domingo, 6 de junio de 2010

Capítulo XXIV: Una confesión y otro amor inesperado.

Uriel se secó, se vistió antes de que Amber saliera del baño y pasará algo más cuando él se quitará la toalla y ella aún no estuviese vestida. Se puso unos jeans, una camisa negra manga larga y una chaqueta de cuero. Justo cuando Amber iba saliendo, él se estaba echando perfume.

Amber dio un suspiro de alivio, había aprovechado el momento para lavarse la cara y cepillarse los dientes; se acostó nuevamente sobre la gran cama de Uriel mirando al techo -¿vas a la universidad? -le preguntó.

-Sí. Tenemos que ir. “Debo practicar”, según Gabriel…

-Entonces, por favor antes de que te vayas, ¿me podrías dejar en mi casa?, no es que no vaya a ir a la universidad, pero necesito un cambio de ropa -rió -sería extraño si fuera con la tuya.
Uriel carcajeó. –Yo sé. Van a saber que estabas conmigo –se le sentó al lado y le acarició la mejilla.

-Por cierto Uriel, ¿y mi ropa? -preguntó Amber aun acostada en la cama.

-Buena pregunta. Bajaré a ver dónde la dejamos. Espera –Uriel bajó al primer piso y vio a Caleb planchando su bata de médico. –Buenos días, papá –e dijo con una sonrisa en el rostro.

Caleb sólo levantó la mirada. –Buenos días.

Uriel pasó disimuladamente a su lado buscando la ropa de Amber.

-¿Buscas esto? –Levantó la camisa que llevaba Amber el día anterior. La había planchado.
Uriel no podía articular palabra.

-¿De quién es? –se la lanzó y Uriel la atajó.

-Es… Es de una amiga de Lestat.

-¿Ah, sí? ¿Y qué hace su ropa aquí?

-Es que vino ayer para acá y como llovió, se le mojó la ropa y me pidió una.

-De casualidad, ¿esa amiga de Lestat no se llama Amelia o Amber?

-Noo… -fingió mirarlo extraño. –Se llama… -se acordó del nombre de una de las rubias- Roxana.

-Mmm… Bueno, ahí está su ropa.

-Gracias, padre. Tengo que llevársela.

-Claro, claro.

Uriel corrió a su habitación y le dio la ropa a Amber.

Amber agarró la ropa, fue hasta el baño y se cambió, muy bien podía ir con ella a la Universidad pero Katy seguro la regañaría y más si la ve llegar con Uriel. Salió del baño y se encontró con Uriel que la esperaba -¿más o menos cómo vamos a salir de aquí sin que tu padre se entere?

-A escondidas –sonrió. –Por la parte de atrás de la casa.

-OK, no hay problema, tú sólo guíame.

Uriel abrió la puerta con cautela y vio que Caleb agarraba sus cosas para irse. –Tenemos que esperar a que salga de la casa.

-OK, ¿pero no vas a llegar tarde?, a mí no me molesta tanto, ya estoy acostumbrada a que me reprendan.

-Pff… Es clase de piano. Y tengo que practicar las partituras de la obra esa. Ya me las sé de memoria.

-Ahg, a mí seguro me arrancan la cabeza y se la dan de de comer a los perros, tengo que practicar con el tipo ese... ¿cómo era que se llamaba?

-Háblame de que no me acuerdo –dijo riendo.

-Ammm... mmmm... -se puso pensativa -¿Nelson?, es algo con N, pero no recuerdo -rió.

-Sí, creo que es Nickolas la cuestión.

-Ese mismo, ahg... sólo espero que no sea demasiado molesto -suspiró -no me agrada la gente molesta.

-Cualquier cosa, me avisas.

-¡Uriel, me fui! ¡Ojala que Roxana no esté aquí cuando llegue! –se escuchó la voz de Caleb desde el piso de abajo y luego cerró la puerta.

