llores aún ahora.

-La verdad que sí, pero me abrió los ojos -sonrió de nuevo tranquilizándolo -ahora vamos, tenemos que ensayar de nuevo -se levantó, Nickolas hizo lo mismo aunque un tanto preocupado aún.

***

Uriel se detuvo bruscamente cuando estaba viendo las fotos porque escuchó un ruido, así que volvió al piano y lo reparó.

-Entonces, señor… -Jerome había vuelto a la habitación.

-Uriel…

-¡Eso! No aparenta tener tanta edad para hacer el trabajo al que se dedica –le entregó un vaso de jugo de naranja.

-Tiene razón… Acabo de cumplir 25 años.

-¿25? –“Amber ya debe tener unos 22 o 23”, pensó.

Uriel solamente lo miró. –Sí…

-Entonces debe tener un piano.

-Casi toda mi vida he tenido uno, señor.

-¿Y sabe tocar? ¿O sólo los repara?

-Toco muy bien.

-Amante de la música clásica…

-Completamente –Uriel ya estaba seguro de que no se había equivocado. Aquel hombre enfrente de él, era el padre de Amber. Ya bastante viejo y un poco arrugado para cuando se tomó las fotos con ella.

-¿Piensa casarse?

-Tal vez… Algún día.

-Está bien –rió- Tenga cuidado, las mujeres de ahora son muy exigentes.

-Yo sé –Uriel empezó a tocar las teclas. –Está desafinado –dijo al mismo tiempo que Jerome.

-¿Sabe afinarlo?

Uriel rió con incredulidad. –Por supuesto que sí –se fijó en el afinador sobre el piano y comenzó; luego de eso, tocó una melodía que se llamaba “El canto del loco”; recordó que esa fue una de las primeras sinfonías que tocó en piano.

-Eso es para bebés –comentó Jerome y se sentó a su lado en la butaca. –Escucha esto –tocó la sinfonía número 40 de Mozart. –Eso es música.

Uriel rió. –Lo que toqué era un simple recuerdo.

-Espero que así sea –sonrió.

-¿Papá? –Un niño rubio entró y lo primero que hizo fue ver a Uriel; sintió miedo porque era un poco más alto que su padre.

-¿Qué pasa, campeón? –Jerome se le acercó y lo cargó.

-Tengo que hacer una tarea…Mamá dice que me ayudes. Ella está ayudando a Clau.
-Vamos entonces –miró a Uriel. –Sácame la cuenta de lo que te debo, ya vuelvo. Y como te dije antes: No toques nada.

Uriel esperó a que cerrara la puerta y volvió a ver el álbum. Los padres de Amber junto con ella se veían muy felices… Deseó que en el tiempo que él nació, hubiesen existido cámaras para tener más recuerdos de él y su padre, sobretodo recuerdos de su madre… Ya había olvidado un poco cómo era ella.

Sólo había dos álbumes. Cuando iba a la mitad del segundo, Jerome entró a la habitación cerrando la puerta; Uriel se había desconectado un poco de planeta y dio un respingo cuando escuchó la puerta.

-Le dije que no tocara nada.

Uriel dejó rápidamente el álbum donde estaba y volteó a mirarlo.

-Disculpe, es que…

-¿Quién eres?

Uriel se sorprendió por la pregunta tan repentina. –Yo…

-Acaba de llamarme el señor que venía a arreglarme el piano para decirme que está enfermo. ¿Quién es usted y a qué vino? –Frunció el ceño.

-Yo… Soy amigo de Amber. La conozco. Me llamo Uriel; ya se lo había dicho.

-Quiero que se largue de mi casa ahora.

-Señor, yo no vine a causarle ningún problema, sólo quería…

-¡He dicho que se largue!

Uriel salió de la habitación un tanto molesto. Jerome prácticamente lo empujaba por las escaleras, hasta que llegaron a la puerta y se detuvo.

-¡Yo sólo quería convencerlo de que la viera! –Gritó al fin.

-¿¡Y usted quién se cree!? ¿¡El cupido de las familias, ah!?

-No…, la he visto sentirse mal porque usted no está. Aún con lo grande que es. ¡Tiene 22 años, no 23!

El padre de Amber se extrañó; hasta donde él sabía, aquello sólo lo había pensado.

Uriel bufó. –Sé que no soy nadie para venir aquí y decirle qué hacer… Le prometí a Amber que le daría un buen regalo en navidad. Y pienso que el mejor presente que puedo darle es éste, que usted vaya a verla.

-Pues vaya buscándole otro regalo porque no me moveré de aquí.