Amber frunció el ceño -¿quién es Roxana?

-Según yo, es la dueña de tu ropa. Caleb la lavó y la planchó; tenía que inventar algo.

Amber rió a carcajadas -bah, si inventas cosas raras.

Uriel carcajeó. –Eso o me sacan de mi propia casa… Creo que ya podemos salir.

-Bueno, ¿y saldremos por la puerta principal o por la trasera?

-Vamos a la puerta principal. Si veo que está mi padre ahí todavía, nos vamos por atrás.

-OK -bajaron por las escaleras y fueron con cuidado directo a la puerta principal.

Uriel abrió la puerta y vio que Caleb apenas estaba encendiendo su escarabajo, aunque debería llamarlo mula, porque si iba muy rápido de recalentaba de una vez.

-Vamos por la de atrás –Uriel guió a Amber hasta la puerta trasera que era de cristal. Al abrirla, pudieron contemplar el inmenso jardín de la casa. Cada arbusto tenía flores de muchos colores; había árboles y pinos altos. Al final del jardín, estaba un lago de agua cristalina con cisnes y grandes montañas después de éste.

Amber quedó boquiabierta al ver tal paisaje, era espectacularmente hermoso, sólo había visto cosas así en películas, cuentos de hadas y sueños locos que tenía cunado dormía -vaya -dijo en un susurro.

-¿Te gusta? –Preguntó Uriel sonriendo.

-¿Que si me gusta?... psss, pues... es increíble, maravilloso -dijo anonadada -es como mágico, seguro te lo trajiste del planeta del cual viniste.

Uriel carcajeó. –No lo traje de otro planeta. Sólo lo he cuidado bien desde un principio.

Caminaron hasta el auto después de que vieron que Caleb se fue. Uriel puso la radio y manejó hasta la casa de Amber.

Al llegar a la casa de Amber, a pesar de su miedo por encontrarse con su madre, salio corriendo hasta arriba, le dio gracias a Dios al no ver a su mamá por ningún lado, se cambió poniéndose lo primero que vio en su armario y luego bajó a toda prisa donde Uriel la esperaba para ir a clases.

Uriel pisó el acelerador y en menos de diez minutos, ya estaban en el estacionamiento de la universidad. Aparcó el carro y dejó que Amber se bajara para ponerle la alarma. Habían llegado justo a tiempo para montarse; la fila comenzaba a moverse. Uriel visualizó a Lestat por un lado y a Katy con su nuevo novio por otro.

-Amber -saludó Katy, estaba cogida de la mano con Thony.

-Hey, Ber, ¿qué tal? -saludó Thony levantando la ceja al verla.

-Hola -le dijo a los dos y comenzó a arreglarse el cabello.

-Hola, Katy –saludó Uriel alegremente; luego miró a Anthony. –Hola, amigo de Amber.

-Hola, chupa sangre -saludó Katy, Thony sólo saludó con la mano.

-¿Katy, por fin te vas a cambiar a danza contemporánea este trimestre? -preguntó Amber de pronto.

-Oh... aún no estoy segura Amber.

-Pues piensa rápido porque ya se acaba este trimestre.

-Si... estem, es que Thony no quiere que me cambie.

-Pff... ¿Tú estás loca? -bufó Amber y miró severa a Thony.

-Es que... -trató de excusarse.

-¿Acaso tú decides el futuro de los demás, estúpido idiota? -le regañó Amber.

-¡Amber! Tranquilízate un poco, ¿sí? -dijo Katy.

-Ahg, Katy, ¿sabes qué?... voy al baño -fue lo único que se le ocurrió para irse de allí -ya vengo -frunció el ceño.

Uriel miró a la pareja negando con la cabeza; “¿Por qué diablos se deja influenciar por el palafito ese?”, pensó. Quiso buscar a Amber pero cuando fue en camino, Lestat lo alcanzó.

-Entonces, tú. ¿Ya son novios tú y la bipolar?

-¿Ese es tu nuevo saludo?

-Sólo quería averiguar porque hay unas cuantas chicas locas por ti por ahí. Aunque yo siendo tú, si fuese novio de la bipolar, no me importaría andar con otras.

Uriel rió. –Lo que pasa es que tú eres un perro de naturaleza, yo no.

-¡Ag! Casi me dices que vas a llegar virgen al matrimonio, payaso.

-Eso lo perdí hace muchísimos años déjame decirte…

-Seeh… Por cierto, ¿dónde anda la bipolar?

-Fue al baño. Creo que se molestó con su amiga Katy.

Ambos miraron hacia el baño de chicas y Amber venía saliendo.

Amber salió del baño con molestia, vio a Katy con Thony y decidió no estar con ellos por un rato para no patearle el trasero a Thony por estar decidiendo por Katy, no quería problemas con ella, después de todo, era su única amiga -ahg diablos, esto apesta -dijo en voz alta mientra que apoyaba los antebrazos de la baranda del ferry.

Uriel se le colocó a un lado y Lestat se puso al lado de éste.

-Hola, chica bipolar –le saludó Lestat mientras Uriel la miraba preocupado.

-Hola, perrito -saludó esta con sarcasmo.

-Mmm… yo venía a decirle algo a uno de ustedes dos o a los dos… -Lestat se puso a mirar por la baranda mientras hacía memoria. -¡Ah, sí! ¡Feliz cumpleaños, chupa sangre! –le dio unas palmadas en el hombro a Uriel.

-Gracias, licántropo.

-¿Cuántos son? ¿60 y qué?

-25 –lo miró con reprobación.

-Ah, verdad.

-Ahg, verdad que cumplías hoy. Estuve contigo toda la mañana y no te lo dije, feliz cumple Uriel -Amber sonrió mirando a Uriel.

-Gracias, Amber –Uriel le devolvió la sonrisa.

-Hey, ¿cómo que toda la mañana? ¿De qué no me enteré? –Preguntó Lestat con picardía.

-Nada, Lestat –bufó Uriel.

-Por cierto, chica bipolar, dile a Katy que recuerde que yo gané la apuesta. Pero, que si su novio no es bueno en algo que ella sabe, dile que mi propuesta sigue en pie. Ella sabe de qué hablo.

-Lo siento, me dispuse a guardar distancia con Katy por ahora, para no tener que barrer el piso con su novio y mi casi hermano -suspiró- así que si quieres decirle algo sobre alguna apuesta, díselo tu en persona perrito.

-Es que a mí también me cae pésimo ese noviecito de ella, y creo que no lo suelta ni para cagar… Y no quiero hacer que tenga problemas con él por mí, tú sabes, alguien como yo enfrente de ese flacucho… Puede pensar que se la quiero robar.

-¡Ja!, sí que tienes el ego por las nubes, cuidado te lleva un carrito de helados -contestó Amber con sarcasmo -pues yo no me voy a meter en sus problemas, si tú quieres cobrar una deuda, tendrás que hablar con ella, ¿quedó claro esta vez?, ¿o te lo explico con manzanitas?

-¿No me lo puedes explicar con otra cosa? ¿Con melones puede ser? –Miró hacia su camisa y Uriel lo miró frunciendo el ceño. –Ay, si es verdad que eres novia de este.

-Nosotros... -levantó la voz enojada por un momento pero luego lo dijo casi en un susurro como si le doliera decirlo -no somos novios -culminó a regañadientes y mirando a otro lado.

-Es cierto. Sólo somos amigos –Uriel seguía con el ceño fruncido. –Pero igual la tienes que respetar, sea mi novia o no.

-Cuidado pues –miró a otra parte. –Nos vemos después de clases en el comedor. Tengo algo para ti –le pico el pecho a Uriel con su dedo índice.

-¿Qué?

-Ya sabrás. Nos vemos –se fue sin decir más.