Uriel frunció el ceño; ahora se había enojado. -¿¡Qué clase de padre deja a su hija y no la ve más!? ¿¡Acaso a eso se le puede llamar padre!? ¡No lo creo!

-¡Como usted dijo: usted no es nadie para venir aquí y decirme qué hacer!

-Amber ha sufrido mucho sin usted… Quizás ni usted ni yo imaginamos cuánto. Su madre la tenía prácticamente olvidada, y eso que vive con ella. ¡He visto cómo aguanta las ganas de llorar por usted! Se supone que a una hija hay que cuidarla como si fuese una muñeca de cristal… Hoy en día es una bailarina talentosa, ¿y sabe por qué? ¡Porque era lo que usted quería! Su sueño se convirtió en el de ella… Hoy… Hoy seguro se verá como la mujer más hermosa que no he visto jamás, ¡incluso usted! Es la protagonista de “El cascanueces”… Le apuesto a que no sabe cuánto odia esa obra.

-¿Para qué me dice eso, señor Uriel? ¡Amber es mi pasado! A lo igual que su madre. ¡Ella se quedaron allá! ¡Yo estoy aquí con mi nueva familia! ¡No me importa la vida que llevaron ni la que lleven ahora! ¡Ése es su problema! No el mío… Ya yo tengo suficientes.

-¡Debería importarle! Es la primera hija que tuvo. No puede olvidarla así como así…-se le quebró la voz al decir esto último. -¿Sabe qué? Hay gente que no sabe apreciar lo que tiene hasta que lo pierde. Aproveche que usted aún vive y ella está en la flor de su vida. ¡Véala cómo crece! Y cómo se convierte en la mejor bailarina del mundo… ¡Vaya y dígale que la quiere todas las veces que no se lo ha dicho en estos años! Yo tenía un padre; murió hace mucho ya… No me gustaba decirle que lo quería, incluso antes de morirse no se lo dije. ¡Él quería que fuese como él! Y yo quería ser diferente, pero me convertí en alguien muy parecido a él, y agradezco que sea así, porque ahora lo veo como la mejor persona de éste mundo… Amber cree que usted es genial; y con sólo tocar el piano apuesto que sí lo es, ya hasta me cae bien –sonrió a duras penas. –Aproveche lo que le queda para estar con ella. No la pierda. No termine como mi padre… enfermo, tirado en una cama y con un hijo que no le decía que lo quiere ni por equivocación. ¡Búsquela! Está a tiempo… Así pensaré que no vine a perder mi tiempo –Uriel vio la cara inexpresiva de Jerome y se montó en su auto. Manejó de vuelta a Shanskville.

***

Ya había culminado el ensayo general, Amber y Nickolas se habían ido a almorzar, eran casi las tres, habían pasado toda la mañana con los retoques de la obra y Amber estaba exhausta, sólo quería dormir o que Uriel estuviera con ella allí, estaba muy preocupada, no contestaba su celular y el perrito le dijo que no lo había visto en toda la mañana.

Katy se sentó con ellos, pero Amber no le dirigió la palabra, en realidad no hablaba en absoluto, ni siquiera con Nickolas.

-¿Ballerina bella?... ¿Te sucede algo? -Preguntó Nickolas.

-¿Ah?... ammm... no nada, sólo estoy preocupada.

-¿Por la obra? -Preguntó Katy.

Ella negó con la cabeza.

-Está preocupada por Uriel, es que no le contesta el teléfono ni nada.

-¿Por el chupa sangre?... pero, ¿por qué?

-Bueno, es su no... -Amber le calló la boca a Nickolas para que no dijera nada, Katy no sabía de la mentirilla blanca que le habían dicho para que Nickolas dejara a Uriel, y si decía que eran novios en ese momento, Katy se pondría energúmena porque sabía que no son nada.

-Es sólo que bueno... que no lo hemos visto hoy, ni siquiera el perrito -completó Amber fingiendo una sonrisa.

-Ammm.... -dijo Katy extrañada -Amber, ¿puedo hablar contigo a solas?

-Ah, sí claro.

-Las dejo, chicas para que resuelvan sus problemas -comentó Nickolas sonriendo y levantándose con su bandeja vacía -voy a buscar a mi esposito para marcarlo.

-Pfff -Amber se rió y le asintió a Nickolas.

Amber miró a Katy suspirando y ésta le observaba nerviosa.

-Amber... quiero pedirte disculpas.

-¿Por qué?

-¿Cómo que por qué?... Estos días no he sido una amiga para nada, casi no te veo y te he echado a un lado.

-No soy un perro.

-Si, bueno... tú me entiendes... es que me volví estúpida, sabes que Anthony es mi primer novio y bueno... supongo que me volví un poco tonta por eso.