Amber suspiró -¿Cómo lo soportas?, cada vez que le hablo siento que estoy a la defensiva.
Uriel carcajeó. –Mmm no sé, créeme que yo también me pregunto lo mismo –dijo mientras arreglaba un mechón del cabello de Amber.

-Vaya que día, y eso que apenas comienza, creo que desde lo de mi madre no me he sentido a gusto con el entorno -miró a Uriel desanimada -y te estoy arrastrando a mis problemas, lo siento, soy una máquina de problemas andante.

-Nah, eso no importa. Sin problemas la vida es aburrida. Tú le das diversión a la mía –dijo sonriendo.

Amber rió -¿Soy tu entretenimiento? -levantó una ceja -eso me confirma que soy más loca de lo normal y que tú eres muy rarito.

-No eres un entretenimiento. Eres algo así como lo que… Como lo que me faltaba. Y sí, estás loca y yo soy raro, ¿qué te puedo decir? Somos una mezcla muy peculiar.

Amber se carcajeó -deberíamos hacer un dúo de comedia, ganaríamos mucho y seríamos famosos; "la bailarina bipolar y el pianista extraterrestre" -rió hasta que el estómago le empezó a doler.

Uriel carcajeó junto con ella y no dejó de observarla; le encantaba como se le ponían los ojos más claros durante el día.

Amber miró el paisaje por un rato en silencio, ya se sentía mucho mejor, Uriel le había ayudado a relajarse.

El ferry llegó como siempre al muelle. Amber y Uriel bajaron; cada uno debía ir en una dirección diferente otra vez: el a piano, y ella a ballet.

-Bueno –comenzó a decir Uriel- te veo en el almuerzo.

-Si, nos vemos luego -le dio un beso en la mejilla y se fue.

Uriel la siguió con la mirada hasta que no logró verla más por la gente, así que también se fue hacia su salón de clases. Subió con pesar por las escaleras; no podía andar volando por ahí como si fuese algo común. Llegó y la clase ya había empezado; se sentó en el mismo puesto de siempre. Gabriel lo obligó a practicar para la obra, esta vez no puso peros y lo hizo; aunque no lograba concentrarse del todo porque su cabeza nada más pensaba en Amber.

Amber llegó a su clase algo fastidiada, aunque por fin logró estar con Katy sin el pegoste de Thony y le pudo preguntar con más cuidado por qué hacía lo que él decía.

-Escucha, no es que esté mal que estés con Thony, es mi amigo también, pero me parece estúpido que vayas a dejar pasar la oportunidad de cambiarte sólo porque él no quiere.

-Yo valoro mucho su opinión, Amber.

-Pues valora la tuya también, ni que te fueses a casar con él, por el amor del cielo.

-Bueno, una nunca sabe -respondió con un poquito de vergüenza.

Amber entornó los ojos y bufó, comenzó con su rutina de baile, Madame le dijo que Nickolas llegaría antes del almuerzo para empezar con la rutina en pareja, a ella no le interesaba mucho, no tenía ganas de bailar esa estúpida obra de todas formas, se guardó su opinión y siguió bailando a la perfección.

Gabriel se preocupó un poco, Uriel tocaba fuera de tono.

-¿Qué te sucede? Esa pieza es más rápida. No me digas que la olvidaste.

Uriel se detuvo y suspiró. –Claro que no la he olvidado…

El timbre sonó y la clase acabó. Todos recogieron sus cosas rápido y Gabriel les recordó que estudiaran, pero no dejó que Uriel se fuera.

-¿Entonces? Estás tocando como no es y lo sabes.

-Es que hoy no quiero tocar.

-¡Pero tienes que!

-Usted y yo sabemos perfectamente que toco piano casi desde la edad de piedra. Desde que se creó el piano, he amado cada sonata, cada pieza, cada sinfonía, y me las he aprendido de memoria. Tengo piano en mi casa, puedo practicar cuando quiera. La obra del cascanueces me la sé de atrás para adelante y viceversa; pero estoy harto de tocarla. Hoy no quiero practicar.

-Pero estás fuera de tono.

-Yo sé, pero es porque no tengo toda mi atención en esto.
-Pues ponla.

-Eso intento…, pero no puedo.

-¿Por…?

Uriel se puso de pie y pasó la yema de sus dedos por el piano mientras caminaba hacia la ventana.

-No sé… -respondió pensando en Amber. –Es extraño, pero amo todo lo que tenga que ver con el piano.

-¿Eso a qué viene?

Uriel siguió hablando como si conversara con él mismo y no con Gabriel. –Amo cada tecla, cada sonido que emite, las sinfonías, su historia…

-Las bailarinas que danzan al ritmo… -Comentó Gabriel con cautela.

Uriel volteó a mirarlo. –Sí, las bailarinas.

-Tal vez una en específico –se acercó a él. –Quizás se llama Amber… Primeramente conocida como mi Lady Amelia.

-¿La reconociste?

-¿Cómo no reconocerla? Era tu ex esposa, ¿no?

-Sí…

-¿No te sientes raro con eso?

-Mucho… La asesiné.

-¿Y por qué hasta ahora no lo has vuelto a hacer?

-Buena pregunta. Pero creo que sabemos perfectamente por qué.

-Te interesa. ¿Sabes que esto puede dar un cambio muy drástico más adelante después de todo lo que viviste, no?

-Seh… ¿Pero sabe qué? No me importa.

-Si tú lo dices. ¿Qué esperas para tener algo con ella?

-Mmm, tiene razón. Voy a buscarla ahora mismo –Uriel recogió sus cosas y corrió al salón de ballet donde practicaba Amber.

Justo en ese momento, Nickolas entró en el estudio, su presencia era como la de un príncipe encantado y todas suspiraban por él excepto Amber, Katy y Madame; Amber sólo entornó los ojos y le saludó.

-Hola -dijo ella amistosa.

-Hola, princesa -éste sonrió y ella puso los ojos en blanco, al verla él se carcajeó.

-Omite la palabra princesa para mí, por favor, es ridículo -se quejó Amber.

-Está bien, entonces ballerina bella, comencemos a bailar -invitó éste; a Amber no le hizo gracia tanta confianza pero no importó, sólo quería empezar a bailar para terminar con eso.
Con la guía de Madame, comenzaron el baile. Nickolas era muy fuerte y levantaba a Amber sin dificultad alguna, como si fuera una pluma, Amber pudo sentirse mucho más relajada una vez que comenzaron a bailar, Nickolas era muy bueno y la hacía sentir cómoda, se dejaba guiar por él y hacía su mayor esfuerzo por estar a la altura de sus expectativas.

Uriel iba de camino al salón, estaba pensando en cómo decirle a Amber que fuese su novia. Cuando estaba a punto de llegar al pasillo donde era el estudio, se detenía y daba vueltas tratando de pensar. “Es muy simple, Uriel. Sólo tienes que llegar, decirle algo lindo y después le dices ¿quieres ser mi novia? Y ya, es pan comido. Lestat la ve como tu novia, y parecen que fuesen eso más que nada. Ve y dile que la quieres”, pensó y volvió a caminar hacia el salón, pero antes de llegar, otro pensamiento se le atravesó: “¿Y si no quiere ser mi novia? ¿Y si me rechaza y me dice que nada más seamos amigos? ¡Rayos!”, se devolvió a dar vueltas de nuevo.

Amber y Nickolas siguieron bailando como si todo a su alrededor hubiera desaparecido, cada movimiento era perfecto y estilizado justo como si ya hubieran ensayado desde hace muchos años, justo como si se complementaran; Amber elogió en su mente lo habilidoso que era Nickolas y éste estaba fascinado con lo maravillosa que era Amber bailando.