-¿Sólo un poco?

-Esta bien... mucho, mucho muy tonta.

-Mejor -sonrió -te perdono sólo porque eres mi mejor amiga y porque Nicko es gay, no una chica y no me entiende del todo.

-Eso mismo me dijo él.

-Bueno, él sabe lo que dice, supongo, ahora sigamos comiendo...

-Si -sonrió y siguieron con su comida y charlaron avivadamente como antes.

Uriel iba manejando en la carretera. No podía creer que el padre de Amber fuese tan cruel; aunque él no podía hablar mucho, porque quizás la persona más cruel y malvada de éste mundo fuese él mismo, aunque se arrepentía.

Revisó su celular y vio varios mensajes de Amber cuando lo encendió; se los envió a las 12 y eran las 3 y 30 de la tarde; seguramente llegaría a las 6pm. Le repicó.
-¿Hola?... ¿Uriel? -contestó Amber con sorpresa.

-Eeeh, sí… ¿Qué pasó? Tengo varios mensajes tuyos.

-¿Dónde carajo estabas?... estuve preocupada, pensé que te había sucedido algo -le reprendió enojada.

-Tranquila, tranquila. A mí no me puede pasar nada. Estaba fuera de la ciudad haciendo unas cosas. Ya voy en camino de regreso. Llego como a las 6 más o menos.

-Ahs... está bien, entonces nos vemos... recuerda que el ensayo general con la orquesta es a las 8... y otra cosa…

-¿Qué?

-Cuídate, ¿si? -dijo apenada y luego colgó.

Uriel sonrió y escuchó los pitos de que había trancado. –Tú también cuídate –trancó el teléfono y manejó hacia su casa.

Amber sentía que su corazón latía como loco, ahora no podía negar para nada lo que sentía por Uriel, incluso con sólo escuchar su voz por teléfono, se sentía avergonzada y su corazón se aceleraba estúpidamente.

-¡Amber! -la voz de Katy la sobresaltó -¿qué te pasa luces alterada?

-Oh, no nada -sonrió -¿ahora qué hacemos mientras comienza el ensayo con la orquesta? tenemos unas cuantas horas.

-Bueno, primero que todo deberíamos ir a bañarnos y tu luces cansada, deberías dormir un rato, la obra se estrena a las 12.

-Si, yo sé -suspiró -me voy a bañar en las duchas de la facultad y luego me voy a dormir un rato en el jardín.

-Por cierto Amber, ¿qué harás luego de la obra?

-Mmmm... Irme a dormir a mi casa, mamá se fue de viajes de negocios de todas formas así estuviera ella, no somos de las que celebran esta fecha tan melosa.

-Bueno ¿y qué te parece venir a mi casa?

-¿A tu casa?

-Sí, a celebrar navidad conmigo y mi familia -sonrió.

-E... eso sería maravilloso -sonrió aliviada, ella no había celebrado navidad desde hace muchos años, y que Katy le invitara le hacía sentir muy feliz –iré.

-Perfecto, mamá quería que fueras también, sabes que le caes muy bien.

-¿Si?

-Sí, ella dice que le recuerdas a ella de más joven, aunque no lo creas, no me imagino a mamá tan loca como tú.

-Hey, no estoy tan loca -rió -bueno, quizá un poco.

-Estás de loquero.

-¿Quieres morir?

Katy sonrió y se fueron juntas a las duchas de la facultad, de allí irían a el jardín a dormir un poco para luego alistarse para la obra.

***

Uriel llegó decepcionado y exhausto por el largo trayecto, casi creyó que le daría sueño. Eran las 6pm; el auto de Caleb estaba en el garaje, eso quería decir que estaba allí y que había almuerzo.

Uriel caminó hacia la puerta arrastrando los pies, abrió y entró.

-¿Dónde andabas? –Le preguntó Caleb al verlo.

-Fuera de la ciudad reparando un piano –bufó.

-¿Y eso que ahora te pusiste a reparar pianos?

-Aah… Para tener algo qué hacer en mi tiempo libre.

-Bueh… Recuerda que hoy es la obra esa, báñate, arréglate y aliméntate… No quiero que llegues allá pálido.

-Tranquilo, papá. Lo haré –le sonrió y fue directo al baño.

Después de haberse bañado, cogió una afeitadora que estaba dentro del gabinete de su espejo de baño y se rasuró el candado que estaba alrededor de su boca. Ahora parecía más joven; su barbilla había quedado suave. Salió del baño y recibió una llamada de Lestat.

-¡Uriel!

-¿Qué pasó, Lestat?