Al terminar de bailar, volvieron a la realidad, todos a su alrededor aplaudieron maravillados, Madame estaba casi llorando de la felicidad, Amber le sonrió a Nickolas y éste le devolvió la sonrisa y la abrazó con fuerza.

La cabeza de Uriel no paraba de dar vueltas, estaba a tan sólo unos pocos metros del estudio. “Vamos, párate y camina. Dile lo que sientes, que es perfecta para ti, que te complementa, dile lo primero que se te ocurra”, pensó. –Sí, pero cuando llegue allá, se me va a olvidar cualquier pendejada que haya pensado –habló solo. “La gente va a pensar que me estoy volviendo loco. Ahora hablo solo…”

Desde ese momento Amber y Nickolas empezaron a hablar con más confianza, Amber le elogiaba y éste la admiraba como si nunca antes hubiera bailado con alguien así, y sólo fue la primera vez. La clase terminó y todos salieron excepto Amber y Nickolas que se quedaron un rato más practicando.

-Eres impresionante, Amber querida, nunca había bailado con una chica tan talentosa como tú.

-Ni yo con un chico tan genial -rió -la verdad todos con los que he bailado son unos estúpidos idiotas que creen que bailan muy bien pero sólo son unos pendejos.

Nickolas rió -Bueno, los hombres tienen sus manías, sólo hay que saber entenderlos -rió- somos muy simples, pero prefiero a los músicos que a los bailarines. Tienes razón son muy odiosos.

Amber quedó por un segundo en shock, quizás había escuchado mal o quizás no, era algo de un 50 y 50 -disculpa que te pregunte tan directamente pero... ¿Eres gay?-preguntó Amber.

-Mmmm, digamos que sí, pero soy muy reciente, no es que haya descubierto mi preferencia sexual hace mucho, salí del "closet" hace un año.

-Oh vaya, ya decía yo que eres muy confianzudo conmigo -rió -si no bailaras tan bien, te hubiera noqueado de un puñetazo por haberme abrazado.

Nickolas rió -Me lo esperaba, la verdad me sorprendió mucho que no lo hicieras, ahora ven... -la ayudó a levantarse del suelo y la sostuvo de las manos -si no te molesta, necesito tus medidas exactas para los trajes de la obra... Estoy a cargo también del vestuario porque tengo un fuerte sentido de la moda.

-Aaahhh -ella asintió y este empezó a tocarla con las manos -¿No necesitas una cinta métrica para eso?

-Lo siento, es que es más preciso con mis manos, por eso te pregunté antes... si te molesta, lo dejo de hacer.

-No te preocupes, sólo hazlo -suspiró Amber, Nickolas volvió a lo que hacía, palpando con precisión su cintura y muslos.

“Amber, eres importante para mí. Desde que te conocí, me di cuenta que eres especial, y que no eres como las demás… Eres indispensable para mí, completas mi vida… ¿Quieres ser mi novia?”, Uriel memorizaba las palabras una y otra vez. Cuando estuvo listo, respiró hondo y caminó hacia la puerta del estudio; el corazón le latía fuerte, pensó que le daría un paro, nunca antes había hecho esto; siempre le llegaban las mujeres fácilmente. “Vamos, ya estás aquí. No te vas a echar para atrás”, vio el reflejo de Amber en el vidrio de la puerta y entró.

-Amber… -la llamó, pero cuando vio como el tal Nickolas la tocaba tan comprometedoramente y ella se dejaba tranquilamente, todo lo que había pensado se le borró de la mente.

-Oh, hola, Uriel. ¿Qué haces aquí?, pensé que nos veríamos en el almuerzo -Preguntó Amber tranquila mientras que Nickolas seguí en lo suyo, pero éste cuando se iba voltear a verlo para saludarle, se alejó de Amber nervioso y se coloró como un tomate.

-Ho... hola -saludó y Amber le miró extrañada.