-¿Dónde andabas hoy? Tu novia andaba preocupada por ti, preguntándome dónde carajo estabas, hasta Agnes me preguntó por ti.

-Andaba… Haciendo una serie de cosas importantes.

-¡Bien! ¿Vas a mi casa después de la obra?

-¿Para qué?

-Para la fiesta de noche buena, tarado.

-Ah, ah… Sí, sí voy.

-Bueno, dale. Nos vemos en la universidad. Adiós –trancó.

Uriel dejó el celular a un lado y se acostó es su cama por unos minutos. Estaba agotado, no tenía ganas ni de respirar. La pereza se lo estaba comiendo vivo.
Amber terminó de bañarse y Katy le prestó algo de ropa y se fueron al jardín en donde se encontraron con Nickolas y su novio.

-Hey Nicko, hola... novio de Nicko -saludó Amber sonriendo.

-Hola, chicas -saludó Nickolas –querido, ¿recuerdas a las chicas de las que te hablé?
-Amm, si -sonrió este -es un placer chicas, soy Alex.

-Ammm, un placer Alex -sonrió Amber sentándose a su lado -soy Amber y ella es Katy.

-Hola -saludó ella un poco apenada y se sentó al lado de Amber.

-Nicko, si no te molesta, dormiré un poco estoy exhausta.

-Tranquila, ballerina bella, nosotros te despertamos a una hora prudente para que vayamos a alistarnos -Amber apoyó la cabeza de las piernas de Katy y se quedó dormida.

Uriel había cerrado los ojos y pensó en todo lo que vivió ese día, en los problemas que se pudo haber metido y en lo mucho que le gustaba Amber. Para cuando volvió a la Tierra, se dio cuenta que eran las 7:30pm. Puso los ojos como platos y enseguida se vistió con el smoking que le dio Gabriel y se perfumó.

Recordó las partituras en su cabeza una y otra vez mientras se peinaba, luego fue al banco de sangre de la habitación de al lado y se alimentó por diez minutos. Cuando ya estaba listo faltaban 15 para las 8; Caleb lo esperaba en la entrada y lo apuraba.
-¿Llevas todo?

-Creo que sí.

-¿Te echaste perfume?

-Sí.

-¿Llevas las partituras?

-Sí.

-¿Comiste?

-Sí, sí. Ya vámonos –corrió al auto, ambos se subieron y Uriel manejó lo más rápido que pudo a la universidad.

Amber, Katy y Nickolas ya se habían vestido para el ensayo general con la orquesta, luego de eso se tenían que vestirse para la obra, tanto jaleo le molestaba a Amber pero así eran las cosas en un día como ese.

Habían dejado al novio de Nickolas en el jardín luego de que despertaran a Amber de dormir para irse a preparar, ya todos los músicos estaban en su sitio, solo faltaba Uriel para que empezaran, éste llegó algo apurado a la sala de conciertos y se sentó en su lugar, Amber que estaba en el escenario le saludó sonriendo.

Uriel le devolvió la sonrisa y esperó a que todos estuviesen listos para empezar a tocar. Ya se sabía todo, estaba listo… Sólo faltaba que la obra comenzara.

5 comentarios:

  1. Mi vida, ya publique tu premio en mi blog, mi niña, pero tu comentario no lo entendi, ajajaj, bueno si quieres algo solo pide y aqui estara Irene, y por si no lo dije antes, tu premio es fantastico, me encanto, y esta hecho con tanto amor que no lo pude evitar y se me escapo alguna lagrimilla.

    Besos mi reina y siempre te quiere
    irene/esperado anochecer

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  2. Hola de nuevo mi niña, solo paso para decirte que publique un oneshoot algo especial para mi, y es que me gustaria pedirte lo leyeras y me dieras tu opinion, me encanteria saberla, si te apetece claro,
    se llama "desconocido entre vias"
    un beso y ya sabes que te quiero mucho guapa

    Irene/esperado anochecer

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  3. otro capi de esconocido entre vias, besitos

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  4. Espero que estes bien mi vida y Solo decirte que tengo un premio para ti en mi blog, lo podrás encontrar pinchando en la imagen de la cabecera de mi blog, espero que te guste, además de que ya publique el siguiente capitulo de mi historia desconocido entre vías, por si quieres leerla, y dejarme tu sincera opinión, que sabes que es muy importante para mi, muchos besos y nos vemos
    TKM
    Irene

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  5. Un regalo especial, por favor pásate a recogerlo lo hice con mucha ilusión, http://irenecomendador.blogspot.com/2010/11/premios-para-mis-mujeres.html, Irene Comendador

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