A Uriel le pasaron por la cabeza un millón de historias menos lo que era. Quedó estupefacto en la puerta y no hallaba cómo reaccionar.

-Hola –le dijo a Nickolas. –Tienes razón, Amber. Quizás nos veamos en el almuerzo –su voz fue seria y más fría que el hielo; se dio la media vuelta y caminó rápido por los pasillos.

“Ahí tienes. Tenías que hacer esto cuando pudiste, ¿por qué esperaste tanto? Ella es bella, puede tener a cualquiera cuando le dé la gana, y tú perdiste el chance”, pensó frunciendo el ceño. “Y qué descaro tuvo. El otro metiéndole mano de lo más tranquilo, ella dejándose y saludándome como si nada”
, se sintió mal por un momento, “¿Ves? Eres un simple amigo… Nada más, menos mal que no le dijiste nada”.

Amber se quedó sorprendida por lo que acababa de ver, primero Nickolas reaccionó como un gatito asustado cuando miró a Uriel y segundo, Uriel llegó de la nada y les habló con un tono terrible, quizás esté enojado por algo y no pudo decírselo porque no confiaba en Nickolas -tendré que preguntarle luego -pensó y se acercó a Nickolas -¿Se puede saber qué te pasó?, es como si cambiaras de personalidad súbitamente.

-Si, lo siento es que yo... emmm... -le miró apenado -es que ese chico Uriel, es muy sexy.

-Ya va, ¿no me digas que te enamoraste de Uriel? -preguntó Amber aunque ya sabía la respuesta.
-Digamos que no enamorado, pero sí me gusta -contestó un poco sonrojado.

Amber le miró como si no entendiera y después, con efectos retardados, empezó a carcajearse de tal manera que la hubieran escuchado en el comedor, se rió tanto que le dolió el estómago y aun así no podía dejar de reírse.

-No le veo la gracia -dijo Nickolas un poco molesto y despeinándola.

-Lo... jajajaja... sien... jajajajajaja... lo siento -trató de respirar profundo para calmarse y se limpió las lágrimas de los ojos -Lo siento Nicko, es que es muy cómico.

-Ahg, como digas ballerina bella, tch... aunque sé que soy guapo, no estoy muy seguro que yo le guste -dijo éste un tanto cabizbajo.

-Si bueno es que...

-Pero no me rendiré, y si es heterosexual, se puede cambiar -interrumpió a Amber con un cambio de tristeza a determinación, Amber pensó que echaba chispas -ahora vamos ballerina bella, tenemos que ir a almorzar, él dijo que estaría allí.

-Ah, bueno -rió -como sea -Amber le miró con un poco de lástima, después de todo Uriel era un hombre hecho y derecho, o eso era lo que le había demostrado hasta ahora a ella. Pensando en eso se sonrojó un poco -qué mal que sólo somos amigos -murmuró en voz baja.

-¿Dijiste algo, bella? -Nickolas interrumpió su cadena de pensamientos -¿Estás bien?, tienes la cara un poco roja.

-No dije nada... y estoy bien, es sólo que tengo un poco de calor -mintió al final sonriendo.

-Ah bueno, entonces vamos -cogió la mochila de Amber y la de él, le dio su chaqueta y la tomó de la mano saliendo rápidamente del estudio, la llevaba casi a rastras pero era sólo porque estaba emocionado por ir a ver a Uriel.

1 comentario:

  1. Hola querida encantada de verte por mi blog, y ya veo que el tuyo es muy interesante, me gusta tu fondo, original, soy tan patosa con esas cosa que me admiro cuando veo uno bonito, jajajaajaj
    Ni que decirte que seras siempre bien recibida en mi blog, y que por favor no dudes nunca de comentar que te parecen mis historias, puesto que vuestra opinion siempre es importante para mi
    un beso y nos vemos seguro
    Irene/esperado anochecer

    ResponderEliminar